ⅩⅤ ✉ «No somos de metal»

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Hyunjin había perdido la noción de cuántas copas había bebido, pero eran suficientes para que el aire gélido de una noche temprana de invierno lo hiciera sentir más cálido afuera que dentro, en compañía de los demás.

Cirella había caído rendida junto a Vince en uno de los sillones, mientras Changbin seguía alternando discos. Jisung y Solana ofrecían una interpretación embriagada de algún clásico literario, con más palabras arrastradas que sentido. Amabile había traído más bebida y luego se había envuelto en unas mantas, quedándose dormida en una silla del balcón.

Minho debía de estar en algún lugar con Domenico, quizás ya se había marchado. Hyunjin se limitó a apretar las rodillas contra su pecho mientras contemplaba las pocas luces del puerto a lo lejos desde el tejado del teatro. Debería de ser pasadas las cuatro de la mañana. Sus piernas dolían por los bailes torpes y sus párpados pesaban por las pocas horas de sueño que tenía encima.

Hizo girar el líquido de su copa mientras intentaba poner en orden sus pensamientos, pero cuando no obtuvo resultados satisfactorios, simplemente apoyó la mejilla en su rodilla y siguió el ritmo de la canción que había seleccionado Changbin. ¿Cómo podían seguir bailando sin quejarse? Hyunjin estaba empezando a sucumbir a la tentación de escapar de la vida joven.

No se percató de la presencia que tomó asiento a su lado hasta que el sonido de la botella chocando contra el cemento y un par de piedras rodando hasta el final capturaron su atención, apartándola de la música. Se giró perezosamente; Jisung había subido al tejado más de tres veces para rellenar su copa, contemplar el paisaje con un cigarrillo entre los dedos y contarle alguna vieja anécdota del pueblo, para luego reírse y volver adentro como si nada.

Excepto que esta vez, el aroma de la colonia de Minho era tan reconocible como el sonido de tus latidos en la noche más tranquila, y tan inquietante como un golpe repentino en el pecho.

—Pensé que ya habías vuelto al hotel —comentó Hyunjin, observando cómo Minho llevaba la boca de la botella a sus labios y contemplaba el pueblo como si nunca lo hubiera visto lo suficiente antes. 

—Cirella duerme tan plácidamente que me molestaría despertarla —respondió Minho sin apartar la vista—, se ve más cómoda entre el bullicio de sus compañeros de escena que en el silencio de su habitación. 

Hyunjin reflexionó sobre eso durante unos segundos, que se convirtieron en un minuto entero donde solo existían el susurro del viento, la música escapando por el balcón y el líquido de la botella que Minho agitaba.

—¿Por qué aún viven allá? —preguntó entonces—. En el hotel de su familia. ¿Han pensado alguna vez en mudarse? No pueden pasar toda su existencia en ese lugar, ¿verdad?

—Las alternativas son más escasas de lo que crees, Hwang. 

—Quizás ya no crea en nada en absoluto en este punto. —Hyunjin usurpó la botella a Minho sin autorización, y este tampoco opuso resistencia cuando la llevó a sus labios sin vacilación alguna—. Cuéntame sobre tu familia —solicitó—. Quiero comprender.

—Conocer la verdad no te ayudará a comprender muchas cosas.

—No son tantas... Solo... —Hyunjin miró a Minho en silencio cuando este se volvió. Sus palabras no salieron, pero de alguna manera, Hyunjin sintió que Minho ya las sabía. Quiero comprenderte a tí—. Si te consuela, estoy lo suficientemente ebrio como para olvidar esto mañana por la mañana.

—¿Realmente lo harás? 

—No, pero quizás si estoy lo suficientemente ebrio como para proponerte que convirtamos esto en un trueque justo. 

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora