23. One and Only

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Rosé coloca las rosas en el jarrón que yace en el centro de la pequeña mesa del salón y las observa con una mezcla de felicidad y tristeza.

- ¿Todo bien? - le pregunta Jennie y ella niega con la cabeza.

- Creo que estoy loca - dice recibiendo la mirada angustiada de su mejor amiga.

- Rosie... 

Esta mañana ha despertado con una nota en la cama y un ramo de rosas rosas. "Te veías hermosa, no quise despertarte. Iré a trabajar, no te preocupes, estaré bien. Te veo luego mi Rosie". Eso había sido suficiente para derretir su corazón. Sin embargo no había rastro de un "te quiero" ni un "te amo" en la nota y eso había estrujado un poquito su corazón.

- Sé que esperas esas palabras Rosie, pero vamos... prácticamente acabáis de empezar de nuevo.

- Lo sé... es estúpido. - bufa soltando aire - pero se siente tan extraño no recibir un te quiero o un te amo de su parte. Lisa siempre me lo ha dicho, sin importar nada... no tenerlo me hace sentir... 

- Triste. - concluye su amiga y la rubia simplemente asiente. - Tal como yo lo veo, puedes seguir sintiéndote triste o decirle que la quieres en cuanto esa mujer cruce esa puerta - le dice.

- Tengo miedo de agobiarla con esas palabras... prácticamente acabamos de empezar.

- ¡Uf, y qué empiece! porque me dirás que una persona que no te quiere no hace todo lo que montó Lisa. - ríe divertida.

- Soy idiota ¿verdad? - Jennie asiente. - Está bien, se lo diré.

- ¡Esa es mi chica! - aplaude divertida - Bien, ¡niños! - llama a los mellizos que bajan corriendo con un par de mochilas a la espalda. - Nos vamos.

- Adiós mamá - Lily besa la mejilla de su madre.

- Te vemos mañana mamá - sonríe leo dejando otro beso.

- ¿A dónde vais? - los mira confundida.

- Es día de Fin de semana con las tías más guays del mundo. - dice Jennie.

- Ese día nunca ha existido.

- Lo hemos inaugurado hoy - dice la morena.

Rosé achica los ojos y frunce el ceño mientras observa al trío caminar hacia la puerta. 

- ¿Qué tramáis?

- Rosie... el mundo no gira en torno a ti - le dice Jennie ocasionando que los mellizos suelten una carcajada. - Quiero pasar tiempo con mis sobrinos. Ella lleva clamando por una pijama party desde hace unos días y es totalmente insoportable. Ha salido igual a su madre - refunfuña.

- En realidad... - trata Rosé.

- Dije que salió igual a su madre - la rubia rueda los ojos y sonríe divertida. - Bien, te los traeré el lunes. O quizá podáis venir el domingo a casa para hacer una comida familiar.

- ¡Suena genial! - dice Leo.

- Sí mamá, venid. 

- De acuerdo - sonríe y bate su mano cuando los tres salen y montan en el coche.  El problema será explicarle a Lisa que no estáis. - dice cerrando la puerta.

Sacude la cabeza mientras camina a la cocina, donde Amelia está terminando de recoger.

- Bien, esto es lo último - dice secándose las manos.

- ¿Lo último?

- ¿Ha olvidado que hoy me marcho de fin de semana, señorita Rosé?

- ¿Fin de semana? - dice llevándose una mano a la cabeza. - Oh rayos... lo siento, Amelia. Lo he olvidado.

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