Capítulo 21: Noche de cuento

1.4K 134 136
                                    

Peter se encontraba sentado en la hierba, construyendo plácidamente casitas para las hadas, como si fueran un simple juguete. Garfio ayudaba a colocarlas en las ramas de los árboles. Resultó que el bricolaje se le daba mucho mejor que la agricultura, seguramente derivado de tantos años reparando el Jolly Roger cuando tenía alguna fuga.

Si les preguntaran cuánto tiempo llevaban en ese bosque, ninguno sabría dar una respuesta, ni se acordaban de cuando habían empezado el viaje. A veces les parecían semanas, otras, meses, y algunas, incluso, llegarían a decir que había pasado un año entero. Pero no podían saberlo. Lo único que les servía para apreciar el paso del tiempo, eran las chozas que ahora reposaban en las copas de los árboles de alrededor, y los huertos y árboles florecientes y llenos de comida.

Había pasado el tiempo, eso estaba claro. Pero en lo que más se notaba, era en la relación de Peter y Garfio, y en cómo había cambiado su percepción del otro con el paso de los días.

Peter observaba a Garfio de lejos. El pirata trabajaba junto a las hadas cada vez con más soltura, incluso evitó que una casita se derrumbase sobre Toy, apartándolo rápidamente; acción que dejó a todos bastante sorprendidos.

Una sonrisa surcó los labios de Peter cuando Garfio lo miro y le saludo. Desde que se enfrentó a la reina, lo había dejado descansar. ¿Por qué? Ni idea. Dudaba que fuera por miedo a las represalias. Simplemente, el equinoccio se acercaba, y probablemente tendría otros asuntos de los que ocuparse. Lo que sí estaba claro, es que la vuelta sería peor. Rezaba para que Campanilla encontrase la corona a tiempo y pudieran salir de allí cuanto antes.

Garfio se acercó a él y se recostó a su lado, apoyándose en el brazo.

—¿Por qué se te da tan bien hacer casitas? —preguntó.

—A los niños perdidos les gusta construir cosas... —Su sonrisa se borró por un instante— y destruirlas.

—Lo sé. Me rompisteis el mástil del barco. —Peter se rio—. Y el timón. Y hasta el ancla. ¡¿Cómo narices se rompe un ancla?!

Peter soltó una carcajada.

—Supongo que por eso eres tan bueno reparando cosas. —Le sonrió con burla—. Así que, de nada.

—¿Sabes? Algún día me cobraré todo eso.

Peter arqueó una ceja.

—¿No lo has hecho ya?

Garfio sujetó su mentón y se acercó a sus labios.

—Aún no has visto nada —dijo antes de besarlo.

El pirata parecía obsesionado con sus labios. A cada rato le plantaba un beso, aun estando frente a todos. Y Peter debía admitir que no le molestaba para nada. Al contrario, le encantaba. Le gustaba como Garfio se acercaba tentador a su boca, antes de apoderarse de ella. Cómo depositaba besos suaves de vez en cuando, y horas más tarde devoraba sus labios como si fuera una necesidad, como si perdiera la cabeza si no lo besaba.

Le gustaba su atención. Se sentía diferente. Este nivel del juego era el más confuso y placentero que hubieran experimentado, pero Peter no pensaba en ello, solo disfrutaba el momento. Porque cuando su cuerpo dolía y su mente se sentía atrapada, Garfio lo abrazaba en las noches y todo se desvanecía. Iniciaban una discusión absurda que terminaba por hacerlo reír, o simplemente lo besaba durante horas, a solas, en la espesura del bosque, u ocultos en su tienda.

Sí, le gustaba aquello. Porque la atención que Garfio le prestaba era diferente a cualquier otra. Él era diferente. El por qué todavía no lo sabía, pero tampoco lo pensaba demasiado, solo se dejaba llevar.

Peter & Garfio: El cetro del diablo [LRDN #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora