ⅠⅠⅠ ✉ «El violinista»

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Los aplausos marcaron el cierre definitivo del magnífico solo del violinista, y Hyunjin, presa del pánico, vació su copa de vino de un trago. Hanbi frunció el ceño al presenciar tal acto, pero no emitió reproche alguno; Hyunjin ya se alzaba de su asiento con un único pensamiento en mente: escapar.

—El detalle de la sorpresa fue verdaderamente conmovedor, pero creo que es menester que tenga una charla con la señorita Lee antes de la cena. —Hyunjin extendió su mano hacia la joven, rogando en silencio que la tomara sin objeción—. Cirella, ¿me honrarías con el placer de ponernos al día? He pasado meses privado de tu voz.

Cirella tomó su mano, sonrió como si hubiera descifrado la gran farsa y se levantó de la silla con gracia. Fue entonces cuando Hyunjin pudo exhalar el aliento que había contenido en sus pulmones. No se permitió indagar en la razón de su ayuda, no dejó espacio para la inseguridad cuando toda la situación exudaba desequilibrio.

Hanbi buscó la opinión de Lorimer con la mirada, pero este último solo encogió ligeramente los hombros. Hyunjin ya estaba tirando del brazo de Cirella en dirección al hotel.

Cruzaron entre las mesas; al costado del pequeño escenario, el equipo de músicos discutía el repertorio para la cena, mientras que en la barra, uno que otro hombre mayor entablaba conversaciones de negocios, acompañadas de un whisky y risas forzadas.

Al llegar al vestíbulo, Hyunjin alzó la mirada al techo para apaciguar la rápida cadencia de sus latidos, que se habían acelerado en cuestión de segundos. Se pasó la mano por el cabello con gesto de frustración y se giró hacia Cirella al escuchar el sonido de sus zapatos golpeando el suelo en busca de ocupar el tiempo.

—¿Necesitas un vaso de agua? —preguntó la joven, inclinando la cabeza—. Parece como si estuvieras a punto de enfrentar al mismísimo diablo.

—Cirella, te debo una disculpa sincera —respondió Hyunjin, pasando por alto su comentario—. Lo que acaba de suceder... La situación en su totalidad... Las cartas que envié... Todo ha escapado a mi control. Jamás debí hacer caso a Felix.

Hyunjin llevó la mano a su frente y respiró profundamente. Cirella vaciló en su lugar y luego apretó los labios, como si esas palabras hubieran atravesado su corazón.

—¿Entonces... todo fue una mentira? ¿No me amas realmente?

Hyunjin alzó la mirada, desconcertado. ¿Qué estaba ocurriendo?

—Señorita Lee, apenas nos conocemos.

La joven enjugó sus ojos con rapidez y dejó escapar una pequeña risa, que sofocó con la punta de sus dedos.

—Lo sé. Me divierte ver cómo frunces el ceño y levantas una ceja. Tienes expresiones muy expresivas, joven Hwang —dijo, como si fuera un gran cumplido. Hyunjin quedó atónito.

—Te debo una explicación. —Sus palabras sonaron más como una pregunta, pues Cirella parecía entenderlo todo sin necesidad de decir una palabra.

—Sueltala, entonces. Pareces odiar retenerla en tu garganta. ¿Por qué yo? ¿Qué somos? ¿Y por qué eres tan romántico en tus escritos? No eras así la noche que te conocí. ¿O fueron las copas de vino? De todos modos... Es difícil tomarse en serio una frase como: «Eres más brillante que el sol y opacas a la luna con tu elegancia».

—Esto es bastante embarazoso. —Hyunjin paseó por la habitación, mordiéndose el labio inferior. Soltó un suspiro antes de continuar—. Las cartas que recibiste fueron una cortina de humo; intentaba que mis padres olvidaran mi vida amorosa. Jamás imaginé que realmente te buscarían, te encontrarían y me llevarían hasta ti, ni mucho menos que las cartas sabrían dónde ir sin una dirección. Lo siento de verdad.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora