『17: Inmersa en su piel 』

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Y entonces un día el capricho del enfermo fue cumplido, pero no bastó. Uno nuevo y más grande surgió, volviéndose tan necesario como una medicina.

Naila entra al departamento con algo de timidez, deja su bolso y abrigo sobre un sofá que le indica Mei y ambas continúan caminando hasta llegar a la habitación

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Naila entra al departamento con algo de timidez, deja su bolso y abrigo sobre un sofá que le indica Mei y ambas continúan caminando hasta llegar a la habitación.

–¿Quieres algo de beber para relajarte?

–Sí, por favor– sonríe sin mostrar los dientes.
Después se acomoda en la cama con las piernas en cruz.

Mira un punto fijo de la ventana a su derecha en silencio. No podía creer que Madam Victoria había accedido a la oferta de Mei sin siquiera dudarlo un momento.

–¿De qué condición hablas?

–Quiero llevármela por una noche– señala con su dedo a Naila, la cual se sorprende al oír tal petición.

–¿Estás diciendo que además del dinero, también la quieres a ella?– habla Steve cruzando sus brazos.

–Sí.

Las miradas caen sobre Naila.

–Ella lo hará– afirma la matriarca.

No podría haberse negado. Tenía un compromiso que cumplir, pero se sentía extraño pensar que ni siquiera le habían preguntado.

La señora que tanto se llena la boca hablando de actos consentidos y el respeto por la mujer, ahora había tratado a la joven como un pedazo de carne.
Eso le pinchaba un poco su nube de admiración.

–He vuelto– sonriente la chica se sienta junto a ella a la vez que le extiende una lata de cerveza –Te ves inquieta ¿Es la primera vez que tendrás sexo con otra mujer?

–No, no es eso– niega y toma un poco del alcohol –He tenido varias experiencias con mujeres, pero jamás con alguien que podría considerarse cliente.

–Solo piensa que esta cliente te hará sentir mucho mejor que cualquier cliente varón– con descaro toma su rostro y le planta un pequeño beso en los labios.

Sin pronunciar alguna palabra más, Mei comenzó a deshacerse  de su ropa hasta quedar solamente cubierta en la entrepierna por un cómodo bóxer.
Se giró en dirección a Naila, que había mirado con atención todo, y le quitó la lata de las manos. Para luego derramar lo que quedaba de cerveza en sus propios pechos y cuello.

–¿Podrías limpiarlo? No me gusta desperdiciar– la miró con una ardiente mirada cargada de picardía.

Naila se levantó también y posó sus manos sobre los hombros de su nueva clienta, para luego comenzar a dejarle suaves besos en el cuello. Su boca repasó cada centímetro de su clavícula, bajando por sus axilas hasta llegar a los senos.
Los ojos de Mei no se perdían de nada de lo que estaba ocurriendo. Su cuerpo estaba más que listo para avanzar.
Cuando sus erectos pezones comenzaron a ser lamidos, ella gimió impaciente.

Capricho (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora