☁️ «SHY» | Ziam © ☁️

☁️ Capítulo 24 ☁️

— ¿Cómo te sientes? — Liam inmediatamente levantó la cabeza al oír la suave voz que llenó sus oscuros pensamientos de una ligera luz. Sabía que podían pasar siglos y su corazón seguiría palpitando tan nerviosamente como la primera vez que escuchó aquella tan armoniosa voz, no importaba qué, su alma seguiría reconociendo siempre al dueño de sus incansables y más esperanzadores pensamientos.

Cuando Zayn se sentó a su lado, el castaño casi logró sentir el calor que emitía el alto cuerpo, el palpitar tranquilo de su pecho comenzó a retumbar en sus oídos y las lentas respiraciones que el muchacho soltaba erizaban su piel de manera impresionante. Con el pulgar acarició tímidamente la cálida taza de té que tenía entre sus temblorosas manos y trató de alejar ese repentino vacío que oscurecía su corazón. Un inexplicable abismo de inseguridad que lo encadenaba una y otra vez al fondo de ese frío y solitario lugar, un lugar del que siempre luchaba por salir.

— Bien. — Fue el suave murmullo que logró pronunciar con la poca voz que aún mantenía guardada. Los ojos le seguían picando y el nudo en su garganta se sentía cada vez más insostenible, un dolor agudo, punzante, que ascendía hacia su cabeza y explotaba en sus sienes.

— ¿Estás seguro? — Zayn cuestionó gentilmente, sin apartar en ningún momento la mirada del chico castaño que rehuía absolutamente sus ojos. Podía ver el color rojo naciendo de ambas pecosas mejillas y simplemente pareció más maravillado de lo que ya estaba.

Los ojos dorados, derretidos por el gran sentimiento que guardaban, recorrían tranquilamente las dulces facciones del otro chico, asegurándose de guardar cada detalle en su corazón, porque, por más veces que miraba al chico, por más veces que repasaba cada línea, arruga, peca o vello nunca encontraba las mismas expresiones. Nunca volvía a ver dos veces la misma arruga cuando este se reía o cuando sonreía, y eso le encantaba.

— No l-lo sé. — Liam pronunció suavemente, los labios le comenzaron a temblar y algo en su corazón comenzó a desmoronarse. Sintió el leve ardor de las nuevas lágrimas crecer en sus ojos, pero algo en su cabeza le dijo que no podía seguir llorando por todo, que debía ser fuerte por una vez, ¿qué pensaría Zayn si solo lo veía llorar? No sería justo para el moreno solo ser un pañuelo.

Por eso, intentó tragar dolorosamente el enorme bulto en su garganta, era un vano intento de que su corazón ya no sintiera más. Sonaba extraño decir aquello cuando Liam sabía era una persona que sentía siempre, solamente que a veces demasiado y muy profundo, porque no era muy capaz de moderar la fuerza con la que sus emociones salían a flote. Era de un corazón bastante blando, pero él no quería seguir siendo así de frágil, Liam sentía que necesitaba comenzar a tomar el control.

— No podemos manejar los sentimientos de una persona, Li, Andrew no va a ser el primero o el último en pasar por esto, creo que todos alguna vez nos hemos enamorado y nos han rechazado. — Zayn mencionó, asegurándose siempre de mantener un tono de voz sereno y tranquilo. — Son cosas que pasan, sé que duele y sé que no querías herirlo, pero no puedes mentirte a ti mismo o a tu corazón. Él lo superará tarde o temprano, cariño.

Liam lo sabía. Entendía que era una situación que iba a pasar con el transcurso perezoso del tiempo, pero, a pesar de eso, no podía evitar sentirse culpable por todo. No era él, era aquella incansable voz que retumbaba en el fondo de sus pensamientos, esa que lo conocía completamente y que siempre estaba atenta a algún error que cometiera para golpearle en donde más le dolía. El castaño la podía imaginar como una siniestra criatura, una que babeaba sedienta, exigiendo probar alguna gota de dolor, visualizaba los largos dedos de los que se podían ver los huesos sobresaliendo de entre la delgada carne podrida. Ojos oscuros, vacíos, como dos fosas profundas, fosas llenas de almas perdidas que se ahogaban en sus propios arrepentimientos y lamentos.