ⅩⅩⅠ ✉ «Una copa y tres canciones»

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Había llegado el miércoles y la avalancha de la realidad se desplomó sobre Hyunjin esa tarde cuando se detuvo frente a su armario con las manos en la cintura mirando la valija vacía en su cama.

Minho, sentado en la alfombra al pie de la cama, doblaba la ropa que Hyunjin había acumulado en una montaña con la clara etiqueta de: "Ropa que debo dejar atrás porque no entra en la maleta". Minho, claramente el más razonable bajo presión de los dos, le dijo que él se encargaría.

—Podría prestarte un bolso, ¿sabes? —dijo Minho, concentrado en convertir un pantalón en un pequeño tubo de tela que ocuparía el mínimo espacio posible—. Tendrías una excusa para volver a verme.

Hyunjin se pasó una mano por el rostro con cansancio y se dejó caer sentado en la cama. La maleta rebotó a su lado por el peso.

—No, lo necesitarás más que yo —respondió—. Y no sabré a dónde enviarla porque ni tú sabes en dónde estarás de aquí a un mes o dos.

Minho estiró la cabeza hacia atrás para mirar a Hyunjin con el ceño fruncido.

—¿De qué hablas?

—De tu viaje con Cirella.

Minho abrió la boca para decir algo, pero la cerró con una expresión de sorpresa mezclada con algo que Hyunjin no pudo identificar. Volvió su mirada al pantalón en forma de tubo inhumanamente imposible de hacer, excepto que seas Lee Minho y tengas magia en las manos.

—Lo sabías —dijo, y su voz... Hyunjin se deslizó desde el borde de la cama para caer al suelo justo a su lado.

—Cirella me lo dijo. Me iré mañana y en menos de una semana ustedes también abandonarán el pueblo para nunca más volver.

Minho asintió en silencio y dejó el pantalón en forma de tubo a un costado. Hyunjin quería que le enseñara a comprimir tanta tela de esa manera, pero en ese momento no parecía una lección posible.

—¿Qué hay de tu relación con Cire? —La pregunta de Minho no fue acusatoria, pero contenía algo que hizo a Hyunjin estremecerse—. Los últimos días ni siquiera los has pasado con ella, ¿terminarán?

Hyunjin se alejó unos centímetros para ver a Minho a la cara, pero él no le devolvió la mirada. Estaba demasiado concentrado doblando calcetines. No lo sabía. Minho aún creía que Hyunjin estaba con su hermana. ¿Y aun así lo había besado? ¿Aun así había aceptado cada escapada e incluso se habían acostado en más de una ocasión? Eso... Eso no era algo que Lee Minho pudiera hacer. Pero quizás Hyunjin no lo conocía tan bien después de todo.

Tal vez Minho no amaba tanto a Cirella como había pensado.

—Minho... —empezó Hyunjin, buscando que alzara la barbilla y lo mirara a los ojos, pero cuando lo hizo, ninguna palabra pudo cruzar su garganta.

Era una expresión nueva, casi de súplica. Como si buscara decirle con los ojos algo que no tenía derecho a decir con la boca. Y Hyunjin no supo entenderlo.

—Dime Hyunjin, ¿hay algo que quieras decirme?

Era eso. Era todo. Y no era nada al mismo tiempo. La verdad, Hyunjin solo tenía que decirle que él y Cirella jamás habían estado juntos, pero eso no fue impedimento para nada de lo que hicieron y Minho no se hundió jamás en la culpa.

Y fue eso. Fue todo. No fue nada. Fue la excusa perfecta. Fue el quiebre definitivo. La suposición, el miedo a la respuesta y la habilidad destructiva de llenar el vacío de la duda con un dolor consciente y falso.

—No, nada —respondió Hyunjin, y ese fue el peor de sus errores.

Minho lo miró como si hubiese disparado aún sabiendo a quién apuntaba, como si hubiera escrito una mentira en una carta de amor o como un sabio que ya había leído el final del cuento, e igual permitió que el narrador continuara.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora