Capítulo 11: Rastros de deseo

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Garfio despertó extrañamente relajado, a pesar de estar tumbado en el suelo sobre su propio abrigo, y tener a Peter recostado en su pecho. Ambos se encontraban completamente desnudos, con las piernas entrelazadas. Peter estaba despierto, con la mejilla pegada a los pectorales del pirata, mientras le hacía pequeñas caricias con el dedo, jugando con los pelos de su pecho. Por la posición, Garfio no podía apreciar el rostro tranquilo del muchacho, pero lo sentía. Su cuerpo estaba relajado, y le transmitía una reconfortante calidez.

Al ver que no se percataba de que había despertado, sonrió con diversión, y acaricio su espalda, subiendo ligeramente por su columna. Peter se estremeció y se incorporó un poco para mirarlo a la cara, pero el pirata se hizo el dormido. Peter sonrió de vuelta y depositó un beso en su pecho. Garfio volvió a abrir los ojos y siguió con el juego. Tomó la mano de Peter y la pasó por su pecho, dejando que palpara su cuerpo hasta casi llegar a su entrepierna, pero se detuvo ahí. Peter se incorporó nuevamente y observó a Garfio con una sonrisa pícara.

No iba a ganarle en este juego.

Se sintió tentado de bajar más la mano, de palpar aquello que había estado en su interior la noche anterior, pero se resistió. Podía molestar más a Garfio de otra manera. Se colocó sobre él y se dejó caer con algo de brusquedad, provocando que sus miembros se encontraran de nuevo. Garfio soltó un leve quejido, que sonó más como un gemido, y abrió los ojos con algo de reproche. «Has ganado» decía su mirada.

—Oh, perdona, ¿te he despertado? —dijo Peter, burlón. Garfio puso la mano en su nuca y lo atrajo hacia sus labios, dándole un corto beso—. ¿Ese era tu siguiente movimiento? —cuestionó el muchacho, con una sonrisa.

—Tal vez.

Peter atrapó sus labios de nuevo en un beso mucho más largo y profundo. Las manos de Garfio se deslizaron por su espalda, apegándolo más a él. De repente, un fuerte viento los azotó, lanzándoles la ropa a la cara. Ambos se incorporaron y miraron a Campanilla con reproche.

Garfio se sintió algo avergonzado por un momento, pero Peter solo se rio, aun sabiendo que le esperaba una buena reprimenda.

—Quiere que nos vistamos —tradujo Peter.

—Hasta yo he entendido eso.

Se levantaron y tomaron de vuelta su ropa, bajo la autoritaria mirada del hada. Le ordenó a Peter que la siguiera, para alejarlo del pirata. Dejó que se vistiera y se dispuso a echarle la bronca. Tomó un palito enclenque del suelo y comenzó a golpear a Peter en el brazo (obviamente no le hacía daño, solo molestaba).

—¡Ay, ay, oye, agresiva! —se quejó.

—¡¿Se puede saber en qué estabas pensando?! —gritó muy enfadada—. ¡Es Garfio, por el amor de Dios!

—Oye, relájate, ¿sí? Solo ha sido cosas de una noche, nada más.

—¿Una noche? ¡Es Garfio! De verdad, ¿tanto os cuesta tener la polla guardada? Al final va a ser verdad que no aguantáis sin meterla ni una semana.

—Creo que estás siendo dramática. Hemos desfogado y ya está. No volverá a repetirse.

Campanilla lo observó de brazos cruzados, molesta y preocupada. No confiaba en el pirata, tenía razones de sobra para no hacerlo. Peter era muy inteligente, pero todos tenemos una debilidad, y a veces la carencia de afecto de Peter, era su punto débil. Si Garfio pretendía traicionarlos, este sería el primer paso, y no le permitiría seguir avanzando.

—No podemos confiar en él —le recordó.

—No confió en él. —Realmente parecía que Peter no entendía el problema. A veces era como un niño.

Peter & Garfio: El cetro del diablo [LRDN #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora