ⅩⅩⅤⅠ ✉ «Nunca te escondas de mí»

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Existían instantes que parecían diseñados para fracturar la serenidad del alma, momentos donde el destino colocaba un espejo frente a uno mismo, exigiendo respuestas que solo el corazón podía brindar. Hyunjin había vivido siempre a la deriva de su propio impulso; los conflictos lo sumían en una marea de ansiedad, y la salida fácil era su refugio constante. Todo aquello que escapara de su control, que lo desnudara ante el poder de otro, lo aterraba. Porque Hyunjin temía no solo al fracaso, sino también a la vulnerabilidad que este traía consigo.

Minho era todo aquello. El torbellino de emociones del que se escondía. El arrebato del control del que temía. El imprudente desorden y su característico impulso cobarde.

Fue la tormenta que desmoronó su rígida rutina, la grieta en sus planes cuidadosamente trazados, el vértigo de contemplar un futuro que escapaba a sus cálculos. Minho era miedo, sí, pero también era valentía. Y, por primera vez, Hyunjin comprendió que perder a alguien por decisión propia dolía más que perderlo ante los caprichos de la vida.

Cerró los ojos ante el beso y se atrevió a dejar ir las tensiones de su cuerpo cuando la mano de Minho se deslizó hasta su nuca, donde su cabello ya estaba creciendo más de lo habitual. Enredó sus dedos en esa zona y tiró levemente del cabello, una exigencia silenciosa para que dejara de sobrepensar. Hyunjin sonrió sobre los labios de Minho.

—¿Cuál es tu próximo destino? —murmuró Minho sin separarse del todo. Sus ojos se mantuvieron cerrados.

—No lo sé —susurró Hyunjin, su aliento temblando cuando el tirón en su cabello se intensificó, obligándolo a inclinar la cabeza hacia atrás.

—No me sirve esa respuesta, Hwang. Inténtalo de nuevo.

—De verdad no lo sé, perdí el tren, así que no sé qué haré ahora. Tal vez Francia. ¿Algún pueblo de Suiza?

—Me gusta Suiza —respondió Minho, sus palabras cayendo en cascada contra el cuello de Hyunjin, ocultas bajo la lana de su bufanda.

—A mí también —musitó Hyunjin, estremeciéndose ante el roce.

—Sigues evadiendo la verdadera pregunta. ¿Qué vas a hacer ahora?

Hyunjin tragó duro. No se trataba de a dónde iría ahora, lo entendió cuando bajó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Minho. Había una pregunta oculta en ese marrón que ya tanto conocía. Había una súplica, quizás una exigencia. Se trataba de con quién iría.

—Si quieres una respuesta específica, podrías decírmelo de antemano —dijo Hyunjin, intentando evadir la tensión con sarcasmo—. No soy adivino, Minho. Mi intuición se oxidó estos últimos meses.

—Necesito saber qué tanto estás dispuesto a arriesgar. Quiero conocer los límites de tu valentía.

—No lo sabrás si no preguntas.

Minho suspiró y soltó levemente el agarre en el cabello de Hyunjin, volviendo a juntar sus frentes en ese silencio con la naturaleza. Una parte de Hyunjin aún agradecía el vacío de una civilización cercana. Odiaría darles de qué hablar a la prensa cuando ya iba a haber demasiado revuelo que no siguiera con la tradición familiar.

—Hwang... —Los ojos de Minho se cerraron—. Ven conmigo.

El corazón de Hyunjin tropezó en su pecho. Sabía que se lo pediría, así como sabía que Minho aún temía de su respuesta. Quizás un año atrás hubiera pensado que Minho perdió la cabeza al pedir algo así. Ahora solo deseaba quitarle ese miedo y convertirlo en expectativas.

—¿A Suiza? —bromeó, una sonrisa curva dibujándose en sus labios.

—A todas partes. —Minho abrió los ojos y se alejó de Hyunjin para mirarlo de frente. Su mano aún lo sujetaba de la nuca—. ¿Quieres visitar Suiza? Iremos a Zermatt y miraremos el Matterhorn al amanecer. ¿Te gustaría recorrer los canales de Ámsterdam en bicicleta? Nos detendremos en cada puente. ¿Quieres subir a un barco en el puerto de Sídney? Veremos la ópera desde el mar. Y el muro de Berlín antes de que caiga. O las auroras boreales en Noruega...

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora