Epílogo

994 135 56
                                    

Peter se sentó bajo un árbol y rompió a llorar desconsolado. Se llevó las manos a la cabeza y la sacudió, incapaz de comprender lo que acababa de pasar.

Garfio se había sacrificado por él... ¡¿Por qué?! ¡No tenía sentido!

Nunca quiso que esto sucediera. Jamás lo entregaría realmente a Barbanegra después de todo lo que le había hecho. Hasta a él le parecía demasiado cruel. Siempre tuvo intención de salvarlo, no lo habría dejado con ellos. Pero, al final, sí que se lo entregó... Si le hubiera contado sus planes desde el principio, Garfio no se habría ido cuando lo rescato, y a lo mejor habrían conseguido huir... juntos.

Las lágrimas salían a chorro de sus ojos. Campanilla no lo había visto llorar tanto desde que era un niño. El dolor y la culpa inundaron su pecho y se clavaron en su corazón como dagas ardiendo.

—Peter...

—Todo esto es culpa mía —murmuró entre sollozos—. ¿Por qué lo ha hecho? No debió volver. ¡Yo no quería que pasara esto! —Se sujetó la cabeza y comenzó a mecerse en el sitio—. Nunca quise que pasara esto. No. A él no. ¿Por qué? No...

Campanilla se alarmó al ver a Peter tan alterado, haciendo gestos aleatorios, meciéndose en el sitio, y repitiendo una y otra vez que era su culpa y que nunca quiso que aquello pasara.

—Peter. —Se acercó a él.

—¿Por qué lo ha hecho?

—Porque yo se lo pedí. —Peter la miró sin entender—. Garfio no lo llamó, ni abrió la barrera... fui yo.

Campanilla jamás había visto a Peter tan confuso y asustado.

—¿Qué? ¿Por qué? —La voz de Peter se quebró al hablar.

—¡Porque tú no ibas a hacerlo! Teníamos un plan, íbamos a recuperar a los niños y a entregar a Garfio a la reina, pero no quisiste escucharme. —Peter se levantó y se alejó de Campanilla, casi mareado por la sorpresa—. Hice lo que tenía que hacer para que sobreviviéramos, para que pudiéramos recuperar nuestra vida.

—¡¿Y qué pasa con Garfio?! —Peter la miró enfadado y dolido—. Lo hemos dejado con él... ¡Hasta tú sabías que entregárselo era demasiado!

—¡Lo sé! Pero no me dejaste opción. Era él o tú. Él, o dejar que los niños sufrieran el mismo destino.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¡Me has mentido! ¡Se suponía que nos lo contábamos todo! ¡Qué estábamos...! —Peter se dio cuenta de sus palabras y sintió que merecía todo aquello—. Juntos en esto —murmuró. Él tampoco le contó sus planes a Garfio, a pesar de que intentó protegerlo. Si hubiera sido sincero, tal vez las cosas no estarían así—. En Nunca Jamás no puedes confiar en nadie... ni siquiera en mí... o en ti. —Aquello le dolió a Campanilla, a pesar de que lo entendía—. ¿Por qué Garfio volvió a por mí?

—Porque le conté la verdad. Fui a buscarte y lo encontré a él. Sabía que los piratas os buscaban, que estaban cerca, y yo no iba a poder protegerte... Así que le supliqué que lo hiciera. Le conté la verdad.

—¿Qué le dijiste?

—Qué íbamos a entregarlo a la reina, pero tú no lo hiciste. Que buscaste cualquier excusa para salvarlo, de Barbanegra, de la reina... de mí. Vi como Barbanegra le entregaba el silbato aquel día, ofreciéndole un trato, y cuando se deshizo de él, lo recupere. No iba a usarlo, pero lo guardé por si acaso.

—Lo llamaste.

—Le conté la verdad, que tú no tuviste nada que ver, que nunca lo traicionaste. Y le supliqué que te salvará.

—No confiabas en Garfio. Por eso lo entregaste, ¿no?, antes de que lo hiciera él. Entonces, ¡¿por qué confiar ahora?!

—Volviste a por él, —Campanilla hablaba como si aún no lo creyera—, y sabía que no te había delatado.

—No... esa fuiste tú. —Las sombras de alrededor producidas por los árboles se mecieron por un momento, a pesar de que nada se había movido. Campanilla sintió sus ojos arder ante la mirada triste y decepcionada de Peter—. ¿Cómo esperas que confié en ti ahora? Aunque siempre me lo has dicho, ¿no? No puedo confiar en nadie, ni siquiera en ti. —Peter le dio la espalda, incapaz de seguir mirándola—. No voy a dejarlo con él. Destruiré a ese monstruo y recuperaré a Garfio.

—¿Cómo? Estamos solos, Peter. ¿Qué piensas hacer?

Peter sacó la caracola dorada de Úrsula de su bolsillo y la observó.

—Cobrarme un viejo favor.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Peter & Garfio: El cetro del diablo [LRDN #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora