Te Amo Emilio // Adaptación Emiliaco

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Se encontraba aún en el auto, ya estaba en el estacionamiento del hospital y llevaba, mínimo, media hora allí.

Se sentía nervioso y no entendía completamente la razón. Muchas cosas pasaban por su mente en éste momento, había decidido que le haría caso a sus amigas y no haría ninguna idiotez que pudiera herir al castaño, ya estaba en una situación difícil cómo para agregarle otra más.

No mentiría, cuándo leyó esos mensajes de Joaquín, diciéndole que dejaría de molestarlo, sintió muchas emociones al mismo tiempo.

Alivio, consternación, felicidad y a la vez... Algo que no admitiría, pero sintió una pizca, sólo una pizca, muy leve, de pena y tristeza.

Tal vez y sólo tal vez, no estaba mintiéndole respecto a sus sentimientos.

— Vamos, Emilio. Sólo entra allí, actúa normal y olvida lo demás. — se dijo antes de bajar del auto y dirigirse hacía la entrada.

No tardó mucho tiempo en llegar a la habitación de Bondoni y para su suerte ó desgracia, éste se encontraba sólo.

Estaba recostado, observando la ventana, ni siquiera quitó la vista de la misma cuándo Emilio entró.

Aclaró su garganta y dió unos pasos hasta quedar frente a la cama. — Hey, Bondoni. — saludó.

Los ámbar lo miraron ésta vez, pero era una mirada apagada. — Hey, Osorio. — murmuró.

— ¿Cómo estás hoy? ¿Cómo te sientes? — cuestionó porque fué lo primero que se le ocurrió decir.

— Me duelen las costillas, pero es lo normal. Para contestar la otra pregunta, no ha sido un buen día para mí hoy. — dijo volviendo la vista hacía el gran ventanal.

Se le veía entristecido, y estaba seguro que no debía importarle, sin embargo, no pudo evitar preguntar:
— ¿Porqué? ¿Te sucedió algo?

Bondoni encogió sus hombros. — La policía ha venido a verme hoy. Me hicieron un cuestionario y tomaron mí denuncia en contra de René. — dijo con un tono bajo. — También me han informado que han contactado a Uberto para contarle lo sucedido, no entiendo porqué mierda han hecho eso, no es cómo si le importara lo que nos pase a mí hermana ó a mí. Y por último, me he dado cuenta que soy un completo idiota. — terminó añadiendo para luego tragar saliva.

— De eso quería hablarte hoy, sobre que debías denunciar a tu padrastro. — explicó mientras daba otro paso más cerca. — ¿Uberto es tu pa-...

— Uberto sólo fué el puto donante de esperma, Emilio. No es mí padre ni lo será nunca. — interrumpió viendo al rizado con ojos llorosos. — Nos abandonó sin ni siquiera preocuparse si teníamos para comer ó no. No es mí padre. — repitió.

Asintió lentamente y luego suspiró. -  Lo siento. Y... — carraspeó su garganta. — ¿Y porqué dices que eres un idiota? — preguntó con genuina curiosidad, quería ver si hablaba sobre lo mismo que él pensaba.

Joaquín volvió su vista a la ventana nuevamente y barrió rápidamente la lágrima traicionera que había escapado.
— Porque lo soy, hoy me dí cuenta de ello, aunque no sólo yo he cometido ese error, ¿Sabes? porque, en la vida siempre nos enamoramos de la persona que jamás se enamorará de nosotros, siempre queremos algo que no podemos tener y muchas veces, decimos cosas que no deberíamos. — terminó por decir para luego negar. — y soy tan malditamente terco, tanto, que podría llegar un ciego, tomar mano y decirme "¿No lo puedes ver?" — añadió con ironía. — Por eso sé que soy un idiota.

No supo que responder a aquello, Joaquín se veía genuinamente afectado y nunca había sentido una indirecta tan directa por parte del castaño, al menos no hasta ahora.