『23: Tercer encuentro』

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Mientras que algunos encuentran paz en el arte, el amor, o la calma, yo encuentro paz en el caos.

Mientras que algunos encuentran paz en el arte, el amor, o la calma, yo encuentro paz en el caos

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Evolet cierra la puerta detrás de sí sin quitarle los ojos de encima al peliblanco. Él tampoco se pierde de ningún movimiento, incluso esboza una sonrisa pretenciosa en el momento en que la joven se deshace de su chaqueta y la arroja en algún lugar de la sala.
Sin disimulo la mira de pies a cabeza. Vestida con un espectacular conjunto de dos piezas color azul dejaba poco a la imaginación. Sus piernas y abdomen desnudo eran lo más llamativo.

–¿La sucia cama de la cárcel te disgustó y escapaste?– pronuncia la chica con burla.

–¿La sucia cama del burdel te disgustó y viniste a refugiarte a casa, princesa?– contraataca sonriente él.

Zafiro disfraza su disgusto con desinterés, mira a su alrededor buscando más personas.

–Estoy solo– dice adivinando sus pensamientos.

Ella asiente, masajea el puente de su nariz con su mano libre y habla con lentitud:
–Alan– es la primera vez que lo llama directamente por su nombre. Esto no pasa desaparecido para él –No me importa cómo hiciste para llegar aquí, pero quiero que te largues ahora mismo.

–¿Cómo sabes que no soy tu querido Killian?– pronuncia el nombre con desprecio.

–Con lo poco que conozco a Killian puedo decir que no se atrevería a venir aquí luego de que hayamos descubierto que le disparó a una de mis amigas.

–Suenas segura de ese hecho.

–Lo estoy– habla entre dientes con rabia aun sosteniendo su cuchillo –Mi amiga me lo dijo. Confío en su palabra.

Alan suspira y niega, como si eso haría que las acusaciones disparadas hacia él se disiparan. Luego señala el sillón frente a él.

–Hablemos.

La sangre de la pelinegra se calienta con tan solo ver la actitud arrogante de él. Quiere hacerle daño, mucho. Se acerca hasta una distancia prudente.

–Eres un maldito insolente de mierda.

–Y tú una ingenua, Evolet.

Se levanta con calma. La afilada punta del cuchillo se posa en su pecho cuando él acorta la distancia entre ellos.
La chica no aplica presión para que le sirva como mera advertencia.

–No tienes ni idea de quiénes están detrás de ti– habla pausado. Tiene el impulso de acomodar un mechón de ella detrás de la oreja, lo hace olfateando su perfume durante el proceso.

Ella lo deja, sin apartar la mirada de odio fingido.

–¿Y tú sí?– aprieta el mango del puñal –Te estoy escuchando.

Él se niega a decirle más de lo que debe.
–No sé en qué se habrá metido el idiota de Killian, pero me enteré en los líos en los que estás tú.

Capricho (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora