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Niño bonito

Un fuerte sonido que retumbó e hizo eco en aquel lugar, interrumpió los gritos ocasionando un silencio en aquella sala. El rostro del menor ardió por la mano que se estampó con mucha fuerza en su mejilla.

Jamás estarían de acuerdo. ¿por que obligarlo a cumplir tal cosa?. Le parecía absurdo, estúpido y bastante irracional.

Casarse con una persona que desconocía, era estúpidamente ridículo.

Obviamente estaba en desacuerdo con sus padres. Las decisiones que tomaban por él, generalmente, eran tan difíciles de sobrellevar. Él no iba a permanecer callado ante sus ideales, se los hizo saber y no de la mejor manera; levantarle la voz a su padre no siempre terminaba bien, él lo sabía. Ellos no reaccionaron muy bien y no le parecía extraño, es mas, podría decir con naturalidad que incluso estaba acostumbrado. Aún así, no cambiaría de opinión, él no se casaría con alguien que desconociera; se negaba a permanecer atado de por vida a un jovencito como los que ya conocía. No lo haría por más que lo arrastraran hasta el altar. Es mas, jamás se le había cruzado por la cabeza la palabra "matrimonio".

Estaba mas que seguro, que de su boca jamás saldría un "si, acepto"

- puedes pegarme las veces que quieras, pero ya te lo dije. -habló el pelinegro con puro odio brotando por sus poros. Sus ojos irradiaban repulsión en dirección al hombre frente a él- yo no voy a desposar a una persona desconocida.

- No te estoy preguntando. -contestó el mayor sin una pizca de arrepentimiento por la bofetada que le dio a su hijo minutos atrás- Tu te vas a casar.

- No lo haré. -contestó desafiante.

- Jungkook, por favor. -se unió su madre estando detrás de su padre quien pareciera no querer dar su brazo a torcer.

Odiaba ver como su hijo discutía cada dos segundos con su esposo y como a este último no le temblaba la mano al responderle con golpes. La mujer creía no poder hacer mucho para cambiar la situación. Sora sabía que Jungkook tenía que casarse; ese fue el acuerdo de negocios que se dictó hace años.

- ¿Sora, tu también? -preguntó entre dientes el menor. Le gustaría decir que estaba sorprendido, pero no era así.

No recordaba cuando fue la última vez que llamó "Mamá" a su madre o "Papá" a su padre. Era demasiado notoria la mala relación que el menor mantenía con las personas que le dieron la vida. Pero en su defensa, ellos mismos fueron quienes se ganaron ese trato que él les brindaba a ambos en la actualidad. Con frecuencia tendían a llamarlo "grosero" "maleducado". Aún tenía el vago recuerdo de responderle al hombre con un grito, que si él era maleducado, se debía completamente a ambos adultos por no cumplir con el deber de educarlo como se debe, a su gusto; y no había mentiras en sus palabras. Al hombre no pareció gustarle escuchar sus verdades desde la boca del menor. El golpe que recibió aquella vez de su parte le hizo sangrar la boca; fue un golpe fuerte.

¡No te soporto! -KookV-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora