16. I'm gonna be (500 miles)

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Lisa está sentada junto a la "pequeña fuente los deseos" de su propia casa, desde donde puede tener una vista completa de la construcción. Lleva allí buena parte de la mañana y, aunque el tiempo es frío, se siente extrañamente reconfortante estar envuelta en una manta y en un gran abrigo que Rosé le ha dado.

Rosé... Lisa observa la enorme cristalera junto a la cocina donde se encuentra el despacho de la abogada. Puede verla caminar de un lado a otro sujetando unos papeles en su mano y con el teléfono móvil en la otra. Parece estar hablando de un tema serio porque su rostro es ligeramente serio, pero aún así, adorable.

Lisa observa su esbelta figura pasearse por la habitación. Rosé lleva unos vaqueros ajustados y un jersey beige oversize encima y debajo una camiseta de tirantes negra, lo sabe porque el jersey deja al descubierto uno de sus hombros, y ese trocito de piel expuesta es tan blanco como la nieve y tan atrayente como la llama de una hoguera.

La arquitecta piensa en esta mañana... Se despertó con una sonrisa en el rostro y con el olor a rosas inundando sus sentidos. Los rayos del sol eran tenues, lo que le indicó que era demasiado temprano. Aún así, se puso en pie y exploró cada centímetro de la habitación. Aún se sentía un poco torpe, así que trató de hacerlo despacio... observó cada armario y cómoda tallados en madera de primera calidad. Abrió los cajones dándose cuenta de que eran réplicas de muebles del siglo XVII pero en color caoba. Ella sabía que aquellas réplicas costaban una barbaridad... ¿Por qué había desperdiciado dinero en eso?. Quizá a Rosé le habían gustado...

Abrió el enorme armario empotrado y encontró al lado derecho trajes, camisas, camisetas, polos, vaqueros anchos y algunos estrechos y por supuesto ropa interior que solo le indicaba que ese era su espacio. Y a la izquierda encontró vestidos, vaqueros ajustados, faldas, algunas camisetas, blusas y ropa interior que se correspondía con el estilo de su esposa. Eran tan distintas... 

Lisa se preguntaba cómo había caído profundamente enamorada de aquella mujer. En las cintas hablaba con mucho amor sobre su historia y francamente lo que había escuchado era hermoso, aunque a veces triste. Ojalá pudiera recordar lo que había sucedido, ojalá pudiera volver a enamorarse de esa chica.

Deslizó sus dedos por algunos de los vestidos de Rosé y olió esas prendas... aquel dulce y fresco olor a rosas... era tan familiar y placentero para ella. Se preguntada si aquella Lisa también adoraba este olor. Sacudió la cabeza y tomó algo de ropa de su parte del armario y fue hasta el baño, donde buscó en los cajones encontrando una toalla.

Se duchó con cuidado, era la primera vez que hacía esto sola, sin la ayuda del personal del hospital. No quería resbalar, aunque pensándolo bien... quizá si se daba un golpe en la cabeza pudiera recordar todo. Soltó una risita mientras se jabonaba el cuerpo, aquello sería genial ¿cierto?. Como en las películas.

Tras la ducha, observó todas las cosas dispuestas ordenadamente en un armario del lavabo. Distinguió su perfume favorito, CELINE, así que dedujo que aquel era su espacio. Tomó el cepillo de dientes eléctrico y se lavó los dientes, después secó su cabello, se peinó y se vistió.

Para cuando miró el reloj eran las 8 de la mañana. - Bien... tú puedes, Lili. Solo tienes que tratar de actuar normal, encontrarás tu sitio en la familia. Rosé prometió ayudarte. - dijo a su reflejo y bajó las escaleras encontrándose con Rosé y con Amelia.

- Buenos días - había dicho la rubia y Lisa se había sorprendido de verla tan temprano despierta. - ¿Has dormido bien?.

- Uh... sí, gracias. Yo... pensé que... todavía dormiríais.

- Oh, no. - sonrió divertida - Los mellizos ya están en clase.

- ¿A qué hora suelen marcharse? - dijo sentándose en la mesa y tomando el enorme trozo de bizcocho que Amelia le dio.

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