Resumen: darle una noticia a tu esposo le da tanta alegría pero ver la realidad que implica... ya no le hace tanta gracia.
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Con cansancio entras a tu hogar, caminas lento hacia sala. Ni en tus más perversos encuentro sexuales con tu marido te ha dolido tan intenso tu cuerpo, cada movimiento brusco sientes que te da piquetes en tu sona baja y un desgarre doloroso, eso prova que te muevas como un perezoso y en cierta parte te causa estrés.
August sonrió feliz de tener a su familia completa en casa, con su hijo totalmente dormido en sus brazos, cerró la puerta de su casa para ir donde estás. Dejó la pañalera en uno de los sofa de un solo asiento mientras miraba a su creación.
"Es tan guapo mi hijo" meció suavemente al bebé en sus brazos
"Guss, todo los bebés son feos y el nuestro no es la excepción"
Él te mira ofendido para luego volver a mirar a su hijo. "No le hagas caso a la amargada de tu mami" susurra
Ahora eres tú quien lo mira mal. Te dejas caer sobre el cómodo respaldo del sillón tratando de cerrar los ojos, en el hospital no dormiste nada por la incomodidad de estar en un lugar frío y oscuro lleno de gente que está enferma.
"Se para tanto a ti" dices de repente mirando a tu esposo e hijo. "definitivamente es un pequeño traidor"
August alzó una ceja. "Amor, no es su culpa"
"Hm claro, cómo tú no lo tuviste 9 meses dentro de ti" haces un puchero
"Pero nuestro segundo hijo puede parecerse a ti" sonrió malicioso
Gracias al cielo el llanto de tu bebé te salvo de las indirectas de August. Él te da al niño con cuidado dejando un suave beso en su frente.
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Varios días después...
Con un pequeño puchero acaricias tu barriga, el verte al espejo te causa inseguridad por las estrías que se formaron a lo largo de los meses. Es normal, si, pero hay algo que siempre va estar molestándote cada vez que tu marido quería verte desnuda y eso te impide que te vea así, evitas sus caricias por miedo a que no le guste lo que puede ver sin ninguna ropa puesta en tu cuerpo.
Saliendo de tus pensamientos al escuchar la puerta de la recámara cerrarse. Con la bata puesta, sales del baño encontrandote con tu marido que se ve malhumorado, sin querer provocarlo más te diriges a la cuna de tu bebé cargándolo.
Aún no puedes creer que eres mamá y una cosita tan pequeña es tu bebé. Arrullas suavemente mientas él te mira, sus bonitos ojos azules detonan curiosidad.— Aww bebé eres tan hermoso— le sonríes con amor
