diecisiete

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―Merlina, ya puedes pasar― la castaña dejó la revista y se paró, volteando a ver a su alfa, que le sonrió y se acercó a besar sus labios, haciendo a la omega sonreír, volviendo a besarla hasta que un carraspeo las detuvo.

La doctora se apoyó en la puerta mientras veía a la castaña suspirar, mordiendo sus labios, paseando por todo su consultorio casi bailando. Habló en un suspiro.

―Nos besamos.

―Ya lo ví, lo ví, Merlina― la ve sonrojarse, tararear una canción suave y bailar, de nuevo suspirando. Yoko frunció su ceño, sentándose, sacando su libreta. Apuntó.―¿Nunca te haz sentido así?

Preguntó, haciendo que la sonrisa de la otra se fuera por unos leves segundos. Trago saliva antes de responder―Si, no, digo... yo...yo no, como no podía acercarme a otros alfas... a los 15 me llegó a gustar una beta pero mi tío dijo que si se enteraba que yo tenía pareja él la iba a mandar a golpear...

―Tu tío tenemos claro que no es nada agradable, pero hemos hablado de él, poco, pero de él si, ahora quiero aterrizar la relación con tu papá, Mer, porque quiero relacionar algunas cosas y ya estás más suelta, ya podemos aterrizarlo bien.

¿Su padre? ¿El mismo que la abrazaba y cinco segundos después la empujaba, rasguñando sus brazos? Merlina acarició esa cicatriz profunda en su brazo sobre su sudadera roja, y se sentó.

―¿No podemos hablar sobre otra cosa? ¿Sobre Enid?

―Ya hemos hablado mucho de Enid, Mer, nunca hemos hablado de tu padre.

Dios. Relamió sus resecos labios, respiró, y llevó su mano a su nariz, suspirando. ¿Su padre? No tenía mucho qué decir. Un hombre de 42 años que gustaba de tomar alcohol, que arreglaba computadoras y les instalaba sistemas que la gente no sabía y el fingía ser experto en ello, que gustaba de ver los partidos de béisbol con ella, pero que una hora después se encontraba llorando, solo, en su cuarto.

Merlina rascó su cuello, carraspeando.

―No siento que era tan malo como mi tío, mi tío sabía que estaba mal, que era asqueroso el...e-el, to-to-tocar así a-a una niña de 13 años, sie-siento que a mi padre más que nada, le afectó el abandono de mi mamá, porque antes era bueno, antes solía jugar conmigo, leerme cuentos, pero después de eso se alejó y no vió lo que pasaba con mi tío, quiero creer, porque si no, todos en esa familia estaban podridos.

―Lo lamento mucho― vió como anotó en su laptop y después volvía a su libreta, viendo de forma atenta a la castaña―esa diferencia que dices que había con tu tío, ¿sabes diferenciar cuáles eran? Más allá del abuso.

No había hablado tan fuerte de eso desde, nunca. Merlina llevó una mano a su rostro para limpiar una lágrima, pero la doctora Tanaka le dió una caja de pañuelos, diciendo que no lo oculte más. Habló.

―Mi papá solía leerme cuentos, buscar debajo de la cama para mostrarme que no había monstruos, solía comprarme nieves los domingos, de cereza con nuez, solía jugar con mi nariz, sonreír, hasta que se fue mamá, yo lo relaciono porque siento que algo se safó de él, no volvió a ser el mismo, o a lo mejor mostró lo que es en realidad, pero de todas formas, puede que extrañe eso.

―Extrañas los momentos con papá― Merlina asiente, suspirando—y los de mamá― ahora arrugó su nariz.

―Mamá sólo jugaba conmigo en la lluvia, me hacía leche y después se iba a desmayar en el sillón como siempre, mamá, mamá era diferente, hasta papá iba en los eventos de día de las madres porque mamá estaba tan, ida.

Una sonrisa por parte de la doctora, que hizo a Merlina verla, y limpió sus lágrimas.

―Quiero que sepas que, estás avanzando, Mer, las primeras veces que venías no podías decir más que tres frases, te lograba hacer hablar cuando hablabas de Cristian, pero ahora, sé el esfuerzo que estás haciendo para hablar sobre esto conmigo, y el esfuerzo, lo que lograrás, cuando se lo puedas contar a Enid.

¿Se lo podrá llegar a contar? Merlina vió el rostro dormido de su alfa y vió sus labios hinchados entreabiertos, sus cejas que estaban fruncidas, su rostro no tan calmado.

Había avanzado, tanto, tanto que sintió su corazón lindo cuando la besó, sintió más que un peso profundo, sintió un alivio, un peso menos, que con ayuda y con apoyo logra quitarse, pero de todos modos Merlina tenía miedo.

De ser la omega rota de la alfa perfecta, y ahora, que aterrizó totalmente y lo dijo en voz alta, una omega abusada desde que era niña. Merlina se acercó más a ella, buscó sus manos debajo de la cobija y la hizo abrazarla, suspirando.

Escuchó que la respiración de Enid se agitó hasta despertar, donde la vió.

Apenas la vió, sonrió, pero ver sus ojos llorosos la hizo fruncir su ceño. Se acercó, sosteniendo su rostro, prendiendo la lámpara.

―Mer, Merli, ¿Qué pasó, todo bien?― su rostro preocupado, sus manos que limpiaron las lágrimas. La omega limpió sus lágrimas, sosteniendo las manos de su alfa. Hizo un mohín, que hizo a la otra sacar uno, volviendo a acariciar su rostro repetidas veces, Habló.

―No soñé feo, sólo quería saber, ¿aún si te enteras que estoy más rota, tú seguirás a mi lado? ¿Te seguiré gustando?

Y no esperó que la alfa respondiera de esa forma, fuerte, segura, viéndola a los ojos.

Solo habló.

―No me importa porque ten seguro que yo estaré ahí, siempre, Mer, siempre trataré de darte apoyo, de tantas formas, que siempre podrás saber que siempre estaré ahí.

Merlina se acercó a abrazarla, asintiendo, repetidas veces mientras exhalaba en su cuello.

―En ese caso, yo también trataré de ser un apoyo para ti― y la sonrisa de su alfa, cómo la vió, Merlina se acercó a juntar sus labios una vez más, haciéndola suspirar. Se separó para verla, sólo para sentir latir más fuerte su corazón, sentir cómo le explotaba.

Como se emocionaba, saltaba, y pedía más. Merlina acarició el rostro de su alfa repetidas veces, sacando un sonrojo de esas suaves mejillas, comenzando a teñirse, ella misma rió, acercándose más, acurrucándose, acariciando su pantorrilla con su pie.

¿Era más que su olor? Merlina supo que sí al momento que abrazo a Enid, sólo por sentir ese calor y esos brazos reconfortantes. Si, había caído.

Pero el sentir el latir rápido en el pecho de su alfa, era mutuo.

El mundo que le dijeron que era mejor vivir acompañada de alguien que te ame, Merlina sonrió, suspirando. Si, era mejor.

Ella volvió a dormir, lista para tener cualquier sueño lindo.

Y se preguntó, ¿eso es amor?

Puede que sí, y no le molestaba.

when this rain stops; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora