ⅩⅤⅠ ✉ «Nos haremos un lugar»

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Hyunjin siempre había sido alguien que no se detiene mucho a pensar lo que puede pasar luego de cada decisión importante que tome porque sabe cómo funciona su cabeza y la enemistad que tienen desde que se conocieron el día de su nacimiento.

Sabía lo que era sobrepensar, la ansiedad posterior, el arrepentimiento, la duda carcomiendo sus madrugadas hasta hundirse en la almohada suplicando dormir y no tener que pensar más.

Hyunjin sabía, más de lo que le gustaría, lo que pasaba cuando le daba luz a su cabeza, un micrófono al corazón y un vistazo al futuro. Nada bueno ha salido de allí y es por eso que luego de dar un paso, se ha mentalizado lo suficiente con los años para no girarse a ver que otras direcciones había.

Tenía que ser así. Lo hecho, hecho estaba. Un pequeño vistazo, una mínima duda, y todo podría derrumbarse. Esta estrategia le había funcionado durante años. Había aprendido a vivir sin el ruido constante de su mente.

Hasta que decidió enviar una carta falsa a una joven que había conocido una noche, y avisar a sus padres, quienes organizaron todo un viaje vacacional para conocer al supuesto futuro miembro de la familia y que terminó con Hyunjin con resaca tapado hasta la cabeza en su habitación pensando durante cuarenta minutos en el sueño que tuvo la noche anterior con el hermano de su supuesta prometida.

Hyunjin tenía que mirar paso por paso. Nada de alzar la mirada sobre su hombro o estirar las piernas para ver el final del camino, pero entonces Minho le tocó una canción en la punta de una montaña, le expresó con palabras una mirada que él no tenía sobre el arte y la vida, le regaló la oportunidad de liberarse de una inseguridad con un simple lazo y lo hizo bailar en el ático de un viejo teatro.

Y maldito seas, Lee Minho.

Sabía que esos sucesos solo eran el inicio de una llama, pero el sueño que tuvo la noche anterior donde Minho deslizaba sin retraimiento sus dedos por su cintura desnuda, le susurraba algo en italiano en el oído y dejaba que sus dedos se deslizaran por su cabello...

Hyunjin tuvo que reprimir un gruñido contra la almohada cuando sintió frustración y pánico al despertar.

Era solo un sueño. Borrar y seguir adelante, pero no pudo. Pensó en eso todo el resto del día y evitó todo posible cruzamiento con Minho como le fue posible.

No bajó a desayunar, almorzó en su habitación y paseó por la playa cuando las cuatro paredes se volvieron asfixiantes.

Su madre lo encontró pateando la arena cuando el sol ya estaba en caída y Hyunjin recién entonces notó que no había hablado con ellos en todo el día.

—Tu definición de vacaciones familiares es bastante peculiar, ¿no lo crees? —preguntó Hanbi, envolviendo sus brazos en un pañuelo verde manzana cuando el viento comenzó a soplar en la costa. Las temperaturas solo irían en subida a partir de entonces.

—Pensé que las vacaciones familiares eran eso, vacaciones de la familia, no con ella —respondió Hyunjin con una sonrisa, mientras su madre rodaba los ojos—. Anoche salí con Cirella al teatro. Me quedé despierto hasta tarde, eso es todo.

Hanbi asintió, contenta con una respuesta que parecía más honesta.

—El joven Lee preguntó por ti hoy.

—¿Minho?

—Cada vez que lo escucho tocar el violín, siento como si mis pies se elevaran del suelo. Es asombroso. ¿Cómo puede un hombre tan apuesto estar soltero?

Hyunjin odiaba la forma en que su corazón latía más rápido con la simple mención de él en una oración. Se sentía completamente avergonzado, como si alguien pudiera leer sus pensamientos y reprocharle: «Vaya, soñaste con otro hombre y despertaste antes de que la situación se volviera más intensa... Arderás en el infierno. Espero que estés arrepentido».

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora