🆃🆁🅴🅸🅽🆃🅰 🆈 🅲🆄🅰🆃🆁🅾

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La fatídica mañana había sido casi un espejismo, gracias a la presencia del rizado que no se había apartado de su lado ni un momento. Emilio le había dicho que le haría olvidar lo ocurrido y tal cómo lo propuso, poco a poco lo fué logrando.

No había vuelto a pensar en su padre, no quería hacerlo, no quería pensar en sus palabras, ni en que el mayor tenía otra vida, con otra familia, otra mujer y otro hijo.

No, prefería seguir ocupando su mente pensando en lo hermoso que Emilio era cuándo sonreía, las muecas de frustración cuándo estudiaban y no lograba entender lo que él mismo le explicaba, sus gestos y su cantarina y preciosa risa.

Y por mucho, muchísimo, quería seguir manteniendo viva la imagen del primer beso que le dió la noche anterior.

Y ni hablar de los cortos besos que le robaba sólo porque se distraía.

El oji-café había cumplido con su palabra, se quedó con él todo el día, Renata se unió a ellos en el momento en que el almuerzo estaba listo, Emilio podría ser pésimo en el estudio, pero en la cocina era muy diferente.

Cocinaba cómo los mismos dioses.

La tarde había llegado y ellos estaban viendo una película en su habitación, obviamente, tenía prohibido salir de la cama, a excepción de cuándo tenía que ir al baño, Emilio se tomó muy enserio eso de ayudarlo en todo, no lo dejó levantarse por sí mismo de la cama, sino que lo cargó y lo dejó en la puerta del baño.

Era exagerado, claro está, pero tampoco podía negar que le encantaba la atención que estaba recibiendo de su parte, así que no refutaba nada ante eso.

Emilio estaba mimándolo, cómo nunca se había imaginado que pasaría, y pudo descubrir una faceta del rizado que desconocía.

Osorio era dulce, atento y hasta cariñoso, cuándo no era ese chico que caminaba seriamente por los pasillos de la preparatoria, imponiendo e intimidando a quién sea que posaba sus ojos sobre él.

Joaquín pudo darse cuenta que esa máscara imperturbable que el oji-café usaba, era sólo un escudo para que nadie se atreviera a molestarlo, ni a él, ni a sus amigos.

Y es que su grupo era temido y respetado, ya que eran muchos, él podía causar intimidación, pero no cómo Emilio.

A Emilio si le temían verdaderamente.

Pero ahora sabía que era parte de la fachada, así cómo la suya era el chico de mala vida, que se drogaba y hasta decían que robaba ó que había estado en la cárcel algunas veces.

Puras patrañas.

No se dió cuenta del horario, hasta que escuchó la puerta de la entrada ser abierta y cerrada.

Osorio se puso alerta al instante cuándo escucharon diversas voces masculinas.

— ¿Esperabas a alguien?

Y entonces recordó lo que Diego le había dicho, que hoy lo visitarían, pero después de lo de su padre y el haber estado todo el día con quién más amaba, pues, era justificado su olvido.

— Oh, demonios, olvidé que-...

No pudo terminar su respuesta cuándo la puerta de su habitación fué abierta y su grupo de amigos entró, con Valdes en primer lugar, siendo seguido por los demás, aunque todos se quedaron congelados cuándo vieron que él no se encontraba sólo.

Diego clavó sus ojos en la figura de Osorio, mientras que éste lo veía de la misma manera.

Se podía notar la tensión que acaparó el ambiente. Era obvio que ninguno de los dos aguantaban la presencia del otro.

Te Amo Emilio // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora