1.Todos iguales

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Canción recomendada: Do I wanna know- Arctic monkeys.

Toc, toc

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Toc, toc...

Levanté la vista de mi cuaderno de anotaciones sobre posibles canciones que podría tocar en la batería, cruzando miradas con Nadia, mi mejor amiga, quien estaba recostada sobre el marco de la puerta de la sala de música.

—Max me comentó que te quedabas un rato más a practicar —cuando no Max hablando sobre mi vida, digamos que el guitarrista de la banda aparte de ser colorado era lengua suelta—. ¿Ya terminaste?

—Algo así —dije cerrando mi cuaderno para luego guardarlo en mi mochila negra, la cual estaba junto a mi asiento—. Deje de tocar hace un rato, no creo que a las monjas les agrade que toque la batería a esta hora.

Mire mi celular para observar el reloj, efectivamente eran las 21, hacía una hora había terminado la práctica de la banda, pero como no tenía una batería en mí casa para practicar me gustaba quedarme más tiempo en el colegio.

—Yo creo que las monjas son bastante rockeras como para decirte algo —rió Nadia, a lo que pase por el costado de la batería, me le acerque y saludé con un abrazo, el cual fue devuelto—. ¿Me acompañarías a la práctica de fútbol? Tengo que decirle algo a Adam.

—Nadia, sabes que me cae mal —dije cerrando la puerta de la sala con mi llave, privilegios de ser parte de la banda.

—Son cinco minutos, están haciendo un partido amistoso que ya va a terminar —ni con ese tono de súplica me logro convencer—. Después te invito a comer un lomito.

—Acepto, pero que sea rápido —sin más ambas empezamos a caminar por los pasillos de la escuela, mientras recordaba cuando exactamente había sido que nos habíamos empezado a odiar con Adam.

Capaz haya sido en 2018, cuando nos conocimos.

Hacía media hora me encontraba fuera de la preceptoría, la preceptora me había llamado para preguntarme sobre dudas que tenía acerca de mis datos personales. Era primer año y yo genuinamente estaba muy asustada, había mucha gente mayor y nueva alrededor mío, y me sentía muy sobrestimulada.

—Bueno, quédate parado al lado de ella, ya te hacemos pasar —un preceptor, también de mi año, acababa de llegar junto a un chico de mi edad, pálido, pecoso, de ojos azules, cabello negro y apenas más alto que yo.

—Adam —dijo mientras se paraba a mi lado, a lo que volteé a verlo confundida, ¿Quería hablar?—. Soy nuevo.

—América —respondí, apenas haciendo contacto visual, y acomodando mis anteojos—. Vengo desde primaria.

—Lindo nombre.

—Igualmente —respondí observando mis uñas, realmente odiaba hablar con gente nueva—. ¿Ya hiciste algún amigo en el segundo día de clases?

—Ethan, nos conocimos en el club el año pasado, los dos jugamos al fútbol.

—Qué loco, Ethan también es mi amigo —finalmente hice contacto visual, cruzando mis ojos grises con los suyos, azules—. Me comentó que quiere entrar al equipo de fútbol del colegio.

—Yo también sueño con hacer eso, dicen que está difícil.

—América, pasa —dijo finalmente la preceptora, para luego analizarnos con la mirada—. Veo que hiciste un amiguito.

Habían pasado ya meses desde que con Adam nos habíamos hecho “amigos”, solíamos hablar durante largos ratos en los recreos, formando parte de estas conversaciones Nadia y Ethan, también se nos había acercado Luke, quien nunca me había llegado a caer bien durante la primaria, pero me había dado cuenta de lo equivocada que estaba al no ser su amiga, e incluso Adam nos había presentado a su prima, Emma. Pero últimamente el pelinegro estaba distante con nosotros, solamente hablando con Ethan de vez en cuando en los entrenamientos para entrar al equipo sub 12 de fútbol.

Realmente ya no lo reconocía.

Y toda esa situación empeoró en uno de los recreos, cuando él estaba junto a sus amigos del equipo jugando.

—Últimamente mis problemas de ira están empeorando, vi que están planeando hacer una banda desde cero en el colegio, con alumnos que no tienen idea de los instrumentos que van a tocar, y están buscando a un baterista, así que estoy pensando en anotarme —le comenté a Nadia, estaba un poco apenada por la situación, en los últimos días casi me había peleado con todo el mundo, al punto de casi llegar a peleas físicas.

—Me parece perfecto, si eso te hace feliz y sabes que te va a ayudar, adelante —me sonrió Nadia, mientras caminábamos al lado de la cancha de fútbol, donde se estaba llevando a cabo un partido.

Si bien yo para la época era una persona que atraía pelotas, las esquivaba a la perfección, pero aquella vez no fue el caso, Adam había apuntado a la pelota para que perfectamente golpeara mi cabeza y me tirara al piso.

—¡Eso te pasa por cuatro ojos, aparte de fea, ciega! —gritó el pelinegro, y para su mala suerte mis problemas de ira en esos momentos se apoderaron de mí, así que tras acomodarme bien los anteojos, fui directo a la cancha y le pegue una patada en sus testículos, para seguir con golpes directos a su cabeza, los cuales trato de devolverme, no lo logró.

Tras eso juramos odiarnos.

—¿En qué pensás? En todo el camino no hablaste, es muy raro de tu parte —Nadia interrumpió mis pensamientos, mientras se sentaba en una de las bancas libres para ver el partido, justo cuando el árbitro anunciaba que faltaban 5 minutos para finalizar.

A lo que observé la cancha, conocía muy bien a los que estaban jugando, todos eran iguales, ¿Ramírez? Él había engañado a la novia, ¿Martín? Él la manipuló, ¿Páez? Es gay, ese no hizo nada, ¿Gutiérrez? Muy machista, ¿Adam Jackson? El más egocéntrico de todos. Y después Nadia se quejaba de que no le daba oportunidad al amor después de 8 meses tras haber cortado con mí ex.

—Estoy muy cansada y hambrienta, estaba pensando en la última vez que comí —le mentí, si no tal vez se pondría a reflexionar, y yo no pretendía eso—. Voy a escuchar música, no estoy muy interesada en ver el partido.

Así que sin esperar su respuesta busque entre mis cosas mis auriculares inalámbricos, los cuales estaban siendo tapados por el estuche de mis anteojos, donde se podían ver qué descansaban mis preciosos anteojos, junto al estuche de mis lentes de contacto. Tras sacar lo necesario me coloqué los auriculares y reproducí mi playlist favorita en aleatorio, siendo la primera canción en sonar  “Do I wanna know” de Arctic Monkeys.

—América, ¿Viste que tengo algo que decirle a Adam? —asentí bajando el volumen de la música—. Vamos a ir a un viaje de un mes a las sierras, tu madre ya nos autorizó, incluso ya armamos tus valijas mientras estabas en la práctica, es para que te reencuentres y aprendas que es posible darle otra oportunidad al amor. El problema es que va Adam también, y sabemos que odiarías ir con él, así que vinimos a que charlen.

Sin poder negarme ni gritar, una pelota fue directo a mi cabeza, provocándome el primer desmayo de mi vida.

Sin poder negarme ni gritar, una pelota fue directo a mi cabeza, provocándome el primer desmayo de mi vida

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Espero que les guste!!!

The Last LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora