『24: Deseo doloroso 』

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No te enamores de la soledad, porque una vez que te abrace no querrá soltarte.

Los gemidos se habían convertido en pequeños jadeos apenas audibles debido a la agitación y la falta de hidratación en sus gargantas

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Los gemidos se habían convertido en pequeños jadeos apenas audibles debido a la agitación y la falta de hidratación en sus gargantas.

–Evolet, si continuas moviéndote así...

–Zafiro– corrige sobre su boca –Cuando no estoy de servicio me gusta usar mi nombre real. Ahora, cuéntame ¿si sigo moviéndome así qué?

Si responder la toma de la cintura levantándola de la cama. Rápidamente su cuerpo se cierne sobre ella y la penetra redoblando a intensidad de las embestidas. La cálida lengua de Alan explora con hambre uno de sus pechos mientras que con una mano estimula el otro.

La fusión de ternura con la que la toca y la rudeza con la que la embiste la desconcierta. Es como si experimentara tener enfrente de ella ambas personalidades actuando simultáneamente para hacerla suya. Alan y Killian. Killian y Alan, un mismo cuerpo volviendo loca a una misma mujer con dos nombres. Zafiro y Evolet.

En un arrebato de pasión Zafiro envuelve con las piernas su cintura y lo aprieta, tanto por dentro como por fuera. Araña con fervor inconsciente aquella ancha espalda masculina al mismo tiempo que no puede dejar de gemir bajito.

Alan la besa insaciable. Sus músculos se tensan, a la vez su cabeza comienza a doler imperceptiblemente, a causa del placer.

Por fin se deleitan juntos de un explosivo orgasmo que los deja completamente debilitados. Se mantienen estáticos uno sobre el otro hasta que sus respiraciones se normalizan. Luego se recuestan uno junto al otro en silencio, un silencio nada incómodo y aprovechado para recobrar el conocimiento.

–No lo entiendo– habla Alan por fin.

–¿El qué?– la ojiazul se gira recostando su cabeza sobre la palma de la mano.

–No entiendo cómo es que puedes darle precio a tener sexo contigo.

Zafiro levanta una ceja, incrédula de lo oye. Al ver que no es broma se hecha a reír sinceramente.

–De verdad. No podría darle ponerle precio a tan alto placer como el que acabo de experimentar.

–¿Ahora dirás que soy el mejor polvo que has tenido y ojalá la próxima no te cobre tampoco?

Alan sonríe ante la pregunta, toma la barbilla de la chica y opta un tono condescendiente –Por supuesto que eres el mejor polvo que he tenido, y tendré. La próxima tú me rogarás por tener sexo gratis conmigo.

La joven abre la boca ofendida y se aleja de su tacto con molestia.

–Eres insoportable. Un día te ahogarás en ese ego.

–El ego es lo único en común que tenemos Killian y yo. Bueno, ahora también nos acostamos con la misma mujer– lleva sus brazos detrás de la cabeza y mira el techo con su característica seriedad en los ojos.

Capricho (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora