🆀🆄🅸🅽🅲🅴

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El día anterior se había excusado de que tenía que hacer unas cosas personales con el rizado, no tenía el valor para ir y estar en su casa junto a él después de haberse, prácticamente, confesado, aunque al parecer Emilio no se dió cuenta de ello.

Estaba doblando la esquina cuándo lo vió, Emilio estaba en la vereda, hablando con un chico castaño, más bajo que él y que no había visto jamás. Éste le sonreía y el oji-café le devolvía las sonrisas.

Su corazón se apretujó y tuvo que tragar duro, sus pasos se detuvieron.

El chico se acercó a Emilio y lo abrazó, lo hizo cómo  Joaquín lo haría si pudiera. Emilio lo abrazó de la misma forma y el castaño deseó estar en su lugar. Realmente habría dado su alma por sólo un abrazo suyo.

Entonces los ojos café del rizado lo vieron y se separó de aquel intruso.

— ¡Hey, Bondoni! — gritó  y Joaquín realmente deseó no haber estado allí.

Pero tuvo que acercarse.

Una vez que estuvo frente a ellos, Emilio le dió un leve asentimiento.

— Brian, ya debo estudiar, pero te veré mañana, ¿Está bien?

— Claro, Mailo. ¿No vas a presentarnos? — se quejó con curiosidad.

— Claro, él es Joaquín, mí compañero y quién me está ayudando con lo que te conté. — señaló. — Joaquín, éste es Brian.

Bondoni asintió, estrechando su mano con la ajena extendida.

— Gusto en conocerte, Joaquín. — Dijo el castaño de ojos claros.

— Igual, Brian. — respondió cómo pudo, fingiendo, cosa que le salía bastante bien.

— Bueno, cariño, te veré mañana entonces. — se despidió el tal Brian, haciendo que el castaño apretara su puño con fuerza en el momento en que besó la mejilla del oji-café.

— Claro, precioso. Hasta mañana. — respondió de manera juguetona.

Todas las ganas y la poca felicidad que había sentido, se esfumaron en ese momento.

Emilio sonrió y negó antes de volver su vista al castaño.
— ¿Vamos? — Bondoni se quedó viendo la figura del castaño que estaba marchándose. — ¿Joaquín?

— ¿Es tu novio, Emilio? — preguntó con un tono algo ronco. No se dió cuenta del modo en que lo preguntó hasta que ya fué tarde.

— ¿Mí novio? Nah. — dijo haciendo un gesto vago con la mano. — Es sólo un amigo. — fué todo lo que dijo hasta que se encaminó hasta su casa con el castaño pisándole los talones.

Una vez que llegaron a la habitación, el semblante del recién llegado era de pura tensión. Se sentía frustrado y enojado por lo que acababa de ocurrir.

Estaba jodidamente celoso.

— ¿Que haremos hoy? — preguntó tirándose de lleno sobre la cama.

Joaquín apretó su mandíbula en cuánto observó que la cama se veía deshecha desde antes que el rizado se recostara y luego se sentó, desganado.

— Debes completar el trabajo del ciclo de la materia.

— Bien. ¿Quieres comer algo antes? ¿Ó tomar algo?

— No. No quiero nada.

Las cejas del oji-café se levantaron sorprendidas por la cortante respuesta del contrario.

— De acuerdo.

Bufó y cruzó sus brazos. — ¿Empezarás ahora ó qué?

— Oye, ¿Qué te pasa? ¿Has venido de mal humor ó que jodidos sucede? — preguntó cruzándose también de brazos y frunciendo el ceño.

Te Amo Emilio // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora