Capítulo 5

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Dos cartas al precio de una.

- No estoy intentando verte la cara. Lo que te dije es cierto. No entiendo porque comienzas a deducir eso en estos momentos.

- Por favor. Se nota que miras a Niragi con otros ojos. Es evidente que ustedes dos tuvieron algo que ver en ese tiempo.

- Pues déjame decirte que no. En ese entonces yo detestaba a Niragi hasta el punto en el que no lo podía tener cerca más de cinco segundos. Así que no, no te mentí en ningún momento.

- No miras a cualquiera de la misma manera en la que lo haces con él.

- ¿Y acaso a ti debería importarte el cómo lo miro? No estaría comprendiendo tu enojo. - respondí llevando ambas de mis manos hasta mi cadera.-

- No, claro que no debería importarte, en más, ni siquiera me importa. - contestó cruzando sus brazos.-

- ¿Y entonces a que se debe ese enojo?

- ¿Enojo? Pff, lo único que me molesta es que quieran verme la cara con mentiras.

- Como te dije, en ningún momento te mentí.

Y sin decir algo más, continué mi camino siguiendo las flechas de los carteles. No podía comprender el motivo de su reacción, es decir, no entiendo porque se pone de esa manera, si tiene una novia con la cual es demasiado feliz...
Todo el trayecto continúo en silencio, como odiaba cuando estábamos de esta forma. Cuando nos acercamos más al lugar, pudimos darnos cuenta de que se trataba de un gimnasio. Lo conocía perfectamente. Una vez intenté tomar una clase pero me di cuenta de que no era lo mío. Ni siquiera podía aguantar cinco minutos en la máquina de caminata.

- Grandioso... - susurré para mi misma.-

- Algo me dice que nos toca un juego de fuerza.

- Quien sabe. - respondí entrando al lugar.-

Como de costumbre, tomé el celular de la mesita, escaneé mi rostro y continúe mi camino sin esperar al contrario. Estando justo en el centro del lugar pude ver que habían demasiadas personas, como unas catorce aproximadamente.
Chishiya se plantó a mi lado y de la misma manera en la que hice, escaneó a todos con la mirada. Había diferentes edades en las personas, desde adolescentes de diecisiete años hasta personas de más de cincuenta.

- El juego será: fuerza de discos. Será un juego de resistencia que deberán jugar en parejas. Dificultad: dos de trébol y cuatro de espadas.

- ¿Qué...? - dije en un tono algo elevado, haciendo que la mayoría de los presentes me miraran.-

- ¿Sucede algo? - preguntó de repente Chishiya.-

- Es la primera vez que...dan dos cartas con un juego. - susurré para que nadie más oyera.- Siempre nos daban una. Dios, te juro que no entiendo nada.

- Pero eso es bueno, ¿No? Que nos den dos cartas en un solo juego.

- Acá hay algo que no huele bien. Hay gato encerrado...tiene que haber una trampa de por medio.

- Reglas: Entre dos personas deben sostener diez pesas de cinco kilos cada una. Solo se puede sostener con una mano. No pueden tocar los discos con la mano libre ni mucho menos ayudarse para sostenerse su brazo, de hacerlo, quedarán eliminados automáticamente. Objetivo para ganar: ser el último equipo en sostener todos los discos.

- Y ahí está la trampa. - respondí negando suavemente.- Sí o sí, hay que ser los últimos de pie.

- No hay límite de tiempo. ¡Buena suerte! Por favor, todos tomen los discos que se encuentran encima de los soportes.

𝖤𝗌𝗍𝗈 𝖺𝗎́𝗇 𝗇𝗈 𝗁𝖺 𝖺𝖼𝖺𝖻𝖺𝖽𝗈.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora