Hyunjin se esforzó por acomodar su cabello, aunque el largo rebelde que escapaba de su control ya necesitaba urgentemente atención. Con una mano, anudó un pañuelo celeste alrededor de su cuello mientras cerraba la puerta de su habitación con la otra. Probablemente le faltaban botones por abrochar en su camisa, y llevaba los zapatos sujetos entre dos dedos mientras se dirigía hacia el taxi.Definitivamente, sabía cómo jugar con los tiempos, y no admitiría jamás que llegaba tarde a la obra de Cirella. Quizás eran quince minutos tarde. Veinte, si se ponía sincero. Pero en su mente, la entrada del público al teatro le otorgaría cierta ventaja. Tal vez, en lo más profundo de su ser, deseaba secretamente que las cortinas se trabaran, pero solo para ganar un poco más de tiempo.
—¿Por qué todo en tu vida parece ser elegantemente desastroso? —preguntó Minho desde el final del pasillo, como si hubiera estado descendiendo las escaleras antes de detenerse para observarlo.
—Y no has visto nada; esto es solo un pequeño traspié —respondió Hyunjin, guardando la tarjeta de su habitación en el bolsillo antes de encaminarse hacia las escaleras.
—Parece que tu vida entera se basa en tropiezos —comentó Minho mientras observaba a Hyunjin bajar apresuradamente las escaleras—. Ni siquiera llevas los zapatos puestos, Hwang.
—Ah, así que es por eso que siento frío en los pies. ¿Cómo no lo había pensado antes? —Hyunjin se detuvo momentáneamente para lanzarle una mirada sarcástica a Minho, quien lo seguía descendiendo las escaleras—. No te atrevas a juzgarme; es el estilo de vida del pueblo que me absorbe.
—Claro, la culpa es del pueblo y no de tu personalidad, que tiende a dejar todo para el último momento o a seguir una rutina caótica por tu comodidad actual y tu desdén hacia tu yo futuro.
—Soy más eficiente bajo presión —replicó Hyunjin.
—Dile eso a los cuatro botones desabrochados de tu camisa.
Hyunjin lo miró por encima del hombro con expresión desafiante cuando llegaron a la recepción.
—¿Acaso los contaste? —inquirió.
—No me mires así, stronzo. Aprendí a contar en la primaria, ¿tú no?
—Estabas mirando mi pecho —acusó Hyunjin mientras volvía a abotonarse la camisa, y Minho pasó junto a él para salir del hotel.
—Continúa tu delirio en el taxi, ¿quieres?
—¿Y tú adónde piensas ir? —Hyunjin lo siguió hacia el único taxi estacionado frente al hotel, intentando calzarse los zapatos mientras casi se tambaleaba en dos ocasiones.
—A la obra de teatro en Ébano. ¿No puedes esperar a estar sentado para hacer eso?
Hyunjin se detuvo bruscamente.
—¿También vas a la obra de Cirella?
—Si sigues con las preguntas, me subiré al vehículo y te dejaré solo y descalzo. El tiempo no está de tu lado ahora, Hwang. Sube al maldito taxi.
Hyunjin no disponía de tiempo para discutir, aunque lo deseara con ganas, por lo que no tardó más de cinco segundos en alcanzar el taxi y sentarse en el asiento trasero, justo al lado de Minho. Una vez dentro, se calzó los zapatos mientras Minho indicaba el destino.
—¿Cuál es tu excusa? —inquirió Hyunjin una vez que sus pies estuvieron protegidos—. ¿Por qué llegas veinte minutos tarde?
—No, tú llegas veinte minutos tarde. Yo soy puntual —respondió Minho.
Hyunjin lo observó de soslayo, confundido. Minho acomodaba el nudo del abrigo que llevaba sujeto al cuello con sus mangas como si lo casual fuera ahora la nueva tendencia.
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Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]
FanfictionEn medio de la gran presión familiar, el desespero por no entender lo qué busca en el espejo y el miedo a fallar como futuro heredero de la gran bodega de vinos de su dinastía... Hyunjin ha recurrido a la mentira. Afirmando estar saliendo con una mu...