Mi reflexión

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Alex volvió al cuarto, traía varias toallas blancas y perfumadas.

- La habitación ya esta lista. Dijo. - Ven, sal de la tina. Dió la orden mientras estiraba su mano para ayudarme a salir.

Me paré rápidamente, mientras el sonido del agua caía a mi alrededor, y aun las gotas caían sobre mi desnudo cuerpo. Tomé su mano y salí suavemente de la tina. Él puso las toallas encima de una mesita y agarró mi cabello haciendo una perfecta cola de cabello.

- Perfecto. Murmuró.

Instintivamente subí mi mano para sentir mi cabello muy bien peinado. Alex tomó la primera toalla y la pasó a toques por mi rostro, cuello, escote y senos, me quedé quieta sintiendo en ese momento cada toque, mi cuerpo tembló un poco por el frío del aire en contacto con mi cuerpo mojado.

Él tomó la segunda toalla que en realidad es una bata blanca y la puso a mi alrededor ajustándola muy firmemente en mi cintura, su ajuste fue tan fuerte que mi cuerpo se fue ligeramente hacia el suyo, haciendo que mis manos tocaran su pecho expuesto a través de la camisa negra desabotonada.

- Lo siento. Exclamé mientras quité mi mano rápidamente.

- Siéntate. Dijo de forma dominante, llevando mi cuerpo hacia una silla cercana.

Se arrodilló en pose de superhéroe y dió dos palmadas en su rodilla, señaló que subiera un pie. Lo hice rápidamente y delicadamente empezó a secar el exceso de agua que aún tenía, realizó los mismos movimientos en el otro pie, como si al ejercer mayor presión mi cuerpo se iba romper.

Sin si quiera esperarlo, se levantó y se acercó rápidamente, de forma muy diestra me cargó con una mano en mi espalda y otra en la parte trasera de las rodillas. Suspiré de susto por lo inesperado de la acción, para evitar la sensación de que me caería puse mis manos sobre sus hombros y a través de su cuello, sujetándome muy bien y hundiendo mi cabeza en su cuello.

Que embriagante aroma me dije a mi misma mientras me imaginaba un montón de cosas.
Alex me llevó hacia el cuarto y me puso suavemente en la cama. Se retiró y se recostó sobre la estantería frente a la cama como un artista que acaba de terminar su obra de arte más preciada.

- Aquí pasarás la noche, durante el día estarás sola para que tengas privacidad, pero en las noches uno de mis guardaespaldas estará dentro de la habitación cerca a la puerta cuidándote. Señaló hacia la puerta donde un joven entró.

- Buenas noches. Le dije al joven.

- No te preocupes, ellos no tienen permiso de hablar contigo, si necesitas algo puedes pedírselos y lo conseguirán, pero no emitirán ningún sonido de su boca.

- ¿Por qué? Pregunté intrigada.

- Porque al ser mía, ellos no tienen ningún derecho sobre ti. Dijo quitándose mis gafas de su cabeza y poniéndolas en la estantería.

Me quedé en silencio viendo como el joven guardaespaldas, se hacía junto a la puerta con los brazos hacía adelante sosteniendo sus manos cerca al estómago. Miré nuevamente a Alex quien seguía recostado en silencio.

Pude notar que la habitación sí fue cambiada, las sabanas, almohadas, el cuadro caído fue remplazado por otro nuevo, todo parecía en orden. A mi lado en la cama había una pijama de seda negra, muy normal, camisa de botones con manga a medio brazo y unos shorts a media pierna.

- It's time to sleep. Vístete y trata de dormir, mañana será otro día. Se levantó para retirarse de la habitación.

- ¡Espera! ¿Tu dónde dormirás? Dije casi gritando.

Él volteó su cabeza con una ligera risa.

- En mi habitación por supuesto. ¿Por qué? ¿Quieres que me quede?

- Eh-eh no, so-so-lo preguntaba. Dije tartamudeando.

- Good Night. Dijo, saliendo del cuarto.

Quedé sentada en la cama, con frio, tratando de hilar todos los acontecimientos que acababan de pasar. Decidí vestirme, me puse el short por debajo de la bata, cuando agarré la camisa, la desabotoné.

- Podrías voltearte un momento mientras me pongo la camisa por favor. Me dirigí hacia el chico en la puerta.

Él asintió y se giró. Me quité la bata, puse la camisa suavemente sobre mis hombros pues, aun me dolía el cuerpo y se me dificultaba alzarlos, mientras fui abrochando los botones de arriba hacia abajo.

- Listo. Dije. El chico volvió a su posición original.

Me quedé mirando a la nada, pensando en todo lo que había sucedido hace un rato. Alex me alimentó, me golpeó y luego me bañó. Me confundían sus intenciones. ¿Esto es solo por Jamie y su objetivo de encontrar a la otra chica?
Miré mi pierna y pude ver el rojo fuerte que se había formado por el azote de guapo hombre, lo toqué suavemente recorriendo la forma de los dedos que quedaron marcados de lo fuerte del golpe, mi piel seguía muy sensible, suspiré. No sé qué iba a hacer.

Me acosté y busqué una cobija que habían puesto al lado, abracé mi almohada y seguí pensando una vez más en el rostro del hombre, lo perfectamente delineada de quijada, sus ojos rasgados, su cabello negro que caía con gracia sobre la frente, su exótico gusto por los accesorios llamativos.

Giré sobre mi cuerpo dándole la espalda al guardaespaldas que miraba hacia el frente. De repente vino a mi mente ese pensamiento intrusivo... ¿Por qué le pregunté dónde iba a dormir? ¿De verdad esperaba que después de un evento tan intimo como lo fue el baño se quedara a acurrucarse conmigo?

Creo que Alex no es esa clase de hombre.

Hubo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora