ⅩⅩ ✉ «El vacío del espectador»

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El sábado, Hyunjin y Minho pasaron el día entero explorando las ruinas del viejo pueblo. Historias sobre antiguas estructuras, estatuas desmoronadas, y leyendas transmitidas de generación en generación llenaban el aire, aderezadas con un toque de imaginación desbordante.

Minho extendía los brazos, arqueaba las cejas cuando la historia tomaba un giro intrigante, y fruncía el ceño mientras bajaba la voz al mencionar la presencia de un supuesto espectro. Observaba el paisaje con la mano protegiendo sus ojos del sol, y sentía la necesidad de tocar cada planta para percibir su textura. Hyunjin no apartaba la vista de él ni por un segundo; a veces, su mera existencia resultaba tan cautivadora que dejaba de escuchar sus palabras.

—Dicen que allí, justo en ese arco —dijo Minho, señalando un destrozado arco de piedra en medio de la colina—, al anochecer se ha visto aparecer a un hombre con ropa desgastada y manchas de sangre en los brazos, desde la punta de los dedos hasta los codos. —Minho recorrió sus propios brazos con las manos, mostrando cómo eran esas manchas—. Lo llaman el caballero del corazón roto. Perdió a su amada en ese arco, se la arrebataron y él no la soltó hasta que las plantas cubrieron su cuerpo. ¿Ves ese montoncito de tierra, césped y flores? Dicen que es él.

Hyunjin sonrió, como si le hablaran a un niño pequeño de valientes dragones y poderosos héroes. Aunque no era más que una leyenda, Minho llevaba la magia en las venas, como si cada palabra fuera una nota en una melodía encantadora. Él mismo era un espectáculo.

—¿Crees que al caballero de corazón roto le molesten los turistas? —preguntó Hyunjin, siguiendo el juego.

—Debe ser un poco tedioso, pero ya debe estar acostumbrado después de un siglo desde su muerte.

—¿Sí? ¿Y crees que le molestará si hago esto? —Hyunjin se paró frente a Minho y, tomando al chico por sorpresa, le dio un beso rápido y simple en los labios, un toque indefenso, insatisfactorio. Minho pestañeó lentamente.

—Debe tener pensamientos bastante retrógrados, la verdad. No estará muy contento. —Y entonces, Minho atrajo a Hyunjin hacia su cuerpo con un firme agarre en la cintura. Alzó sus manos y cubrió ambos lados del rostro de Hyunjin mientras se inclinaba para devolverle el beso, esta vez más prolongado, más suave, suficiente para que ambos cerraran los ojos—. Que no mire si no le agrada. Este es nuestro siglo, él ya vivió su cuento.

Esa tarde, Hyunjin y Minho desafiaron a varios antiguos fantasmas y fue, probablemente, el mejor día de ambos. El domingo lo pasaron en el hotel, degustando comidas en el almuerzo, tomando el sol en la terraza y aprovechando el sauna. De verdad, lo aprovecharon demasiado. Al anochecer, caminaron por la playa y Hyunjin le dio a Minho una clase sobre vinos y etiquetas.

El lunes, Hyunjin alquiló dos bicicletas y obligó a Minho a pasear por los caminos de tierra. Terminaron tomando un café en una vieja cafetería de no más de tres mesas, atendida por una simpática señora. Vieron el atardecer en el muelle con una bolsa de golosinas y, al final del día, Minho tocó el violín en la estación de trenes mientras Hyunjin lo observaba desde la primera fila, encantado. Cuando terminó, lo tomó de la muñeca y lo llevó hasta el baño solo para darle un beso en un cubículo vacío. Minho sonrió, totalmente de acuerdo.

Durante todos esos días, Hyunjin no pensó en nadie más. Minho era tan atrapante, desbordante y asfixiante que nada podría caber en un mismo frasco con él. Era tan cautivador como peligroso. Hyunjin quería embriagarse con él, pero el frasco seguía siendo de cristal, ellos volando hacia el sol y el suelo un destino inevitable cuando apareciera la primera grieta.

El martes, Cirella apareció en la habitación de Hyunjin con una sonrisa encantadora, un vestido rojo y blanco, y Minho detrás, apoyado en la pared, con el ceño fruncido, su violín y una preciosa camisa de color burdeos de mangas cortas. Los hermanos Lee eran dignos de ser ilustrados en una pintura y exhibidos en el salón principal de cualquier museo.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora