『25: Marañas del pasado』

74 4 1
                                    

Si no ajustas los cabos sueltos, te saltarán en el rostro.

Si no ajustas los cabos sueltos, te saltarán en el rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

10 años atrás.

California, Estados Unidos. Orfanato de la ciudad.

A muchas personas les asusta estar en la oscuridad—en especial a los niños, a la mayoría de ellos— rodeados del completo color negro, a merced de lo desconocido. Ese no es el caso del pequeño Killian. En aquella habitación de castigo se siente mucho más cómodo que en la habitación que comparte con los otros niños. Oh esos niños. Son tan repugnantes con él. Se creen superiores por tener "buen comportamiento" frente a los maestros, cuando en realidad solo son una banda de hipócritas que lo juzgan por ser él mismo. 

"Hipócrita", una palabra que había leído en un libro que apenas había prestado atención, sin embargo esa palabra le gusta mucho. Describe a la perfección a esos niños.Killian no es hipócrita porque no usa máscaras, Alan tampoco. Eso les asusta a los demás.

Los niños notaron desde un primer momento, cuando Killian tenía apenas 5 años, que algo andaba mal con él. Ahora, luego de algunos años esto se había reafirmado. En cambio, para los adultos aún seguía siendo un revoltoso fanático de meterse en problemas. Por un lado es innegable que el pequeño de ojos azules disfruta de pasar tiempo castigado en aquella mini habitación repleta de productos de limpieza, pero no se considera a él mismo alguien a que le guste arrojar insectos a sus compañeras de clase. Lo habían inculpado, siempre lo hacían esos niños, pero jamás negaba los hechos para poder terminar en aquella oscuridad.

–Alan ¿Crees que las niñas le tienen miedo a los bichos como me tienen miedo a mí?– En el exterior no se oyó respuesta alguna. Dentro de Killian un sentimiento de soledad lo inunda como respuesta. –Pintaré un dibujo para Molly, ella es buena conmigo. Creo que también la miran como un bicho.

Killian cierra los ojos en el momento en que ese martilleo en su cabeza regresa. Golpea sus sienes con la palma de las almas y niega, niega muchas veces.

"Otra vez va a pasar. Me duermo y aparezco en un lugar que no recuerdo ¿Serán mis poderes de teletransportación, como en esa historieta que leí?" 

Su ingenuidad e inocencia no le permitieron saber lo que sucedería a continuación. La maestra Sullivan abre la puerta del "Castigadero", como lo llaman los huérfanos, y espera unos segundos a que Killian salga. Habían pasado dos horas desde que lo habían metido allí bajo llave.

–Killian, cariño– llama suavemente con expresión de verdadera pena –Hablé con la directora ¿Sabes? Puedes salir al almuerzo si quieres.

El cuerpo del niño sale lentamente de la oscuridad. Su postura es la de un pequeño soldado; Las manos detrás de la espalda, mentón levantado, y mirada clavada en la maestra. Ella extiende su mano sonriente, él niega y sale de la habitación recién cuando la maestra empieza a caminar hacia el comedor.

Capricho (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora