Ⅹ ✉ «Un poco más profundo»

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El recorrido desde la colina del hotel hasta el pintoresco pueblo costero se hizo a una incómoda distancia de cinco metros entre ambos.

Minho no sacó las manos de sus bolsillos y miraba el paisaje como si fuera esa la primera vez que lo pintaban ante sus ojos. Hyunjin, por otro lado, ya había pateado todas las piedras que se cruzó en el camino y solo podía pensar en que si Minho tropezaba, le llevaría tiempo sacar las manos de sus bolsillos; una raspadura en su rostro parecía inevitable.

Las calles de Cirella estaban poco transitadas por la tarde, quizás la vida del pueblo sumía a sus habitantes en la búsqueda de refugio del abrasador calor; la siesta y el descanso eran parte del cronograma habitual. En los muelles, los barcos flotaban en espera y las estrechas calles susurraban conversaciones en voz baja, resguardadas del sol. Desde alguna ventana abierta se dejaba escuchar el murmullo de una televisión. Un hombre dormía en un banco, con el sombrero cubriéndole los ojos, mientras una mujer alimentaba a las palomas a su lado.

Hyunjin, quien había detenido su paso para apreciar cada detalle del pueblo, se giró hacia Minho, quien ya lo estaba observando, apoyado en una vieja farola con las manos en los bolsillos.

—Estás buscando algo —interrumpió Minho, pero su tono parecía más una acusación que una pregunta.

—No busco, solo observo.

—¿La tienda de cigarros?

—No fumo —respondió Hyunjin. Minho frunció el ceño.

—¿Una vinoteca de alta categoría? ¿Acaso buscas rápidamente una discoteca para pasar la noche?

—Es un pueblo, Minho. No estoy acostumbrado a este ritmo. Simplemente aprecio el silencio y la calma, la cual tú interrumpes con tus insinuaciones disfrazadas de curiosidad.

Minho esbozó una sonrisa, o al menos algo parecido a una sonrisa se dibujó en sus labios con gracia. Hyunjin apretó los labios.

—¿Cómo llegaste a conocer Cirella? —preguntó Minho entonces, apartando la mirada del más alto. Hyunjin parpadeó un par de veces antes de responder.

—En una obra de teatro. Estuvo en mi ciudad hace algún tiempo, interpretó el papel de la hija de un granjero.

—¿Y qué opinas de eso?

—¿De su actuación? Puedo decir que lo hace muy bien.

Hyunjin estuvo a punto de sonreír al ver a Minho rodar los ojos, pero contuvo su expresión cuando este se acercó.

—¿Qué opinas de que actúe? —preguntó, con un dejo de acusación en su mirada.

—Nunca he visto a alguien disfrutar tanto de la libertad que brinda el arte. Así que opino que mientras ella se sienta feliz sobre el escenario, habrá un público satisfecho en las butacas.

Minho lo observó durante unos instantes, buscando quizás algún rastro de falsedad en sus ojos, alguna trampa en sus gestos, algo que delatara que estaba dando respuestas forzadas para evadir preguntas capciosas. Sin embargo, no encontró nada de eso, y en su lugar, se alejó en silencio.

—Vives en una fantasía, stronzo —comentó Minho mientras caminaba hacia una de las estrechas calles del pueblo.

—¿Por qué te molesta tanto que no me conforme con lo que la realidad me ofrece? —Minho se giró hacia él al escuchar su voz—. La realidad es absurdamente injusta en muchas medidas. No tienes derecho a juzgarme cada vez que me aparto del camino trazado por la sociedad.

—Tus decisiones afectan a mi hermana.

—No, ella misma es un grito de rebeldía. Te molesta a ti saber que no tienes poder para protegerla, porque ella sabe perfectamente lo que hace con su vida. Te cuesta entender que no soy la imagen detestable que has construido de mí por darle importancia a las miradas curiosas y las mentes cerradas.

Una copa y tres canciones - [Hyunho] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora