Era de público conocimiento que la baterista de "The last life", y el capitan del equipo de fútbol se odiaban, después de todo se los podía ver molestandose en cualquier parte.
Pero un mal novio, un grupo de amigos en común y un viaje cambiarán todo...
Canción recomendada: House of baloons - The Weeknd
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Pecoso, tu castigo va a ser llevarme.
–Esta bien –no iba a reprocharle, no sabia como me sentía respecto a nada, estaba tan confundido, hacia unas noches casi teníamos relaciones, luego al día siguiente me drogue, para escapar de mis pensamientos tan confusos, sin esperar que ella me viera en ese estado porque temía que me mandara a la mierda, pero en vez de hacer eso me tuvo compasión y eligió cuidarme.
Tenía que aceptarlo de una puta vez... América Katsaros despertó algo en mi.
–¿Qué te pasa? ¿Finalmente tu última neurona murió? –me negué a mirarla, si tan solo la veía nuevamente no solo que diría una estupidez, sino que seria capaz de comerle la boca. Así que sin responderle le di las bolsas de las compras y levante la bicicleta del suelo, para luego montarme en aquella.
–Subí antes de que me arrepienta.
–Me subo porque quiero y no porque vos me dijiste; ¿No pensas devolverla? –no, no pienso devolverla si te tengo así de cerca cada vez que te subís conmigo.
Que bueno que no lee pensamientos, porque hasta a mi me dio vergüenza ajena pensar aquello.
–Si, pero primero te dejo en la casa y después la dejo a donde la encontré.
–Esta bien.
El camino fue silencioso, la enana no hizo comentario alguno, solo se limito a observar el paisaje, tranquila, como nadie se la espera ver nunca.
–Rugbier, gracias –dijo la enana mientras bajaba de nuestro medio de transporte robado, junto a las bolsas que contenían las 24 facturas que habíamos conseguido por ser virales en tiktok.
–¿Por traerte? No es nada, te lo debía.
–Gracias por venir al viaje –me detuve a observar sus ojos para ver si era una clase de broma, pero lo único que me transmitieron fue sinceridad.
–No me tenes que agradecer, lo hice para molestarte, después de todo te odio y vos a mi –mentía, no la odiaba para nada.
–Creo que no te odio –¿Estaba escuchando bien?
–¿Qué?
–Capaz me caes mal solamente, aunque tenemos un sentido del humor algo parecido, tal vez incluso me caes un poco bien –sin dejar de observar sus ojos lo confirme, todo lo que salía de su boca era verdad
–Creo que yo tampoco te odio, enana –apoye mi mano sobre su cabeza, y agite sus cabellos, para con la otra mano arrebatar una medialuna de una de las bolsas que cargaba–. Me la llevo para el camino, no me esperen para desayunar, voy a ir a comprar unas cosas al pueblo.
–Bueno, que tengas suerte –y sin más me dio la espalda e ingreso a la casa, dejándome solo con mis pensamientos.