veintiuno

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ADVERTENCIA
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En éste capítulo se hace mención de abuso físico, sexual y vómito. Si gustan pueden saltarse el capítulo.

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No sabía cómo empezar. Merlina antes de haberle pedido a Enid que pasara habló con la doctora Tanaka, sobre eso. Un trauma que su cerebro quiso esconder muchas veces hasta hacerlo pasar como un recuerdo borroso donde no recordaba nada, veía borroso y se negaba a querer recordarlo, Merlina asintió repetidas veces, limpiando sus lágrimas, y suspiró.

Vió a la castaña.

―Yo...yo quiero que Enid esté ésta sesión, quiero que escuche y que esté conmigo, ¿se puede?― Yoko asintió, viendo cómo la castaña sólo se quedó en el pequeño sillón, rascando su propia uña.

Exhaló pesado, después de escuchar todo lo que le hacía ese hijo de perra a la menor, y vió a la rubia, sorprendiéndose de no verla ordenando las revistas que estaban desordenadas en la mesa del centro. Pero de todos modos las estaba viendo fija, como resistiéndose. Carraspeó.

―Sabes que la terapia doble cuesta más― el gesto que le hizo la rubia, el que siempre le hacía cuando le daba a conocer que ya lo sabía o que estaba informada sobre ello. La dejó pasar, viendo cómo Merlina la sentaba a su lado, buscando su mano.

Se sentó frente a ellas, no en su escritorio como siempre, sino, en el sillón que estaba aparte.

Vió a la castaña, pidiendo permiso para hablar.―¿Quieres que le diga yo?

Negó, tragando saliva, sosteniendo la mano de la rubia más fuerte. Yoko agradeció que ésta no tuviera ningún ceño fruncido, sino, un rostro suave que miraba de forma atenta a su omega, uno neutro que rozaba a lo comprensivo. Escuchó a la omega volver a respirar.

―Las primeras semanas que vivimos juntas, ¿nunca te llegaste a preguntar por qué tenía todas esas cicatrices que tú misma curaste, con una crema, por qué me cubría cuando ocurría algún accidente frente a ti, o por qué me tensaba cuando me tocabas?― asintió―¿Po-por qué nunca preguntaste?

―Bu-bueno... porque quería esperar a que tú quisieras contarme, como ahora...― ver la sonrisa de la castaña, pero una triste. Se cubrió ese rostro, comenzando a sollozar, haciendo a su alfa acariciar su espalda, tragando saliva.

Vió a la doctora, iba a preguntar algo hasta que escuchó la frágil voz de su omega decir "que la doctora Tanaka te cuente porque yo tengo pena."

Enid se preparó mentalmente toda la semana, se preparó para recibir algo tan frío, duro, hostil, de recibir y saber cómo hacerlo para en el momento, saber cómo apoyar a su omega, pero nunca se preparó para recibir lo que Yoko dijo, con la voz rota, no queriendo imaginarse cómo lo diría Merlina.

―Merlina fue abusada sexualmente por su tío desde los 13 años, pasaron de ser tocamientos, describirle actos sexuales y hacerla ver pornografía con él... a... en su cumpleaños número 18 abusarla por penetración, abusos físicos por básicamente decirle que no, abuso físico por parte de su padre con arranques de furia y el abandono de su mamá a los 10 años.

De repente entendió por qué Merlina había vomitado por hablar de eso. Como había pasado por todo eso, como seguía, y por qué lo hacía cómo lo hacía. Enid no lo esperaba, pero si comenzó a entender de forma rápida, instantánea, el sentir de su omega, por qué actuaba como actuaba.

Yoko divisó cómo lágrimas se comenzaron a colar por los ojos de la rubia, cómo sonaba su nariz y cómo asintió repetidas veces. Acarició la espalda de Merlina con más cariño, pero la escuchó hablar.

―Él-él me hacía decirle cariño, y cuando tú me dices así tengo ese recuerdo, Niddie, él es malo, él siempre encuentra una forma de vivir en mí y de siempre estar cerca de mí, cuando tú lo haces me gustaría olvidarlo y pensar en borrar ese pasado con uno lindo, pero simplemente no puedo, porque soy una omega abusada, de tantos modos que puede que nunca seas mi primera vez en esas cosas porque estoy manchada, todo centímetro de mi cuerpo está manchado, usado― Enid negó, tragando saliva.

Habló.

―¿Puedo tocarte?― como los primeros días, que tenía que pedir permiso para que no la empujara o algo así, Merlina asintió―Dios, Mer, eso para una pequeña niña... eras una niña, no pudiste haber hecho nada, todo lo que lograste soportar, todo esto, te hace una persona fuerte, lo que sufriste en silencio... siendo una niña...

La castaña salió de su escondite, comenzando a hablar, por primera vez, siendo totalmente escuchada por las dos mayores.

Merlina se acercó a la cama donde veía a una Enid pensante, y se sentó a su lado, evitando mirarla.

―Ahora... ya sabes todo, entiendo si-

―Eras una niña, Merlina, una niña indefensa en ese entorno, nada de eso fue tu culpa, todos los demás la tuvieron, por estar expuesta a esa situación desde los 10 años, por favor no creas que eso me hace sentir asco, me hace sentir furiosa, sí, porque nadie estuvo ahí para protegerte, pero contigo para nada, hasta creo que eres alguien muy fuerte— besó su frente, abrazándola, sacando una pequeña sonrisa por parte de su omega—y, ¿cómo diría Cristian? Y la que lo soporte...

[Aquí acaba lo fuerte]

―Es 'Y la que soporte'― ve a la rubia asentir, pero la ve―¿De verdad piensas eso de mí?

―Eso y más, por favor, no vuelvas a pensar que tu pasado me hace sentir asco de tí o que cualquier cosa de ti, no lo hace, hace que quiera, abrazarte por siempre para que nada malo te pase.

Entonces ahí vuelve a sonreír, abrazándola, acurrucándose en su hombro hasta que escucha a su alfa―Por mientras hay que acostarnos, ¿Quieres ver una película?

―Que no sea de terror, ya es noche...

Era un día normal. Merlina sólo vio a su alfa ponerse las pantuflas para ir por unas palomitas mientras ella elegía cualquier película, y ahí, vió las marcas en sus manos, que ya se estaban borrando.

La lluvia ya no caía tan seguido, y si lo hacía pasaba a segundo plano porque estaba tan enfocada en hacer su vida, que ya no le afectaba como antes, que la deprimía, que la hacía llorar.

Se acurrucó en su almohada, suspirando, y ahí tiró la lágrima, la última lágrima que iba a tirar por su culpa, porque por fin lo pudo hablar, por fin lo pudo soltar.

Poco a poco, soltó la última lágrima que debía llorarle a ese amargo recuerdo.

Un recuerdo que pensó que iba a alejar a su alfa de ella, de producirle asco saber que no iba a ser la primera vez y que estaba corrompida, sólo fue algo que contó y que fue recibido, entendido, y totalmente, apoyada. Merlina se acurrucó completamente en el pecho de su alfa, inhalando su olor a menta que poco a poco se fusionaba con el suyo, y finalmente, habló, por primera vez, sin miedo, porque estaba totalmente segura de lo que sentía y que era correspondida. Habló fuerte, como nunca pensó hacerlo, bajo un techo donde vive con tanto amor, aprecio, respeto. Habló claro.

―Te amo, Niddie.

No necesitó una respuesta porque sentir el corazón de su alfa comenzar a latir como si fuera a explotar, a salirse de su pecho, fue suficiente

when this rain stops; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora