Mi realidad

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En ese momento en que me quedé sola nuevamente en esa habitación, pero sin estar atada me sentía un poco más tranquila. Aproveché el espacio para explorar el sitio donde me encontraba, todo se ve muy pulcro confirmando mi primera apreciación de la habitación horas atrás.

Me dirigí hacia la puerta, era completamente lisa y tenía un código de acceso para abrirla, me decepcioné justo cuando vi eso, ¿Será que volveré a mi casa? Pensé ¿Alguien a parte de Jamie sabía que yo estaba secuestrada?
Me quedé acurrucada un buen rato al lado de la puerta, sollozando, pensé en qué tan bajo podría llegar esa situación.

Me paré lentamente y caminé por la estantería, dios, no puedo creerlo, ¡mis gafas! Me emocioné tanto que me las puse de una, eso me saco una sonrisa. Aproveché la euforia para ver los cajones donde antes Nick había sacado las esposas, oh sorpresa, estaban cerrados también. Esta gente si tiene mucha seguridad me dije a mi misma.

Caminé derecho hasta la parte de atrás y ví un baño casi del mismo tamaño de la habitación en la que estaba, se veía demasiado lujoso, tanto que me devolví a comprobar el tamaño de las dos habitaciones para ver si si son iguales. Entré y pude ver el baño lleno de espejos en todos lados, en las paredes, el techo, hasta en la ducha, como un cuarto de motel, uno muy costoso claro.

Tenía un inodoro privado con una puerta en madera muy fina. En la mitad de la habitación una tina muy bien ubicada con apliques plateados, a la izquierda en la esquina había una tina más grande, parecía un jacuzii, fuí a mirar de cerca y ví varios envases con marcas muy prestigiosas de cuidado de la piel. Ellos pensaron en todo.

Aproveché rápidamente para ir al baño pues desde que me secuestraron no había ido, terminé y fui a lavarme las manos, el espejo de este sitio era mucho más iluminado que los demás, me sentía como un hotel. Al menos me secuestraron personas ricas, me burlé internamente de la situación, este lugar es mucho mejor que el primero, como cuando cambias de novio pobre a novio rico en la misma semana.

Escuché la puerta abrirse así que salí rápidamente a ver quién era.

- ¿Dónde estás?

- Aquí. Dije mientras caminaba hacia Alex.

- ¿Dón-de es-ta-bas?. Dijo recalcando cada silaba como si de hablar a un niño chiquito se tratase.

- En el baño. Dije mientras me sentaba en la orilla más lejana de la cama.

- ¿Haciendo qué?

- ¿Tengo qué responder?

- Regla 3. Dijo Alex. Suspiré.

- Orinando.

- Ves que buena chica.

No ví razón por la cual esto pueda ser relevante.

- Ven, vamos. es hora de comer, acércate. Dijo Alex.

Me deslicé por la cama y estiré las manos para recibir el plato, él me miró y me dijo no con la cabeza.

- Abre la boca. Yo te cuido y eso incluye asegurarme de que comas bien.

- OK

Esta vez trajo una ensalada de atún, empezó a darme comida tan delicadamente, sentí que eso era un acto muy íntimo, algo donde solo él y yo estábamos atrapados en el tiempo, donde no existía nada más. Para mi era muy raro tener que depender de alguien a este punto, pero ¿Tendría otra opción?

- All right. Dijo el hombre mientras ponía el plato en la estantería. - Victoria, puedes mirarme.

Levanté mi rostro y miré esa figura imponente frente mío, él aprovechó el juego de miradas para tocar mi mejilla de forma delicada mientras giraba el rostro de un lado hacia otro en forma lenta.

- Eres muy hermosa. Susurró.

En ese instante me dejé llevar por su suave tacto, voz profunda y aroma embriagador, me sentía en una montaña rusa donde no importa para donde gire, todo se va a sentir como si fuera en caída en picada.

- Que bueno que seas mía. Dijo sonriendo.

Bajé la mirada.

- No sientas pena conmigo, yo estaré a cada paso de esto contigo. Se retiró un poco. - A propósito, ya le envié el video a Jamie, se molestó bastante pero no lo suficiente como para darnos la información que estamos buscando.

- O sea, a la chica. Dije de forma grosera.

- Si, a ella.

- Lo siento por ti. Ya le había dicho a tu hermano que no iba a funcionar, pero no me escuchó.

- Ya basta de hablar, ya vengo, llevaré esto a la cocina. Dijo señalando los platos.

Asentí con la cabeza. Él salió, no me había fijado en su espalda, pero es bastante ancha, luce muy bien con su ropa, en ese momento me lo imagine en su faceta de mafioso, portando un arma y dando órdenes de matar personas por no seguir sus reglas. Al cabo de unos minutos volvió, cerró la puerta nuevamente.

- Párate aquí. Dijo señalando un sitio en el suelo frente a la estantería.

- Sí. Dije levantándome y haciéndome donde me pidió.

Él se sentó en la cama, frente a donde me encontraba de pie. Puse mis dos manos a los lados, mirando hacia el suelo y traté de no moverme.

- Puedes verme ¿Sabes?

Alcé mi rostro y ví como cambiaba de peso en su cuerpo hacía la parte de atrás, aprovechóa de desabrochar las mangas de su camisa y subirlas hasta los codos. Esa imagen fue como ver un ángel, este hombre tan guapo mirándome y acomodándose la ropa me hacía sentir muy confundida. Luego terminó de acomodarse y se quedó con los brazos recostados hacía atrás mirándome con el rostro ligeramente inclinado hacía la izquierda.

- Es hora de bañarte, quítate la ropa por favor.

Hubo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora