🅳🅸🅴🅲🅸🅾🅲🅷🅾

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Entonces se detuvo antes de adentrarse a la habitación, ganándose una mirada de ceño fruncido. Negó rápidamente.

— No creo que me corresponda entrar. Es tu hermano y deben tener su espacio de privacidad. Yo pagaré todos los gastos, pero no creo que tenga la confianza para entrar allí. — dijo intentando excusarse.

Fué el turno de Renata en negar ésta vez.

— Emilio, tú nos ayudaste en todo. Lo más que Joaquín querrá hacer es agradecerle a su amigo.

— Joaquín y yo no somos amigos. — confesó algo avergonzado.

— Después de lo que has hecho, al menos yo, te considero cómo uno. — añadió. — Vamos, entra conmigo.

Suspiró, pero terminó asintiendo y caminó detrás de la morena, la cuál no tardó nada en acercarse a su hermano algo adormecido aún y besar sus mejillas.

— Mí amor, ¿Cómo te sientes?

— Me siento algo colocado. — dijo para luego mostrar una sonrisa algo agotada y sus ojos se encontraban adormilados. — me pincharon aquí. — señaló su abdomen magullado y lleno de cardenales morados. — y aquí tengo ésta cosa. — levantó su brazo, mostrando la intravenosa. — pero no siento dolor. Me gusta no sentir dolor.

Renata le mostró una dulce sonrisa antes de acercarse a besar su frente nuevamente.

— Te pondrás bien, cariño. No te preocupes por nada, ¿Si? Me toca a mí cuidar de tí ahora.

— Tú siempre me cuidas, Ren. Lo has hecho desde siempre.

Emilio observaba aquella escena a una distancia moderada. No sabía porqué, pero sintió una leve sensación de ternura al ver al castaño de ese modo.

Los ojos ámbar de la morena lo observaron e hizo una seña para que se acercara.

— Joaco, Emilio está aquí. — murmuró.

Los ojos adormilados del castaño se abrieron en sorpresa antes de sentir cómo todo el efecto que lo tenía en una especie de nube se esfumara.

Emilio estaba allí.

— ¿Ah...si? — dijo moviendo su cabeza para poder ver detrás de su hermana y darse cuenta de que no era una mala broma de su hermana.

El oji-café si estaba allí.

Éste se acercó a paso lento antes de quedar a un lado de su hermana.

— Hey, Bondoni. — saludó por lo bajo, mostrando una pequeña sonrisa.

Parpadeó aún viéndolo fijamente y luego asintió.

— Hey, Osorio. — respondió recordando inmediatamente todo lo sucedido y cómo el rizado se molestó en prácticamente salvarlo de una peor golpiza por parte de René.

— Los dejaré un momento sólos, debo ir a hacer unas llamadas a mí trabajo. — se excusó la morena ignorando la mirada casi suplicante de su hermano y dándole una sonrisa al oji-café. — ¿Te molestaría quedarte un rato con Joaco?

Abrió la boca, pero no encontró ninguna razón para rechazar aquello por lo que terminó negando.

— No, para nada. Vé tranquila.

— Gracias.

Dicho ésto, la chica salió de la habitación dejando a aquel par a solas.

— Uhm... Emilio. — llamó el de ojos ámbar, ganándose una rápida mirada por parte de los ojos café de Osorio.

Te Amo Emilio // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora