ⅩⅠⅤ ✉ «Un baile en el ático»

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—¿Tienes preferencias? —inquirió Domenico, volteando hacia Hyunjin, quien observaba con una leve sonrisa mientras Jisung y Changbin debatían acerca de qué disco poner primero en el tocadiscos—. Me refiero al vino. Cirella me mencionó que posees una bodega familiar. Tendrás que disculparnos... Pero el vino que disponemos aquí no es de alta calidad. ¿Te conformas con el vino de pueblo? Puedo pedirle a Vince que traiga alguna reserva de nuestra casa si lo prefieres.

Hyunjin esbozó una sonrisa cuando Domenico hizo una mueca de disgusto por sus propias palabras.

—¿Así es como me etiqueta mi estereotipo? ¿Como un joven adinerado de gustos refinados?

—Tal vez eres el único que aún no lo reconoce... —comentó Minho, quien apareció por un costado con una copa vacía entre los dedos. Domenico le arrebató la copa de las manos para servirle vino de una botella sin etiqueta—. ¿No va siendo hora de que lo aceptes?

—¿Hablas de los prejuicios? No, bastante pueblerino —respondió Hyunjin sin perder su sonrisa. Minho asintió divertido.

—Ahí lo tienes... Niño de ciudad.

—Solo sírveme una copa —pidió Hyunjin, dando la espalda a Minho como si no estuviera allí y dirigiéndose directamente a Domenico, quien soltó una risa divertida.

—En tu defensa... —comentó Domenico, entregándole la copa y hablando en voz más baja, aunque Minho podía escuchar claramente por el silencio del ático—. Minho es el epítome del pueblerino con clase alta. La primera vez que visitó este lugar, se negó a sentarse en los sillones porque Jisung le dijo que no lavábamos la tela que los cubría desde que compramos el edificio.

Minho rodó los ojos mientras llevaba la copa a sus labios y Hyunjin lo miró con una sonrisa burlona.

—Ahora, si me disculpan, necesito bailar y aquellos dos mocosos no hacen más que discutir. ¡Hey, la noche no termina en cuatro minutos, dejen de discutir y pongan un maldito disco! Terminaremos escuchando los clásicos de Minho borracho de cualquier forma.

—¿Minho borracho? —preguntó Hyunjin, observando la copa en sus manos.

—No te burlarás cuando le des un trago a lo que sea que Amabile hace con esta bebida.

Hyunjin llevó la bebida a los labios y miró a Minho mientras bebía. Una mueca cruzó sus labios cuando el líquido descendió por su garganta. No era una bebida para paladares refinados; no había un sabor definido y parecía más una mezcla destinada a incendiar un infierno en la garganta y extinguir todo pensamiento durante unas pocas horas. El disgusto brilló en sus ojos, y Minho soltó una risa breve y burlona.

—Me da miedo preguntar los ingredientes de esto —musitó Hyunjin, sintiendo que su paladar se debatía entre sabores desconocidos. 

—Vivir en la ignorancia te hará más feliz, créeme.

Minho vació su copa justo cuando la música empezó a vibrar en el aire. Solana corrió desde el otro extremo del ático para tomar del brazo a Minho y llevarlo al centro de la pista. Hyunjin ocultó una sonrisa tras su copa al verlo casi tropezar con una tabla suelta. 

El ático lucía igual que la última vez. Una gran ventana al fondo se abría hacia un pequeño balcón y una noche estrellada. El tocadiscos en un rincón, la mesa adornada con vino casero y aperitivos en el otro. Unos sofás, almohadones y mantas dispersos. Una biblioteca con más polvo que libros. Dos baúles abarrotados de antiguos trajes y accesorios teatrales. Una escalera en un rincón, cajas y sillas amontonadas. 

Todo allí parecía un almacén de lo que una vez estuvo sobre el escenario. Y emanaba una sensación tan hogareña que rozaba la calidez del propio hogar. Jisung danzaba con Amabile, y Changbin elevaba el volumen de la canción elegida. Solana hacía girar a Minho en su sitio, mientras Vince y Domenico bailaban a un lado, como si el mundo sólo existiera para ellos y sus torpes piruetas.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora