Los problemas

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Me vestí con el pijama negra, que por cierto ya habían lavado previamente, la verdad es que ni noté cuando fue eso, después de todo lo que pasó.

En la tarde vino Nick, me trajo lo que me había prometido Alex, y además trajo algo de comida. Cuando Nick entró en el cuarto noté que sentía cierta pena pues no hace mucho me había visto gimiendo como loca a todo placer gracias a su jefe, yo también me incomodé por lo que nuestra interacción no fue muy larga, volví a quedar sola nuevamente.

Me senté en el suelo a comer, tenía mucha hambre, esa vez fue una ensalada de aguacate con huevos de codorniz, no eran mis favoritos, pero mi cuerpo me exigía comida para reponer energía, terminé muy rápido, fui a cepillarme los dientes, curiosamente en ese momento estaba con muy buena energía.

Volví a la cama y salté como niña pequeña solo para abrí la caja que me había mandado Alex, la abrí y encontré un par de libros, se veían prometedores, algunos caramelos, también encontré un pequeño mp4, ¿Estas cosas todavía existen? Ahora los celulares remplazaron estas cositas, pero luego pensé, no sería muy lógico que me dieran un celular, me reí internamente recordando que seguía siendo prisionera en ese sitio.

Me puse los audífonos y prendí el aparato, ví que había una lista de reproducción así que la puse a rodar, era muy variada, pero tenía canciones que me gustaba, ¿Será que Alex seleccionó estas canciones para mi o fue Nick? Pensé en ese momento. Seguí pasando canciones hasta que encontré mi canción favorita, le subí todo el volumen y empecé a bailar por la habitación, solo esperaba que en esa habitación no hubiera cámaras porque me verían bailando como loca, y no soy buena bailarina.

Cuando acabó la canción me recosté sobre la cama mientras seguía escuchando las canciones una a una, cantado las que me sabía. No podía esperar a decirle a Alex que fue un buen regalo, me entretuvo toda la tarde y no hubo ningún momento en que me aburriera.

Pasada la noche Nick regresó con más comida como siempre, pensé en pedirle que se quedara conmigo comiendo, pero luego pensé que eso podría traerle problemas con su jefe, así que solo agradecí con una sonrisa. Procedí a comerme todo

En estos días nunca había sentido tanta tranquilidad como en ese momento, pero como es costumbre, gracias a una maldición quiero creer, eso no duró mucho.

Ya me estaba preparando para dormir, cuando escuché un alboroto afuera de la habitación, mi primera reacción fue hacerme muy lejos de la puerta, aunque me sentía cómoda en ese lugar no podía olvidar mis experiencias con Andrey y con Jeff, que aún me generaban pánico total.

Escuché algunos disparos y finalmente la puerta se abrió de par en par.

Entraron a la habitación tres hombres, seguidos de los hombres de Alex, yo estaba contra una pared esperando que es lo que iba a suceder.

- Quieto, señor usted no puede estar aquí. Dijo Nick al hombre con traje y cabello negro un poco largo.

- Como Alexander no está, lo esperaré justo aquí, hágaselo saber. Le dijo el hombre a Nick con una gran sonrisa en su rostro.

En ese momento, el pelinegro hizo una seña y sus hombres apuntaron sus armas hacia mí, dejándome en estado de shock con los brazos abiertos y las manos hacía arriba.

- Ves Nick, estaremos bien, déjanos solos. Dijo el hombre.

Nick me lanzó una mirada de preocupación y con ira en su mirada le tocó retirarse. El nuevo hombre les pidió a sus guardas que esperaran afuera y custodiaran la entrada, nadie más que Alex podría entrar ahí. Los hombres se fueron y me dejaron sola con este desconocido, al menos ya no tenía ningún arma apuntándome.

El hombre giró dramáticamente la cabeza hacía mí, me regalo una gran sonrisa, aunque su mirada era vacía. Caminó un poco y se acostó en la cama para inspeccionar la caja que me había dado Alex, miró alguno de los libros, lo tiró a un lado como si no fueran de su interés, luego tomo uno de los caramelos y se lo comió vigorosamente, este hombre es un tanto dramático pensé.

El hombre chasqueo la lengua un par de veces mientras movía su cabeza de un lado para el otro.

- Con que tu eres la famosa Victoria. Dijo con voz fuerte.

Me quedé callada, ¿Sabía mi nombre? ¿Cómo que famosa? El hombre se paró de la cama y se aproximó a mi de forma intimidante, este hombre olía a cigarrillo y un poco de licor. Giré mi rostro instintivamente el hombre paso su dedo bruscamente por mi mejilla como revisando algo.

- No eres como imaginé que serías, aunque todo el mundo habla de ti, ¿Qué es lo especial que tienes?

- ¿Quién eres? Pregunté.

- Yo soy un buen amigo de Jamie y también soy la peor pesadilla de Alexander. Dijo retirándose un poco.

- ¿Y yo que tengo que ver aquí? Pregunté de forma altanera, fue un error.

- Tienes que ver todo, por tu culpa estoy aquí perdiendo el tiempo, vine a comprobar ciertos rumores que existen en las calles en este momento, y adivina qué, tu eres el centro de todos, así que Victoria, tienes todo que ver.

Mi corazón empezaba a acelerarse un poco mientras trataba de entender qué estaba pasando, seguía muy confundida, esto de la mafia era muy difícil para entender y ahora sin Alex cerca no sé qué podía suceder.

- ¿Cuál es tu nombre? Pregunté.

Hubo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora