ೋ• El inicio... ¿Del fin? •ೋ

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Horacio se sentía preocupado por su hermano, no podía evitarlo a pesar de que este se encontraba ya bien. Sabía que su hermano no era un escéptico pero tenía un poco de miedo por como sería su reacción al escuchar lo que estaba sucediendo. El moreno se rasco la mejilla nervioso y dio un profundo suspiro.

Empezó a contarle todo sobre lo que le había sucedido. Empezó con contarle que fue atacado por un vampiro y el porqué probablemente no lo recordaba, también le dijo lo de Dex y sobre lo que era, como también sobre quien era Volkov y el resto de personas que conocían en la villa. Horacio se asombro de lo bien que estaba tomando todo su hermano sobre los vampiros, demonios y cambiaformas, es más. Es como si no le sorprendiera sobre esos seres pensó el moreno sobre Gustabo.

—     ¿Greco es también uno de esos transformas? — preguntó suavemente Gustabo a su hermano. — Si, también es un cambiaformas y parece ser que es la mano derecha de Volkov — le respondió Horacio.

Gustabo se quedó en silencio analizando sobre lo que le estaba contando su hermano. No es como si lo que le había contado Horacio le hubiera asombrado, pero tampoco era que supiera con exactitud quienes eran en el fondo esa gente. Cuando decidió seguir a su hermano porque este había aceptado la ayuda del ruso, en el fondo sabía que no había algo normal en los habitantes de la casa, su instinto siempre se lo dijo y este nunca se equivocaba; pero nunca le paso por la cabeza que era algo sobrenatural, como si hubiese sido sacado de un libro de fantasía.

Horacio llego a la parte de su explicación en la que le confesaba que Volkov y él eran almas gemelas, quedando intrigado Gustabo sobre el tema pero más que todo por las sensaciones que Horacio le describía que sentía al ver a Volkov, justo como a el le ocurría al ver a Greco. ¿Y si…? Estaba pensando cuando se percató que Horacio había dejado de hablar y lo veía preocupado. — ¿Qué sucede, me veo tan mal? — le preguntó en broma Gustabo a Horacio — No. No, no es eso — decía Horacio mientras levantaba las manos y negaba también con ellas. — Es solo… que hay algo más y no estoy seguro de si tu sabías esto… — el moreno se quedo en silencio por unos segundos, pensando en como abordar el tema pero Gustabo ya se estaba impacientando.

—     Horacio, solo dilo sin problemas no le des tantas vueltas — mencionó Gustabo impaciente. Horacio solo asintió y continuó.

—     Cuando fuiste mordido por el vampiro, obviamente este succiono una parte de tu sangre y bueno, esto tal vez también no lo recuerdas pero este a los segundos de haberte atacado, se empezó como a convulsionar. Según lo que dijo el vampiro Gabriel, es porque fue envenenado. Lo extraño aquí es que mencionó que a los vampiros no se les puede envenenar a menos que… — murmuró su hermano, cortándose al final. Como odiaba cuando Horacio a veces le agregaba suspenso a lo que le contaba — A menos que… ¿Qué? — preguntó Gustabo —. A menos que haya rastros angelicales en la sangre de su víctima. En este caso tú tenías — mencionó el moreno. Gustabo estaba algo confundido — ¿Cómo que rastros angelicales? No entendí bien eso — murmuró Gustabo a su hermano. No se sentía alguien con ese tipo de poder o pureza. Si, tenía buen instinto y presentimientos, también podía adivinar o suponer asertivamente que pensaban o sentían los demás pero… Era mejor si hablaba con sus padres, tal vez ellos sabían algo.  

—     Yo también pensé lo mismo, por eso creo que necesitamos hablar con tus padres. No podemos mencionarle sobre la sangre de ángel ya que nos creerán locos pero si preguntarles si saben algo de sus antepasados que nos haga averiguar como es que tienes rastros angelicales en tu sangre. — mencionó Horacio. Asintieron con la cabeza ambos y se quedaron hablando un poco más, ideando un plan de como abordarían los padres del rubio.

 Escucharon que tocaban la puerta de la habitación, entrando Volkov y Greco por esta. Gustabo se quedo en silencio al ver a Greco. Ahora que se sentía muy cansado y algo débil, los sentimientos y sensaciones que sentía al verlo ahora mismo estaban desbocados, por más que se esforzara no podía reprimirlos como acostumbraba hacer. Horacio se dio cuenta del nerviosismo de su hermano y se acerco a su oído para susurrarle suavemente — Probablemente no me concierne decirte esto y pueda que me meta en problemas por meterme donde no me llaman. Pero sabiendo como son los dos mejor ser directo. Greco es tu compañero predestinado y ha estado muy preocupado por ti — le dijo Horacio mientras le daba un beso en la mejilla y se retiraba de la habitación de la mano con Volkov, dejándole a solas con Greco. Gustabo trago saliva.

Los ojos del Alfa [En revisión] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora