☁️ Capítulo 13 ☁️

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Liam no se arrepentía de la decisión. Definitivamente no. Mirando como Zayn era tan feliz mientras levantaba los brazos hacia la lluvia y parecía querer abrazarla solo quiso regañarse a sí mismo por no haber aceptado desde el principio, pero eso realmente ya no importaba mucho, solo disfrutaría el presente y dejaría de pensar en eso. Y aunque, a veces fuera inevitable hacerlo sabía que había hecho las cosas lo mejor que pudo, claro que esperaba más de sí mismo en algunas situaciones, pero entendía que algunas veces no siempre salía todo como lo esperabas o planeabas. Solo pudo concentrarse una vez más en el chico que corría por todos lados mientras reía con fuerza, las gotas de agua ya lo tenían empapado completamente y Liam solo observó como la mojada camiseta negra se pegaba celosamente a su cuerpo, sintiendo que le daría algo prontamente.

De pronto, Zayn lo miró, aun manteniendo aquella risueña sonrisa en sus labios y los ojos luciendo desbordantes destellos de una felicidad que logró activar el corazón de Liam nuevamente, haciéndolo zumbar en su pecho. Sin esperar más, se acercó corriendo al congelado castaño que aún estaba bajo la protección del techo del corredor, se sintió extrañamente bien al notar que el chico no dejaba de mirarlo, sabía que era recíproco porque tampoco podía alejar su mirada del desordenadamente lindo humano que estaba ahí.

— Vamos, Liam, no te traje para que miraras. —Tomó rápidamente la cálida mano del castaño entre la suya y, sin oponer algún tipo de resistencia, Liam se dejó sacar de la casa hasta la desierta calle, sus músculos se contrajeron por el golpe de frío que experimentó y un escalofrió le recorrió lentamente la espalda, haciéndolo temblar un pequeño momento.

Posiblemente estarían resfriados por la mañana porque salir en camisetas cortas no era la idea más inteligente con la helada lluvia que caían torrencialmente sobre aquel sector de la gran ciudad de Londres les decía su lado lógico, pero a ninguno de los dos le importó en aquel momento, mientras jugaban a perseguirse bajo la lluvia riendo tan fuerte como si tuvieran 6 años. Ambos no podían negar que sus corazones latían rápidamente no solamente porque estuviera corriendo, sino porque estaban creando un lazo entre ambos que se hacía cada más fuerte y ninguno se oponía a eso.

Quizá llevaban 20 minutos mojándose en aquella lluvia que no comenzaba a sentirte tan helada con cada minuto que pasaban bajo ella cuando Zayn se acercó nuevamente a Liam con pasos rápidos y le sonrió, inmediatamente el castaño supo que tenía alguna otra idea rondándole la cabeza, tenía curiosidad por saber que sería esta vez.

— ¿Qué pas...? — La pregunta murió en su garganta cuando Zayn lentamente le tomó la cintura con el brazo izquierdo y lo acercó a su cuerpo hasta dejar un pequeño espacio que los separaba, un pequeño espacio que para Zayn se sintió aún más grande, pero no lo acercaría más si eso no era lo que Liam quería, no lo pondría incómodo, no después de haber vivido con él uno de los mejores momentos de su vida, nunca se borraría de su cabeza cada detalle de aquella escena, de eso estaba seguro.

— Baila conmigo. — Fue todo lo que el chico le dijo, mientras tomaba la mano suelta de Liam con su propia mano libre y lo miraba a los ojos con profundidad, observando cada una de las emociones que corrían tras los ojos chocolate que lo contemplaban con curiosidad.

Liam no le dijo absolutamente nada por unos largos segundos, solo se limitaba a observarlo y Zayn temió haberle enfadado o incomodado, estaba a punto de comenzar a disculparse, pero el castaño le interrumpió sus pensamientos cuando levantó su mano y la posicionó suavemente sobre el hombro del pelinegro mientras reafirmaba el agarre que tenían ambos. El chico solo pudo asentirle con una pequeña sonrisa, perdido en sus ojos con un lindo rubor manchando su blanca cara y Zayn solo pudo querer gritar de alegría en medio de la calle, no se lo podía creer.

Solo podía ver aquellas escenas en las películas, era tan irreal estarla viviendo que se sintió soñando por unos momentos, pero mirando a Liam frente a él, supo que esto no era un sueño, estaba aquí, esto era real y su corazón se regocijó al sentirlo. Mientras se movían con tranquilidad por aquella fría calle, siendo empapados de pies a cabeza por la lluvia que los acompañaba, ambos sintieron no podía haber un momento más cálido como este, sus corazones parecían ser uno solo y sus almas se entrelazaban. Allí entendieron que la lluvia no solo te abraza bajo su manto en momentos tristes y de desolación, también puede estar allí cuando necesitas sonreír y reír, porque sus gotas extrañamente otorgan una calma que parece sumergirte en un océano infinito del que pides nunca salir.

El sol no era siempre calmante. Los días soleados y los arcoíris no eran nada comparado con la lluvia, claro que cuando todo estaba despejado y tenía aquel brillo deslumbrante todo parecía tener un aura más alegre, nadie negaba eso, pero había que dejar de relacionar la lluvia con tristeza y lo soleado con alegría, porque no siempre lloras de tristeza y ríes de felicidad. Una sonrisa puede ocultar un cortante dolor y un llanto puede derramar felicidad por todas partes. Estamos hechos para sentir y nada cambiará eso, sin embargo, nos volvemos locos buscando un equilibrio para controlar los sentimientos que arrasan nuestros pechos diariamente, vivimos pensando y pensando en posibilidades hasta caer en un hoyo de ideas que no parecen dejarte descansar y es ahí cuando te rindes.

Resultados hay muchos, oportunidades pocas y una sola vida.

Liam pasó años buscando aquel preciado equilibrio y se desesperó completamente al notar que no podía llegar a alcanzarle, por más cerca que estuviera, entonces, se dejó llevar por el tormentoso río de emociones que lo consumían diariamente, pensamientos del pasado, del presente y del futuro que parecían no dejarlo dormir, pasaba cada noche pensando que si hubiera una forma de apagar esa maldita máquina que tiene por cerebro, lo haría, lo haría sin dudar. Ya no soportaba el calvario de tener que pensar cada pequeña cosa que estuviera haciendo, pero era inevitable comenzar cuando sentía aquella conocida punzada en su corazón, aquella que parecía una verdadera alarma que despertaba su ansiedad y la transformaba en aquel vil monstruo que el conocía tan bien que lo llegaba a marear.

Pero, de pronto, había llegado Zayn a su vida y extrañamente había traído paz a su mundo interior, había calmado sus demonios internos y los había reemplazado por hermosas voces que solo cantaban lindas melodías que parecían dormirlo cada vez que las escuchaba. Ya no sentía miedo por estar solo con su cabeza, porque Zayn siempre aparecía en sus recuerdos y ralentizaba su corazón con suavidad, trayéndolo al mundo real, siendo esa cadena que no lo soltaba jamás para que caiga en su cabeza y se perdiera entre la oscuridad que allí reinaba diariamente. Zayn le estaba dando una esperanza, él era una pequeña luz que lo estaba guiando por entre las horribles sombras de la noche, aquella luz nunca lo dejaba solo y siempre le animaba a continuar, aunque había ocasiones en las que Liam se armaba de valor y caminaba solo por entre la oscuridad, aquella lucecita nunca lo perdía de vista y estaba cerca por si él la llegaba a necesitar, brillando tan intensamente cuando Liam no lo necesitaba tan seguido, sabiendo que poco a poco estaba comenzando a ser valiente por sí mismo, sin embargo, nunca lo abandonaría. Liam sabía igualmente que tampoco dejaría a Zayn.

El pelinegro puede decir que en sus peores momentos Liam nunca lo abandonó, siempre estuvo a su lado, aunque no fuera físicamente, ya que, en ese entonces aún no tomaba valor para irle a hablar, pero igualmente tuvo el mismo efecto calmante en él, sintió que ningún otro consuelo fue mejor que cuando aquel día en el colegio, mientras miraba triste su comida, sintió a alguien observarle, levantó su cabeza y se encontró con la mejor sorpresa de su vida, Liam lo miraba, manteniendo su nerviosa mirada en él unos segundos lo suficiente para que se diera cuenta de cómo el castaño frotaba sus manos con un gesto tan nervioso que Zayn entendió que parecía querer venir a hablarle, pero su ansiedad le consumía el pecho y no podía levantarse por la forma en que movía con dificultad su pierna, lo comprendió sin siquiera dirigirle la palabra y sintió que estaban tan conectados para entender los gestos del otro que se emocionó y olvidó su tristeza toda la semana, fue el mejor día de su vida.

Ahora no puede creer que ambos estén a menos de unos centímetros, bailando como si fueran solo ellos quienes existieran, tan pegados que parecían fundirse en uno solo, su corazón no dejaba de estallar.

— Gracias por acompañarme, Li. — Susurró Zayn sonriente, una vez que entraron a la casa luego de casi una hora de haber estado afuera, ambos estaban estilando agua por todos lados y temblaban como pollos del frío que les pegó repentinamente al separar sus cuerpos al dejar de bailar.

— No agradezcas, Zee, es-stuvo genial. — Liam le dijo bajo, dándole también una pequeña sonrisa tímida que derritió al chico mayor, aunque de pronto el castaño tomó la mano del pelinegro y lo comenzó a arrastrar hacia la segunda planta de la casa con algo de esfuerzo. — Ven, tenemos que cambiarnos o nos vamos a enfermar.

Y Zayn no tuvo ninguna protesta ante aquella dulce orden. 

☁️ «SHY» | Ziam © ☁️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora