¡No te soporto! -KookV-

10

Un falso Romeo.

"No sé quién soy.
Mi nombre ya no me dice nada.
No sé qué estoy haciendo.
Nada tiene que ver con nada.
Tampoco yo tengo que ver con nada.
Digo yo, por decirlo de algún modo".
- Kim Taehyung.

Los gritos dentro de la fiesta comenzaron a irritar los oídos de Taehyung. El hecho de ser consiente de todo lo golpeó tan fuerte que necesitó respirar aire fresco para dejar de sentirse sofocado. Por el momento no tenía deseos de cruzar palabras con su madre; cuando apenas la vio acercándose, optó por caminar en una dirección contraria sutilmente, para tener al menos un instante de paz.

Al momento de salir de ese espacio, se encontró con un jardín muy bien tratado; no recordaba ese lugar así de hermoso. Cuando buscó a Yoongi en el mismo sitio, siquiera había prestado atención a su alrededor; sólo quería estar con él. Como ahora, creyó inconscientemente que estaría allí, pero le resultó falsa esa suposición.

Discretamente miró hacia un lado y luego al otro inspeccionando la posible presencia de alguien más. Cuando no distinguió a nadie, caminó derecho, bajó los escalones tragando saliva, sin notar la manera en como sus zapatos blancos se ensuciaban con el césped verdoso y mojado debido al rocío que se formaba en esa fría noche.

Caminó sin importarle la música, los invitados, las cámaras, sus padres, o cualquier persona que estuviese dentro de esa mansión. Observó detenidamente los arbustos bien formados, las flores de diferentes colores, las fuentes que expulsaban agua hacia arriba, y la manera en cómo estas tenían de alguna manera luces que hacían a la cristalina brillar.

De pronto, no se dio cuenta de que estuviera corriendo hasta que se vio agitado con las piernas adoloridas. Era frustrante y desgarrador el deseo que tenía por escapar de esa cárcel que ahora pesaba en su dedo anular. Una vez que se detuvo, el joven con ojos verdes se relamió los labios por el cansancio en su sistema que le exigía líquido, y se quedó estático con algunos mechones castaños sobre su rostro que llegaban a molestar. Se quedó así, mirándose a si mismo parado sobre unas maderas, al levantar la vista contempló que yacía de pie sobre un puente, sobre un estanque de nenúfares. Soltó un jadeo de pura sorpresa, el lugar era precioso, estaba muy iluminado.

En un instante comprendió que aquello que hiciera sería inútil. No podría escapar; al menos no por ahora.

Bajó la vista para observar el anillo en su dedo. Ese diamante de color blanco brillaba como si le estuviera jugando una broma. Quería quitárselo para arrojarlo lejos y así no verlo constantemente como un recordatorio de la vida que llevaría. Sonrió sin gracia, cómo si eso fuera a funcionar de algo, pensó.

Jugueteó con ese accesorio en su dedo mientras miraba el agua, y se mordió el labio inferior por aquello que su mente le proponía. Era una locura, si, pero cuando estuvo a punto de quitárselo, en ese mismo instante fue interrumpido.