Pink Paradise es conocido por ser el más prestigioso y fino burdel de la ciudad. Este es el escenario de un grupo de prostitutas con pasados difíciles y presentes tortuosos. En medio de este caos, un poderoso mafioso comienza a tener una peligrosa f...
La deuda más grande que tenemos en esta vida es con la muerte.
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【Killian】
Nevada, Estados Unidos.
Llevo dos horas de regreso y los problemas me están asfixiando de nuevo. Me quieren echar de mi propio departamento. Alan estuvo al control durante tres días solamente.
–Eso es imposible. He estado pagando la renta desde hace un año, me atrasé unos meses solamente. Yo...Solo necesito un poco más de tiempo–hablo por el interlocutor.
–Señor váyase. No podemos continuar esperando a que pague sus cuentas– responde la mujer.
–No sé de qué está hablando. Necesito ir por mis cosas.
No recibo respuesta. Frustrado apoyo mi cuerpo en la pared, echando la cabeza hacia atrás. Un largo suspiro Los segundos se vuelven minutos y los minutos una hora. No sé qué más hacer. No me atrevo a volver al departamento de Will o Gastón.
–Ey tú.
Levanto la vista con ensoñación. El sueño estaba a punto de apoderarse de mí.
–Puedes subir. Tienes solo 5 minutos. Yo mismo te sacaré– habla el inquilino frente a mí.
–Solo necesito un minuto– me levanto y le quito las llaves de la mano.
"Espero que no hayas hecho nada alocado, sino yo mismo cortaré nuestro cuello" pienso a la vez que subo los escalones con prisa.
En el trascurso de abrir la puerta e ingresar al departamento siento mis manos temblorosas. No recuerdo la última vez que mi cuerpo recibió comida.
Lo primero que visualizo es orden. Cada botella de cerveza y prendas de vestir que habían estado en el suelo ahora yacían en otra parte, los pocos muebles de la habitación se ven relucientes, y la pintura tan deseada cuelga de la pared justo enfrente de la cama.
Muchos podrían decir que alguien me hizo el favor de ordenar todo para hacerme feliz, pero por el contrario, yo disfruto de mi propio desorden. Se que Alan hizo esto más para molestarme que por él mismo. Él es adicto al orden, necesita tener todo limpio y controlado.
Estaba recolectando mi ropa y otras pertenencias, cuando por el rabillo del ojo noté un objeto que antes no había visto. Me detuve en seco y sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Era Evolet. La misma chica que había visto hacía tan solo unos pocos días danzando sensualmente frente a mí.
