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Pasada una semana completa desde la operación de Neteyam, donde pudieron emprender viaje devuelta al mar.
Los omatikaya se despidieron de ellos con alegría, deseándoles un buen viaje y que Eywa los protegiera a donde fuese que estuvieran.
Los tres días y dos noches de viajes fueron los mismos, solo que sin un gatito hiperactivo y con azúcar en el sistema como la primera vez.
Jake Sully dirigía el camino, vigilando siempre que le estuvieran siguiendo a una distancia prudente, listo para estar ahí por si algún problema ocurría a sus espaldas.
Neteyam le preocupaba un poco de ves en cuando, durmiendose de la nada y perdiendo estabilidad, antes de sacudir la cabeza como para obligarse a estar despierto. El vuelo constante lo cansaba y era notorio a gran escala.
Fueron varias las veces en las que le pregunto si estaba bien, o que le decía que él podía encargarse de dirigir para que este descansará. Pero siempre se negó, alegando con una sonrisa que estaba bien y ya había descansado demasiado como para seguir haciéndolo.
Tan solo lo dejo pasar, apreciando el vuelo normalmente en silencio, uno cómodo.
Aveces descansaba por el día y se adormecida a las espaldas de su pareja, quedándose dormido y apoyado contra él, abrazandole. Neteyam estaba algo frío aveces y eso le agradaba, provocando que durmiera más a gusto.
— hemos llegado — le escucho anunciar al tercer día, donde estuvo dormido un par de horas antes de ver cómo aparecían las islas de los metkayina a la distancia.
Sonreía ante el sentimiento de haber regresado a casa, anhelando meterse a nadar...ver a Rotxo y Tsireya, saludar a a su mamá y su papá...
Pero en cambio Neteyam, se mostraba sereno al mirar las islas, pero sin una sonrisa que adornara su rostro en alguna ocasión. Aquello no le preocupaba, ya que él habría tenido la misma expresión si regresarán hacía la selva.
Varios Metkayina saludaron al verlos pasar, sin hacer sonar las trompetas (pues, ya reconocían a los sully en sus criaturas con alas con facilidad).
— ¡hermano! — escucho gritar a una pequeña Tuk, quien corrió hasta ellos al verlos y salto a abrazar a Neteyam después de haberse bajado ambos de Nguway.
Este la recibió en brazos con aparente alegría, indicándose ambos lo mucho que se extrañaron el uno al otro.
— ¡Ao'nung! — saludo Rotxo acercándose con los demás quienes portaban una sonrisa, alegre de verlos llegar.
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🌱🍂 Hijo de Omega 🍂🌱
Fanfiction《Omatikaya》 Ellos eran diferentes a los metkayina. Colas pequeñas, delgados, de tonos azules que tocaban al cielo nocturno, pertenecientes de bosque y no de mar. Hijos de tierra, como los llamarían algunos pertenecientes a los mares. Una familia...