ⅤⅠ ✉ «El sonido del alba»

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La cuarta copa de vino se sostuvo entre los finos dedos de Hyunjin. No sabía su procedencia, menos la etiqueta de la botella; no quiso esforzarse ni siquiera para apreciar su sabor. Era vino, le gustaba y llenaba un rato su mente de algo más que ese festival aburrido.

Perdió de vista a sus padres o tal vez era su cabeza controlando su mirada y realmente sabía perfectamente dónde estaban. Las pocas personas que se acercaron a buscar conversación, solo sabían hablar de la gran bodega, su futuro control familiar y el gran rumor de que estaba saliendo con la hija de los dueños del hotel más grande de Calabria.

El violinista siguió con su rol de volverse el punto de mira más atractivo con el simple movimiento de brazos unido a la increíble capacidad de conocer tan bien su instrumento. Hyunjin le dio el privilegio de dejarse mandar por aquella atracción.

Sentado en un tronco, aburrido del fuego intentando tocar el cielo y las extensas conversaciones sobre el trabajo, la dificultad de la vida y la insistencia en formar una familia... Hyunjin solo encontraba un poco de paz en la música. Crecer abrumaba, debió suponerlo cuando dejó de pasar los festivales correteando de una esquina a la otra para aprender a diferenciar el sabor de la uva.

Cuando los aplausos volvieron, Hyunjin se levantó del tronco y dejó la copa en la primera mesa que se cruzó en el camino. Justo entonces, cuando se determinaba a abandonar la playa, la voz de su madre lo detuvo.

—¿Hyunjin? Ah, al fin te encuentro. Tienes una habilidad poco apropiada para desaparecer siempre de mi vista. —Hanbi se acercó a él con una sonrisa suave en sus labios, parecía de buen humor.

—Poco apropiada para tu insistencia por aparecer en mi vida, madre. A mí me resulta increíble. —Hyunjin le devolvió la sonrisa, pero con clara burla.

—¿Ya te dieron el lazo gris? —Sus ojos viajaron a su muñeca.

—Lo han hecho. Poco estético, a decir verdad.

—Es una tradición, ayer insististe en conocerlas —le recordó cruzando los brazos en su pecho.

—Pensaba en algo más... único, divertido, memorable. Esto es solo un lazo en la muñeca. Lo más emocionante que han hecho fue bailar junto a la gran fogata.

—¿Le resultan aburridas nuestras tradiciones, joven Hwang? —Una voz ajena a su conversación en dúo sonó por encima de su hombro. Hyunjin se giró, Minho lo miraba con la cabeza ladeada.

—¡Ah, violinista! —Hanbi bajó los brazos al verlo de pie frente a Hyunjin—. No lo escuche, él solo adora quejarse porque le resulta gratuíto hacerlo.

—De hecho, si —dijo Hyunjin—. Ya han pasado dos horas y he bostezado tres veces por minuto.

Hyunjin lo miró con prueba, retando su paciencia. Minho no se inmutó, incluso parecía disfrutar de aquella guerra de miradas, tal vez queriendo ver hasta donde llegaba el menor en su rebeldía.

—Joven Lee, Hyunjin es un hablador sin filtro. —Hanbi suspiró casi con vergüenza—. Lo mejor será que se retire del festival, está cansado. Seguro que eso es todo.

Hanbi miró a Hyunjin y con solo una mirada le advirtió el recuerdo de que estaba hablando con su supuesto cuñado, no con su enemigo.

—No —respondió Minho—. ¿Cómo podría dejarlo ir insatisfecho? Joven Hwang, acompáñeme. Tengo algo que podría gustarle.

Hyunjin borró su media sonrisa, creyendo que Minho se enojaría o molestaría por su actitud caprichosa, olvidó que el mayor fue quien lo acorraló en el baño solo para amenazarlo con desenterrar su secreto.

Con la duda escapando por sus poros y una mirada llena de suspicacia, Hyunjin siguió a Minho luego de un pequeño empujón por parte de su madre. Los secretos comenzaban a pesarle en la espalda, nadie en aquella playa sabía con exactitud en dónde se estaba metiendo solo por salirse de un apuro con el primer impulso como arma.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora