Capítulo 15: El juego

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Garfio reprimió un gemido al sentir los labios de Peter posarse de nuevo en su cuello. Sus manos desabrochaban su camisa sin pedir permiso, dejando al descubierto su torso, pero no le importaba. Peter lo acariciaba, pasando la mano por su pecho y bajando a su entrepierna, donde se detenía brevemente a hacer fricciona sobre la tela del pantalón. Era casi una tortura. Un ligero mordisco en la oreja, provocó que un quejido escapase de la boca del pirata. Lo agarró de la pierna y tiró de él, colocándola a un lado, haciendo que se sentara sobre él. Trato de alcanzar su boca, pero Peter lo esquivaba, mirándolo con una sonrisa divertida, casi cruel.

—¿Qué quieres hacerme? —preguntó lascivo.

—Todo —acertó a contestar el pirata, hipnotizado por los labios de Peter. Quería besarlo, introducir la lengua en su boca y explorar su interior. Quería que fuera suyo, otra vez.

Peter se acercó de nuevo a su oreja.

—Quieres complacerme —le susurró—. Pues hazlo.

Garfio tumbó a Peter en el suelo, bruscamente, y sujetó sus manos sobre la cabeza. Era demasiado tentador. Esa imagen lo hacía sentir como un animal acechando a su presa, aunque Peter fuera el verdadero depredador en aquel momento. Y es que en su juego del gato y el ratón, siempre acababa cuestionándose cuál era su rol. Porque por mucho que lo molestara, Peter siempre tenía el control de todo, y ahora mismo lo tenía hasta de sus sueños, de sus fantasías.

Se acercó de nuevo a sus labios, apretando más sus manos.

—Enséñame lo que esa boca puede hacer —dijo Peter muy cerca de ella.

Garfio rozó sus labios y Peter gimió, provocando que este se excitara todavía más, sintiendo que lo estaba llamando.

—Ag, te odio.

—Yo también... Pero también te deseo, —Sonrió—, mi capitán.

Garfio habría devorado los labios de Peter y poseído todo su cuerpo en aquel momento, de no haberse despertado.

Se llevó las manos a la cara y gritó de frustración al percatarse de que todo había sido un sueño. Había soñado con Peter, ¡otra vez! Pensó que tras aquella noche de pasión sus fantasías absurdas se desvanecerían, que tal vez solo era un capricho momentáneo. Demasiada tensión acumulada. Pero no. Al parecer su subconsciente quería llevarlo por una senda que no sabía si estaba dispuesto a transitar.

«Sal de mi cabeza», se dijo, exasperado.

Se incorporó para buscar sus zapatos, pero cuando lo hizo divisó a Peter sentado cerca de la entrada, observándolo con diversión.

«No me jodas», maldijo en sus adentros. Y su primer instinto fue cruzar las piernas para ocultar su erección, la cual ya era leve, pero seguía ahí.

—Buenos días, capitán —lo saludó Peter con una sonrisa traviesa—. Veo que has pasado buena noche.

—No me jodas ya desde primera hora de la mañana, Pan —protestó, calzándose las botas.

—Vaya humor. Como se nota cuando te quedas a medias. —Garfio gruñó y Peter sonrió—. Vamos. Tenemos que reunirnos con las hadas, hoy empieza el trabajo.

Claramente, aquello no divertía ninguno de los dos.

—¿Algún consejo?

—Trágate tu orgullo. —Garfio lo miró con reproche—. Intenta no morir.

El pirata rodó los ojos y se levantó. Se acomodó la ropa y dio gracias de que ya no tuviera ningún bulto en sus pantalones. Las hadas le habían arrebatado las armas, por lo que ahora solo tenía su ropa, con la que llevaba de viaje semanas.

Peter & Garfio: El cetro del diablo [LRDN #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora