Capítulo 3: Alianza

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Garfio abrió los ojos con dificultad. Sentía todo el cuerpo pesado y adolorido. Una gota de agua le cayó en el rostro. Parpadeo, sacudiendo la cabeza, y por fin pudo aclarar su vista. Contempló el techo de piedra, la tierra sobre la que se encontraba, y aspiró el olor a agua salada. Estaba en la isla calavera.

Se sobó la cabeza, algo mareado. Tenía el cabello mojado y la ropa húmeda.

—Vaya chapuzón, sirenita. —Garfio se sobresaltó al escuchar la voz de Peter. El muchacho se encontraba sentado sobre una roca a su lado—. La próxima vez que tengas calor, mastúrbate, no te tires al mar en plena tormenta. —Garfio llevó rápidamente la mano a su cintura, en busca de su espada, pero no estaba. Peter miró a Campanilla en su hombro—. Sí, tenías razón —reconoció al hada. Le advirtió que le quitase las armas.

Garfio observó furioso a Peter.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué está ocurriendo? —preguntó, alarmado.

—Te he salvado la vida, cariño.

—¿De qué hablas?

Peter frunció el ceño.

—Deduzco que ambos nos hemos topado con la misma persona.

Garfio pareció salir de su aturdimiento, recordando lo que había pasado. Se veía asustado, algo que Peter nunca había percibido en él.

—Barbanegra —murmuró.

—Veo que sabes quién es.

—Ha... Ha matado a mi tripulación —dijo casi como si lo estuviera recordando.

—No están muertos —afirmó Peter—. Solo han sido absorbidos por el cetro. Se nutre de almas. Poco a poco, les va drenando la energía. Se fortalece con el miedo, el dolor... Pero aún siguen con vida, al menos de momento.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó el pirata, desconfiado, levantándose del suelo. Miraba disimuladamente su alrededor, buscando algo con lo que atacar a Peter de ser necesario.

El muchacho pareció detenerse antes de contestar.

—Barbanegra absorbió a los Pieles Rojas... y luego fue a por mis niños perdidos. No pude hacer nada. —Se podía apreciar un minúsculo deje de culpabilidad en Peter—. Vine aquí y te encontré encallado entre las rocas. De milagro no te has abierto la cabeza.

—¿Y por qué no dejaste que me ahogara?

—Porque no soy idiota. Barbanegra pretende apoderarse de mi isla y no se lo voy a permitir.

—Sabes que quiere —dedujo Garfio.

—Sí. Y es lo único con lo que podemos hacerle frente.

Garfio camino de un lado a otro, lentamente, dándose tiempo para pensar antes de hablar.

—Tú nunca haces nada sin esperar algo a cambio. ¿Qué quieres de mí?

—¿Querer? Nada. ¿Necesitar? Siendo realistas, por desgracia, mucho. —El capitán frunció el ceño sin entender—. Mira, estamos solos, Garfio. Y el poder de ese cetro es inmensurable. Cuanto más se nutra de las almas, más poderoso se volverá, y más difícil nos resultará detenerlo.

—¿Qué estás proponiendo? ¿Qué nos unamos? —cuestionó, con una ceja alzada, casi sin creérselo.

—Depende. ¿En qué sentido?

Garfio rodó los ojos por las insinuaciones de Peter. ¿Es que no podía tomarse nada en serio?

—Eres insufrible. —El pirata se alejó.

—Garfio —lo llamó Peter, bajando de la roca—. El poder del cetro vuelve a Barbanegra casi invencible, pero aún no ha completado el proceso de transformación. Eso nos hace jugar con ventaja. Tiene el arma, pero no sabe cómo usarla, yo sí.

Peter & Garfio: El cetro del diablo [LRDN #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora