"El peor sentimiento no es estar solo. Es ser olvidado por alguien que tú nunca vas a olvidar"
- KookV
- doncel.
- distorsión de edades.
- m-preg.
- mención de otras parejas.
- pura ficción.
《Queda prohibido cualquier tipo de copias o adaptacion...
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"Todos tenemos una fecha y una hora en donde se nos partió la vida". Kim Taehyung.
De repente un día te levantas y te sientes tan vacío como si te hubieran desgarrado hasta el último centímetro del alma. Lo que aquel castaño no podía siquiera comprender, es que si la ausencia era vacío absoluto, ¿Por qué estaba llena de recuerdos que no paraban de golpearlo, incluso con la violencia mas brusca que podía existir dentro de su mente?. Como si él mismo fuera su propio enemigo; su mayor verdugo.
Taehyung abrazaba sus piernas descubiertas, quizás para aferrarse a la idea de que él mismo era capaz de darse consuelo. Quería aparentar no necesitar a nadie.
Él yacía sentado sobre una reposera blanca en alguna parte de la mansión, donde su mirada verdosa estaba perdida en las gotas de una lluvia tranquila que se mezclaban en un instante con el agua celestina de la piscina. Estaba hipnotizado observando con cautela el movimiento que se provocaba cuando estas salpicaban: 'Nunca nadie puede imaginar que una ausencia tiene el poder de ocupar tanto espacio, incluso más que cualquier presencia'.
La brisa era cálida, un suéter largo de color beige le fue suficiente para sentirse cómodo con la temperatura de esa mañana.
Fue en un segundo cuando el puño de su abrigo barrió en contra de una lágrima que con rebeldía se atrevió a caer de su ojo derecho. Aspiró por la nariz que parecía estar tapada por la mucosidad, revelando qué aunque intentara reprimirlo, estaba deseando llorar con mucha fuerza. El recuerdo del mensaje que vio al despertar volvió: "Me gustaría estar ahí contigo para decírtelo en persona. Feliz cumple, Tae". -Yoongi.
Siendo un acto inconsciente, ejerció mas fuerza con sus brazos para que el abrazo tuviera una pizca más de consuelo.
De pronto los sucesos que sucedieron hace tan solo dos horas atrás lograron ponerse en evidencia dentro de su cabeza. El remordimiento de sus crueles palabras en contra del azabache, surgieron como flechas envueltas en llamas ardientes y con una especie de punta filosa que no pudo controlar; su lengua.
Al abrir los ojos esa mañana, la molestia y el dolor pintaron de negro su mente, sus pensamientos, sus emociones, e incluso su corazón. Lucía cegado ante un ardor embravecido dentro de su pecho, que al igual que un volcán, era capaz de hacer erupción en cualquier miserable momento.
Con el rostro que reflejaba cierto malestar a la distancia, bajó cada escalón tomándose el tiempo que le parecía. Sus pies estaban descalzos, y la temperatura de allí adentro no era fría. Se dirigió a la zona de la cocina, donde de la nevera sacó una jarra con zumo de naranja; mismo que no tardó en vertir dentro de un vaso de vidrio.
Antes de beber el líquido se relamió los labios observando la soledad del lugar. El silencio, la notable ausencia del personal. Una casa demasiado grande para alguien tan pequeño. Aportó la voz dentro de su mente con mucho atrevimiento.