Wanda Maximoff es una arquitecta heredera y CEO de Maximoff Corp, una mujer con un estatus muy alto, multimillonaria, sexy y con todo lo que alguien pudiera desear, una mujer bastante seria que le gusta controlar todos los aspectos de su vida pero...
-¿Sabes? Algún día te llevaré a un lugar especial pero... Será pagado con tu propio dinero-. Aseguró Natasha y yo enarque una ceja mientras la veía.
-No es mi dinero, es nuestro, recuérdalo amor, lo mío es tuyo-. Aseguré con una sonrisa de lado haciendo que me girará a ver risueña.
-Entonces mi bicicleta es tuya y las otras pequeñas cosas que hice antes de conocerte, aún estoy un poco molesta que hayas vendido mi viejo auto y consiguieras un Mustang, Wanda, mi amor... No necesito tantos autos-. Me susurró acercándose para besar mi mandíbula y yo sonreí.
-Yo no te vi quejandote cuando te lo di, estabas más que extasiada e incluso cuando rente la pista de carreras, manejaste como si fueras una verdadera experta, es admirable-. Aseguré con un asentimiento de cabeza.
-Lo dejaré pasar aunque ahora quiero saber a dónde me llevas, estos tres meses de luna de miel han sido fantásticos, he conocido lugares hermosos, me gustó estar en Holanda y Japón aunque no entendía nada-. Dijo haciendo un leve puchero que me hizo reír.
-Si, recuerdo que insultabas en ruso "por si me estaban diciendo una groseria"-. Dije entre comillas provocando que me diera un pequeño puñetazo en mi brazo izquierdo.
-Ya, basta, dime a dónde me llevas-. Me gruñó y yo rode los ojos por qué mi mujer no es nada paciente.
-Mira por la ventanilla y verás donde estamos o al menos tendrás una idea-. Le dije señalando la ventana del jet, mi Natasha rápidamente giro para ver con los ojos muy abiertos.
-Esto es una mierda ¿Sabes? Estoy como en ese video de tiktok, ya sabes el que dice; ¿Estoy perdida? Puede que si, ¿Me han secuestrado? Posiblemente, ¿Lo estoy disfrutando? Claro que sí, ¿Debo preocuparme? No-. Habló subiendo y bajando las cejas con diversión.
-¿A qué quieres llegar?-. Pregunté cruzandome de brazos.
-A que no tengo ni la menor idea de dónde estoy, suka-. Me dijo y yo lleve una mano a mi pecho con fingido dolor ante lo último.
-Eres muy grosera pero así te amo, bien, estamos en Grecia ¿Contenta? Ahí es donde nos vamos a hospedar, es el hotel de cinco estrellas llamando "Santorini"-. Le dije señalando a la ventanilla donde mi hermosa esposa miro.
El hotel era uno de los mejores según la recomendación de Pietro, va hacer bastante caro para Natasha pero para mí no es nada, además estaba cerca del mar, tenía albercas, unas eran más privadas que otras y el hotel era muy grande, se que a mi esposa le va a encantar.
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