cuatro

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Enid rascó su nuca nerviosa, mientras veía a Merlina, y relamió sus labios, pensando bien sus palabras. Se recargó en la pared, alisó su camisa, y suspiró, cerrando sus ojos. ¿Cómo hacerlo? Carraspeó, llamando la atención de la chica que estaba limpiando el microondas con el hisopo y aceite de bebé.

Mordió su labio, llevándose piel entre ellos, y por fin habló.

―¿Te gustan las películas de terror? Es sólo que están pasando 'El Conjuro' en la tele y pensé que te gustaría verla― su mano pasó a su hombro y lo rascó, nerviosa, viendo a la estudiante asentir de forma tímida, y sonrió―¿Si te gustan?

―No me gusta mucho el cine de terror pero creo que la puedo aguantar, Cristian dice que no da tanto miedo― Enid sonrió, y caminó a la cocina, sacando una bolsa de palomitas de su alacena, viendo a la menor con una pequeña sonrisa.

―No creo que de tanto miedo como para no dormir, y de todos modos, está el nido― presiona unas cosas en el microondas y después de hacerlo, ella misma limpia la mancha de su dedo que quedó en el número y en el botón. Lo limpia dos veces y voltea a ver a la menor―ve a la sala, Mer, yo llevo todo, voy en dos minutos.

Asintió repetidas veces mientras dejaba de abrazarse a si misma y caminaba a la sala, viendo los anuncios coloridos y de gente sonriendo.

Subió sus pies, quitándose los zapatos, y abrazó sus rodillas, entrando en calma. Cierto, seguía teniendo las feromonas de Enid, siempre las tenía, desde que se levantaba hasta que dormía abrazando una almohada que la alfa le dió de su cama.

Era muy responsable, también de forma afectiva, y se lo demostró en ese pequeño detalle.

Merlina se acurrucó más, llevando su nariz a su propio hombro, inhalando el olor. Su sudadera, la de su alfa.

Había veces olvidaba que lo era, lo era por completo. Enid era su alfa, y ella, era la omega triste y dañada de la perfecta Enid Sinclair, hay papeles que lo abarcan, que lo dicen, y lo más importante, la marca en su cuello.

La marca en su cuello que arde un poco, pero con las feromonas pasa a segundo plano, algo que se le puede olvidar de forma fácil y se alivia. Hay veces que quisiera que pasara lo mismo con su amargo recuerdo.

Un olor a mantequilla la distrajo y la alfa la vió, sonriendo, entregándole el envase con palomitas y su té. Ese té. Se sentó a su lado, pero dos asientos separada.

Porque podría ser su alfa, se supone que lo era, pero no del todo. Porque después, siempre sería una omega inútil, una omega que no puede complacer a su alfa ni darle el simple placer de tocarla por las noches, el placer del consuelo y de descansar abrazando lo que se supone, que es suyo.

Aunque eso fue marcado por Enid, desde un principio, y no era porque le diera asco o le pareciera así. Pero Merlina nunca se vería como la ve Enid.

La rubia la vió fija, veía como de forma inconsciente se acercaba a ella de un brinquito por el susto, y sonrió, acomodando sus lentes y dejando de ver a la omega por el rabillo de su ojo, a verla por completo. Una omega hermosa, que suponía que había más de 4 personas queriendo marcarla, una omega que con verla sentías algo, pero no sabías que.

Un sentimiento de querer acercarte pero si lo hacías, podías dañarla y romperla, como si de la más fina porcelana se tratara, podías hacer que se alejara. Enid en un pequeño movimiento se estiró, acomodándose más junto a Merlina y cuando dejó de estirarse, dejó su brazo caer en el hombro de la menor.

No se quitó, y se acomodó más contra ella, haciéndola sonreír muda, acercándose más a ella. No la sintió temblar, no la sintió removerse, y esperó que fuera más porque estaba enfocada en ver la película.

El que se acurrucó más le dió una buena señal, y comenzó a tomar una palomita mientras veía la película, más viendo a la menor que nada. Por si se removía incómoda, por si hacía un movimiento que lo presentara, Enid alejaría su mano.

Y nada vino. Nada más que pequeños saltitos por parte de ambas y después una risita, viéndose, varias preguntas que Enid no sabía contestar porque jamás había visto la película, y que Merlina se acurrucó por completo en el hombro de la mayor viendo la película. Había pasado más rápido de lo que se imaginaba, pero al recordar las feromonas y que llevaba tres semanas acostumbrada al nido, aterrizó.

Era su olor, no era ella.

Y no supo si era bueno o malo. Esperaba que bueno. Iba a agarrar otra palomita hasta que un screamer ocupó toda la pantalla y la menor saltó más fuerte que antes, tirando con ello las palomitas, regándolas por toda la sala. Un pequeño impulso, el miedo era natural, fue un accidente, pero la menor se tiró al suelo y comenzó a cubrir su rostro, asustada, temblando, cuando la mayor la llamó para preguntarle si estaba bien.

Rogando, sollozando, y ahí, su corazón se estrujó y se rompió en mil pedazos, sus ojos se llenaron de lágrimas y se acercó, de rodillas, a Merlina, viéndola. El mal sabor de boca la atacó, sus labios temblaron y sostuvo su rostro.

La menor esperando un golpe, pero la mayor se acercó poco a poco, viéndola.

Susurró lo más calmada posible para no alertarla, y desprendió más feromonas.

―¿Puedo tocarte?― un asentir y su brazos rodearon la cintura de la más pequeña, atrayéndola a ella, acurrucándola en su hombro, y cuando cerró sus ojos, sintió una lágrima, una suya, resbalar.

Merlina necesita todo, pero todo, de ella. Empeño, responsabilidad, cariño. Acarició su cabeza cuando la escuchó intentar explicar pero sólo negó, hablando calmada.

―No me tienes que explicar nada si no quieres, Mer, cuando quieras, lento, puedes decirme― un leve asentir, y suspiró, al escucharla sólo sollozar. Sintió como el pequeño cuerpo se acercaba más a ella hasta quedar por completo abrazada, con sus piernas entrelazadas, y habló.

Habló con el tono más bajo de su voz, habló casi como si se lo dijera más a ella que a nadie más. Escuchó un:―contigo me siento segura, Enid― y la mayor sólo la abrazó más, acariciándola, comenzando a pararse para dejarla en el sillón, pero ese abrazo duró demasiado.

Era lo más que había tocado a la alfa desde que la conoce, y suspiró.

―Tienes que contarle ésto a la doctora Tanaka, esto es grave― un asentir, y la abrazó, más―¿Quieres ver algo más suave? Una comedia o algo así.― Esperaba que se negara y se fuera a su cuarto, pero sólo sintió un asentir.

Dejó que la otra la viera para alisar su pelo, acariciando su cabeza, y cuando la sintió incómoda la soltó, de todos modos viéndola.

Tomó su meñique, acariciando el suyo.

―Han pasado casi tres meses, y lamento que desde el principio hasta ahora no confíe en ti, pero, tengo un pasado que me ha marcado, y me ha hecho desconfiar, Enid, pero ahora, puedo decirlo con seguridad que confío en ti, por favor, no me hagas daño...

―No debería ni prometerlo porque es algo que como ser humano, y como tu alfa, jamás debería hacerlo, pero Mer, quiero que sepas, que jamás te levantaría la voz y mucho menos la mano, nunca buscaría el hacerte daño, nunca,― y entrelazó su meñique, haciendo a Merlina limpiar sus lágrimas y entrelazarlo, asintiendo.

Ahora no sólo fue el meñique, sino, su mano, la que duró toda una película entrelazada con la de la omega.

.....

gracias por leer <3

when this rain stops; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora