dieciocho

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TW: MENCIÓN DE ABUSO SEXUAL Y VOMITO.

[..]


―¿Sobre lo que él hacia?― Yoko asintió, pero Merlina se sentó, haciendo que la doctora se parara de forma rápida, carraspeando―es que, yo...

―Es importante hablar sobre ello, Mer, no siempre es quedártelo, no es algo que te de pena, a ti no, es para alzar la voz, aunque no estés ya ahí, para que puedas afrontarlo, no ignorándolo en silencio.

Merlina vió sus manos, suspiró, y después llevó esas manos a su rostro. ¿Cómo lo haría si hasta ese día seguía tartamudeando por sólo hablar de él? Merlina cerró sus ojos y de esa forma habló. Mostró sus antebrazos.

―Él una vez me amarró de las manos para que no pudiera manotearlo, por eso las cicatrices, después apagaba cigarrillos en mi porque no me dejaba ser una buena omega para él, era un castigo... todo era un mal-maldito castigo

―Lo estás haciendo perfecto, Mer...― apretó sus ojos, no queriendo abrirlos, y después de tragar saliva volvió a hablar.

―Él... él... él a los trece años me dijo que esperaría que tenga 18 para hacerme su omega, que debía ir aprendiendo a... ser una omega para él― sus manos dirigiéndose a su boca, y negó, llorando, negando―después ese mismo día me dijo cómo lo haría, mientras me tenía sentada en su rodilla viendo mi caricatura favorita, el día de hoy no puedo ver 'Hora de Aventura' sin vomitar... y era mi única caricatura...

Ver sus ojos que impedían salir las lágrimas, sus ojos rojizos, mejillas, nariz, Yoko acercó un bote cada vez más mientras la veía hablar, Merlina apretó sus manos, sintiendo sus uñas enterrarse en su propia piel de forma dolorosa, pero luego llevó esas manos a sus antebrazos, abrazando la sudadera de Enid que tenía puesta.

Suspiró.—Sé cocinar porque él me obligaba a hacerlo, para acercarse a mí y lamer mi cuello, para oler mi cabello y que me dirigiera a él como si fuera mi pareja, le-le gustaba que le dijera amor, cariño, y yo... ¿ya?

―Lo hiciste grandioso, Mer, sé lo difícil que es para ti aterrizar todo esto, contarlo, volver a cavar en el trauma que querías olvidar.

Nunca lo olvidaba.

Merlina sostuvo el bote que estaba a sus pies y vomitó, haciendo a la doctora saltar por verla sacar todo lo que alguna vez tuvo en su estómago. Porque Merlina acababa de vomitar, vomito verbal y consecuente, vomito real.

Lo hacía mientras lloraba, sollozando, y lo que hizo definitivamente a la doctora saltar asustada fue un empujón en la puerta, como si quisiera ser abierta, y después varios golpes. Se quedó estática, como si no hubiera estado acostumbrada a ver eso, pero el escuchar su nombre en gritos reaccionó, corriendo a abrir la puerta.

Sin decir nada Enid entró, casi saltando, sólo por su omega que en cuanto la vió alzó sus brazos, sollozando. La rubia llevó sus manos a su propia cabeza, viendo a la doctora.

―Trae agua, por favor, Yoko.― La castaña le cedió el vaso al instante, y vió cómo la alfa le pasaba el vaso con sumo cuidado a su omega, viéndola con preocupación, acariciando su espalda. Vió a la doctora―no la obligaste a contarte nada, ¿verdad? ha pasado un tiempo de que-

Yoko sólo vió como la rubia paró de hablar y volteó a ver a Merlina, examinándola, y suspiró.

―Está temblando― ahora dijo más para ella y se acercó a ver a la menor, que se aferró más a ella―lamento haber entrado de esa forma aquí, Mer, lamento haber gritado, de repente llegó el llamado...

―No es eso, Enid, es sólo que tengo miedo de soñar feo hoy por hablar de él, siempre que hablo de él sueño feo...― besó su frente, llevando las piernas de la menor arriba de las suyas y suspiró, acariciando su cabeza.

―Me aseguraré de levantarte cada que des indicio de soñar con él, ¿si, cariño?― Yoko negó repetidas veces, no queriendo ver cómo la omega empujaba a la alfa, pero sólo vió cómo la otra asintió.

Antes de que ambas salieran, la castaña habló.

―Enid, quiero hablar contigo, que Mer se quede aquí si quieres.

La primera mencionada suspiró, y la vió.

― ¿Tienes otro paciente?― negó―por favor hablemos en mi casa, Mer tiene que estar en el nido para que pueda descansar― le mostró la pastilla que le acababa de dar la otra, y suspiró. Asintiendo, ganándose una sonrisa de la alfa. Ésta alzó un poco más el cuerpo de la omega, y salió.

Yoko vió cómo la rubia la depositaba de una forma cuidadosa en la cama experimentada, y se ocultó un poco al ver a la omega despierta, hablar. Tragó saliva al ver sus manos jugar.

―Hablaré un rato con la doctora Tanaka, Mer, tú duerme aquí, si necesitas algo recuerda que yo estoy en la sala.

Apenas salió del cuarto, vió a la castaña, y cruzó los brazos.― ¿Qué necesitas hablar?

―De tu relación con Mer― le señaló la silla para que se sentara y le cedió un té. La castaña suspiró―no esperé que la marca fuera tan fuerte, Enid.

―Ni yo, pero, hemos avanzado mucho― rasca su cuello nerviosa, suspirando.

―Mira, yo no te puedo contar sobre lo que me habla Addams en sus sesiones― el rostro que le mostró, uno serio, le demostró que lo tenía tan presente que hasta parecía decir 'y ni deberías'―pero si te puedo decir que tú eres un factor demasiado gigante en que vaya avanzando bien, va mejorando, una víctima de ese abuso tarda en recuperar esa vida en años, unos hasta mueren antes de hacerlo, y ver cómo ella logra tanto, no me suelo envolver de esta forma con mis pacientes, pero estoy tan agradecida que te hayas dado cuenta que ella necesita esta terapia y no sólo 'amor'.

Soltó todo, y Yoko, en los 3 años que conoce a Enid, es la primera vez que la ve sonriendo, pero con lágrimas en los ojos. Es la primera vez que la escucha sonarse la nariz con el dorso de su mano, porque siempre carga con algún pañuelo. Es la primera vez que la ve así de afligida. Relame sus labios.

La vió sonreír de nuevo, soltando una risita, y asintió.

―Entonces los 150 dólares por hora realmente deberían costar más, Mer, Mer está avanzando... estoy tan orgullosa de ella― esa sonrisa, la castaña asintió repetidas veces, palmeando la mesa, levantándose, dejando la taza boca abajo.

―Entonces me retiro, sólo quería decirte eso... y no deberías servirle tanto té a las visitas, si no quieres mejor pon una escoba en la entrada, así ni una plaga entra.

―Se me fue la mano, y ve con cuidado, Yoko, saluda Divina de mi parte.

Mientras dijo eso, se levantó, vio si su omega seguía dormida, y suspiró, viendo su agenda. La fanática del orden movió su pie, acariciando la agenda, viendo en la hoja final, con la letra más hermosa que había visto.

"Cada día va a ser mejor que el anterior.
-Te quiere mucho mucho, Mer"

Un latido fuerte, una sonrisa, y llevó una mano a su rostro.

Sí, y ella, Mer, lo sabía más que nadie.

when this rain stops; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora