『1: El Rojo Vino de Sus Labios』

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"La seducción es siempre más singular y sublime que el sexo y se ordena al precio"
-Jean Baudrillard 

"La seducción es siempre más singular y sublime que el sexo y se ordena al precio"-Jean Baudrillard 

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【𝗩𝗶𝗰𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮】

Hace 20 años. 

Nevada, Estados Unidos.

−Madame...me duele mucho− expresa entre sollozos.

−Lo sé querida, lo sé− acaricio su cabello −Esto no se quedará así. Ya hemos aguantado muchos maltratos.

−¿Qué planea hacer?− pregunta Briyith, buscando en el estuche de maquillaje algo para tapar las marcas en la piel de su hermana.

−Darle a Levinton lo que quiere.

Del escote saco un pequeño labial y lo destapo, revelando que hay un diminuto frasco con un polvo blanco que las chicas no logran ver porque estoy de espaldas.

−¿Cómo?

−Madame, desde que está en este lugar el señor Guillermo quiere acostarse con usted ¿Y ahora lo complacerá por mis golpes? No, no, no. Ese cerdo es incluso peor que el que me golpeó. No lo haga.

Negando coloco una pierna sobre la silla, subo consideradamente mi vestido hasta la cintura, y escondo en la liga de mi muslo el labial falso. Vuelvo a la posición inicial y arreglo mi cabello.

–Él me invitó a cenar– miento sin descaro –Decidí aceptar para intentar llegar a un acuerdo y que estos maltratos se acaben.

–No quiero ser ave de mal agüero...pero es un gran sacrificio para algo que tal vez no funcione– suspira resignada Kira.

−Tranquilas. No es ni el primer ni el último bastardo que tendré entre las piernas. Será una experiencia tan placentera para él que lo haré...llegar al más allá− finalizo riendo.

−Cuando habla así da mucho miedo...− comenta Kira.

"Si me vieran en verdad enfadada..."

−Continúen arreglándose y vuelvan al show. Yo me encargaré de cambiar el tipo de administración que tiene este lugar− dicho esto doy media vuelta y salgo de allí con intencion de ir al salón de baile.

Debo esperar a que Levinton se desocupe. Mientras tanto puedo hacer los preparativos para su última cena. Para ello voy hacia mi habitación, en el segundo piso, ignorando los silbidos y cumplidos de los borrachos que se me atraviesan en el camino hasta las escaleras. Arriba está  Jimmy, el vigilante de la zona privada, quien me permite el paso sin preguntas.

−Jim quiero que envíes a mi habitación una botella de vino, copas y algo para picar, por favor.

−Por supuesto, señorita− asiente. Le regalo una de mis mejores sonrisas al pasar por su lado.

Capricho (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora