ೋ• ¿Alek? •ೋ

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Horacio se despertó perezosamente al sentir los primeros rayos del sol asomarse por la ventana, la cual estaba apenas cubierta por una fina cortina de seda negra. Luego de que el día anterior hubiera sido tan difícil mentalmente para el moreno por lo que había pasado. Volkov le había sugerido descansar al entrar la noche, haciendo caso Horacio a la sugerencia mientras el ruso se iba a su oficina a trabajar un poco y reunirse con sus guerreros. Parece ser que dormí toda la noche pensó Horacio mientras se estiraba exquisitamente y a la vez sentía un brazo rodear su cintura para abrazarlo.

Aún con los ojos semis cerrados y a espaldas de su ruso, Horacio se pego un poco más a su compañero mientras miraba hacia atrás y estiraba su brazo para posicionarla en la parte trasera de la cabeza de Volkov, acercándolo para darle un beso. Mmmm, que delicia pensó Horacio a la vez que sus labios danzaban con los de su peligris, movió un poco su trasero y sintió la erección matutina de su compañero presionada contra su trasero.

Horacio sonrió internamente. Sin dejar de besar a su compañero se aferro a su cabello gris para comenzar a torturar a Volkov con una pequeña danza de caderas mientras restregaba su trasero contra el falo de su pareja, provocando que el ruso gruñera y se aferrara a la cadera de su moreno. Dos podemos jugar a esto escuchó que le decía en su mente Volkov a los minutos. Soltó el agarre que tenía en la cadera de Horacio y movió suavemente su mano dentro de los pantalones de pijama de su compañero, provocando que este gimiera.

Luego de dos horas, la feliz pareja bajó al comedor para tomar el desayuno con el resto de miembros de la casa. Horacio se dio cuenta que Gustabo estaba también en la mesa sentado, soltó la mano de su pareja y camino apresuradamente hacia su hermano - Guuuuuus. ¿Cómo estás? ¿Pudiste dormir bien? - preguntó Horacio a Gustabo. - Perfectamente. Emm... Greco me ayudo mucho - le murmuró algo avergonzado el rubio. Gustabo seguía en recuperación, por lo que dudaba que se refiriera a una clase de ayuda distinta. Palmeo la mano de su hermano y se sentó a su lado.

A pesar de la situación, no faltaron las risas en la mesa. Alek al bajar y ver en el comedor a Horacio, este corrió muy emocionado y se subió a sus piernas mientras le contaba emocionado que había soñado con Mika y que este era tan pequeño como pulgarcito, luego Mika lo cargaba sobre su lomo y se iban al bosque a jugar juntos. Horacio con toda la paciencia y dulzura, escuchaba atento al niño mientras le ayudaba a veces a comer para que no se derramara comida encima, adoraba al hermano pequeño de los Volkov y de cierta manera el niño le hacia sentir que todo estaría bien.

Luego de desayunar acompaño a su hermano a la habitación para que este pudiera continuar descansando -. Iré con Volkov a ver como va la remodelación de la tienda por dentro que fue destrozado - le murmuro a su hermano mientras le acomodaba almohadas detrás de su espalda para que pudiera estar cómodo - ¿Necesitas que te traiga algo del pueblo? - le preguntó a su hermano. Este negó con la cabeza - No te preocupes Horacio. Greco me traerá una televisión con WiFi para poner una serie que me mencionó ayer - le dijo Gustabo emocionado. El moreno arqueo una ceja sin decir nada. - ¿Verán Netflis o Neeeeeeeetflis? - le preguntó en broma a su hermano, provocando que este se sonrojara levemente.

- Que dices tonto, que va no... no es como estuviera en condiciones de hacer algo más. Reposo ¿Recuerdas? - le respondió Gus. Luego de unos segundos mas molestando a su hermano, Horacio le mencionó que regresaría en unas horas.

Troto hacia donde estaba parado Volkov esperándolo cuando sintió que algo le jalaba el pantalón, vio hacia abajo y se percato que era Alek, quien con el ceño fruncido y el dedo gordo de su manita dentro de su boca, le fruncía el ceño. Parecía que había estado llorando pensó Horacio al ver sus ojitos rojos, se agachó.

- ¿Qué pasa cariño? - le preguntó al pequeño Alek - Quielo il contigo, peo mi hemano no quiele - contestó el pequeño niño de cabellos rubios. Levantó su mirada a Volkov, quien con un rostro entre enojado y gracioso negaba con la cabeza, regreso su mirada al pequeño - Pero tu hermano dijo que no puedes pequeño - le dijo suavemente Horacio a Alek, pero este hizo un gran puchero y pequeñas lagrimas empezaron a salir de sus ojitos grisáceos - Esque no puedes estal solo - dijo Alek con su voz quebrada por el llanto.

- Pero no estaré solo Alek, tu hermano mayor estará conmigo - le dijo Horacio algo preocupado por la extraña reacción de Alek con la situación, pero este solo negaba con su cabecita y se abrazaba a Horacio. El moreno vio a Volkov y le suplico con la mirada que dejara que Alek fuera con ellos. Volkov dio un suspiro y cerro sus ojos, si me das esa mirada no puedo negarte nada Horacio le dijo en su mente su compañero, provocando que Horacio sonriera - Vaaaaale, ven pues pequeño. Pero tienes que portarte bien ¿Si? - le dijo Horacio al pequeño, quien dejo de llorar instantáneamente. Se limpio las lagrimas con sus manitas y feliz brinco hacia su hermano mientras jalaba de la mano a Horacio.

Llegaron a la tienda y Horacio se asombró como estaba casi lista para volver abrir sus puertas, cargo en brazos a Alek mientras entraba a su tienda para observar como había quedado. Sus ojos le empezaron arder por las lagrimas retenidas al ver la remodelación de su tienda por dentro. Horacio aún no lo sabia, pero Volkov se había tomado la molestia de él mismo escoger los muebles para la tienda de Horacio y la decoración, dejándolo de un hermoso estilo barroco. No cabía la emoción de Horacio al ver su tienda, tanto el como Alek parecían hipnotizados al verla.

[Algo asi se veria el interior de la tienda de Horacio]

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[Algo asi se veria el interior de la tienda de Horacio]

- Viktor... quedo hermosa - escuchó el peligris que murmuraba Horacio. Inflo el pecho de orgullo al ver que había logrado su a cometido con Horacio con lo que había pedido para su tienda. - Prometo que te pagaré todo con lo que me ayudaste - le dijo Horacio suavemente

-. No cariño, es un regalo para ti. Se que la has pasado difícil por culpa de ese demonio y yo más que encantado de que puedo ayudarte y me dejes hacerlo también - murmuró Volkov a la vez que tomaba por la cintura a su compañero y le daba un beso en su sien. Horacio quiso discutir sobre eso con Volkov pero este se negó rotundamente a cambiar de parecer, insistía en que era un obsequio y que no le diera tantas vueltas al asunto. Horacio aun no estaba convencido pero ya no dijo nada más. - Total, lo tuyo es tuyo y lo mío es tuyo - mencionó Volkov.

- Vale, lo aceptare solo si tu aceptas que lo tuyo y lo mío sea nuestro... ¿Si? - le dijo Horacio mientras acomodaba bien con un brazo a Alek y con el otro rodeaba las caderas de Volkov para abrazarlo de vuelta.

Volkov le mencionó a Horacio que si quería podía abrir la tienda en dos días, solo había que esperar que llegaran los hornos industriales que había mandado a pedir y que aun no llegaban. El moreno acepto encantado y con su sueños reconstruidos poco a poco de nuevo fueron al antiguo departamento de Horacio por petición del mismo para ir por sus materiales de pintura en las bodega que alquilaba junto al departamento. Le dio sus cuadros a Volkov para que los llevara al auto y en lo que el regresaba termino de agarrar unos pinceles con Alek, cuando el pequeño levantó su mirada hacia una esquina oscura de la habitación y dio un pequeño gruñido.

Alek se puso frente a Horacio y grito con todas sus fuerzas - ¡Hemano mayooooooooooooooo! - dijo a la vez que abría sus bracitos en un pequeño intento de proteger al moreno. Horacio levantó la mirada asustado y al ver hacia donde gruñía Alek para ver que ocurría... no vio nada. ¿Abra algo ahí que solo el puede ver? Pensó Horacio preocupado pero segundos después entró corriendo Volkov y al ver la escena corrió para ponerse delante de su hermano y pareja, para protegerlos. - Alek, que sucede - murmuró seriamente Volkov a su hermanito, quien no dejaba de gruñir -. Es la sombla nega de ojos molado - respondió sin más el cachorro. ¡El demonio! Pensó Volkov, camino hacia la esquina cuando una gran niebla apareció y al mismo tiempo desaparecía. - Desapalecio - suspiro aliviado el niño mientras maniobraba para que no se le cayeran los pinceles que le había dado Horacio a sostener.

Sin decir más, terminaron de recoger todo apresuradamente y se dirigieron a la Villa del Este. Se quedaron un momento dentro del carro analizando lo que había pasado - Alek... ¿Porqué decías antes que Horacio no podía irse solo? - preguntó sin más el ruso al pequeño. - Po la sombla nega. Ha venido toa las noches y nadie ma lo ve... solo yo - dijo Alek suavemente, dejando perplejos a Horacio y Volkov.


Los ojos del Alfa [En revisión] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora