29. We be lovin' so Hard

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Lisa cierra rápidamente los ojos en cuanto siente la mirada de Rosé sobre ella y un segundo después abre uno poco a poco y luego el otro y la observa fijamente.

Los ligeros rayos del sol que entran por la ventana y caen sobre la cama y el suelo de aquella pequeña habitación la han despertado hace un par de horas y ha fingido dormir abrazada a Rosé hasta que ella, cuidadosamente, se ha puesto en pie, ha calentado agua en una hornilla eléctrica y ha puesto la mesa, para después recoger el desastre que hay en esa habitación y que provocaron ambas la noche anterior...

Lisa ha visto esta imagen de Rosé incontables veces, quizá muchas más de las que cualquier persona se percata o tiene tiempo para ello... pero para Lisa cada movimiento de su esposa es algo mágico y ha procurado no perdérselo. Y aunque conoce cada centímetro de la piel de la rubia, cada pequeño gesto, cada movimiento que precede y prosigue al anterior en su pequeña rutina... puede asegurar que cada vez la encuentra más majestuosa que el día anterior.

Recorre su cuerpo, su esbelta figura... siempre se ha permitido admirarla con atención, incluso desde que eran unas niñas. Por supuesto la mirada inocente con la que la observaba en aquel entonces, en algún momento dejó de serlo, justo cuando su corazón empezó a decirle a gritos que estaba enamorada de aquella chica de ojos avellana.

Una pequeña sonrisa se forma en su rostro cuando ve a Rosé tomar una toalla y luego quedarse admirando el amanecer por la ventana. Aún sigue siendo su costumbre... incluso si sabe que Lisa está justo frente a ella, lo sigue haciendo... exactamente igual que cuando la esperaba para ir al colegio juntas, o cuando la esperaba cuando volvía de trabajar. Y parece que la rubia se ha percatado de lo que acaba de hacer porque suelta una pequeña risita imperceptible y sacude la cabeza.

Lisa sonríe porque esta imagen de Rosé es su parte favorita de sus días juntas... verla amanecer a su lado, verla empezar el día, era y es siempre mágico. Y empezó a serlo aún más cuando estuvo embarazada... verla con los rayos del sol por la mañana, completamente desnuda mientras su pequeño vientre crecía y crecía, era absolutamente maravilloso. 

Flashback

Lisa estaba preparando un poco de té con Lily en brazos y colocando la mesa mientras su pequeña hija dormía acurrucada sobre su pecho. Rosé y ella habían pasado la noche sin pegar ojo en su primer día como madres en casa. Rosé había permanecido ingresada un par de días en el hospital hasta que le habían dado el alta a ella y a sus bebés.

El primer día en el hospital, ambas se habían pasado la noche observando la doble cuna que estaba junto a la cama de Rosé. Ninguna de las dos había pegado ojo. Observaban cada detalle, cada gesto y Lisa había llamado como veinte veces a las enfermeras para preguntar si sus hijos estaban bien, si era normal que se movieran, o que durmieran por mucho rato, o quién sabe qué más cosas... Rosé la había reñido unas cuantas veces, pero Lisa no podía dejar de pensar en que no quería que nada saliera mal, porque quería proteger a esos dos pequeños angelitos y a su esposa.

Sin embargo, si habían pensado que estar en el hospital había sido tedioso... encontrarse solas en casa junto a sus bebés y sin ayuda, había acabado con ellas dos sentadas en el sofá, una al lado de la otra, turnándose en brazos a sus bebés.

Lisa sonrió cuando vio a Lily removerse en sus brazos, y con cuidado, la colocó un poco mejor, tal y como le habían enseñado su padre y Clare, aunque a decir verdad, cada uno tenía su técnica y Lisa aún no se decidía por cuál era mejor. Y aunque la médico había dicho que tanto ella como su esposa acabarían conociendo a sus mellizos tanto que encontrarían las maneras adecuadas, Lisa no quería hacer nada mal.

Cuando el agua de la tetera estuvo lista, preparó un par de tazas con bolsitas de té y tomó una de ellas yendo hacia el salón. Pero allí... justo en la ventana, admirando la calle principal, estaba Rosé con Leo en sus brazos. La rubia dejaba caricias en la pequeña cabeza de Leo. Diablos... Rosé era perfecta... se veía como una madre experimentada cuidando de su pequeño.

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