La limpieza

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- Entra, ten cuidado.

Subí mi pie derecho, luego el izquierdo tratando de no resbalarme, me senté, de hecho, el agua estaba muy agradable, tibia, muy a gusto. Recogí mis piernas y puse mis manos cruzadas sobre mis rodillas.

- Voy a limpiarte.

Primero me quitó las gasas que tenia en la frente, muy delicadamente las fue soltando una a una.

- Realmente no son nada grave. Dijo. La sangre puede ser muy escandalosa, pero ya estás bien. Hice mi mejor trabajo para curarte.

Lo miré, tenía sus pupilas dilatadas, conozco poco de lenguaje no verbal, pero siento que fue muy honesto.

- Gracias. Susurré.

Alex sumergió una esponja cercana y le aplicó un líquido viscoso de uno de los envases, luego empezó suavemente a pasarlo por uno de mis brazos.

- Estira. Dijo sujetando mi brazo, a este punto decidí obedecer a cada una de sus palabras.
En silencio empezó a limpiar desde mis dedos hasta los hombros, pasando delicadamente al otro brazo siguiendo la misma ruta que el anterior. El aroma frutal del jabón me hizo sentir muy relajada.

Alex se paró y se hizo hacia mi espalda, aprovechó para pasar la esponja desde mi cuello hasta la base de mi trasero, lo hizo suavemente teniendo cuidado de no lastimarme.
Alex siguió caminando hacía el otro lado de la tina.

- Recuéstate. Me dijo empujando levemente mi cuerpo hacia atrás.

Lo hice con miedo de resbalarme, pero no ocurrió. Alex metió su mano a la tina, el agua sumergió parte de su brazo sin tocar su camisa recogida. Sujetó mi tobillo y lo alzo hasta que quedará mi pie ligeramente doblado fuera de la tina.

Aprovechó de limpiar mis dedos de los pies, y algunas manchas de barro que tenia por la lluvia del día del rapto. Solamente pude mirarlo en silencio, se veía concentrado en su trabajo, como si limpiar con la esponja mis piernas fuera lo más importante del mundo. Hizo lo mismo con mi otra pierna, teniendo mucho cuidado con las marcas rojas de las cuerdas y el azote. Cuando finalizó, puso la esponja a un lado de la tina.

- Acércate para mí. Me dijo haciendo una seña con su mano.

Como pude me incorporé, me sentía tan relajada que toda la situación era muy irreal. Quede justamente al lado de Alex, lo suficientemente cerca como para escuchar su respiración. Con sus manos acuñó un poco de agua y la pasó por mi rostro limpiándolo. Nos miramos a los ojos profundamente, no pude evitar mirar un poco sus labios, él lo notó, pero su expresión seria no cambió. ¿Qué pasará por su mente? Me pregunté.

Alex aplicó un poco de gel en sus manos, las frotó un par de veces y las dirigió a mi cuello, bajo sus manos lentamente haciendo círculos para generar un poco de espuma, luego fue bajando sobre mi pecho, sostuve la respiración.

El silencio reinaba en la habitación del baño, solo se escuchaba el chapoteo de las manos de Alex contra el agua, bajó lentamente a mi pecho haciendo círculos, sin ningún tipo de malicia, luego agarró mis senos desde la parte de afuera y con sus dedos gordos aprovechó de masajear mis pezones suavemente, ellos reaccionaron al toque, se pusieron muy duros, me cuesta respirar mientras veo sus varoniles manos tocándome tan deliciosamente, mi cuerpo sigue reaccionando, arqueándose hacía sus manos para seguir recibiendo su toque.

Después de jugar unos segundos con mis senos, sus manos siguieron su recorrido hacia mi cintura, haciendo toques mas profundos nada necesarios para una ducha. Mis manos también instintivamente fueron a encontrar las suyas, no para tocarlo, pero si para posarse encima de ellas y acompañarlo en su recorrido de limpieza.

- Abre. Dijo empujando levemente mis piernas.

En medio de mi trance, me recosté un poco en la tina, y corrí levemente una de mis piernas hacia su cuerpo. Él siguió con su recorrido de limpieza hacia mi sexo, dirigió su mano hacia la parte interna de mis muslos haciendo que me estremeciera. Luego pasó su mano por monte venus en forma circular, sus dedos bajaron hacia mis labios y los limpio con gracia, desde afuera y aunque estaba en el agua él pudo notar mi humedad. Sacó sus manos de la tina y las seco con la toalla blanca de antes.

- Termina de limpiarte, iré por unas toallas. Dijo levantándose bruscamente.

Dios, ¿Qué acabó de pasar? Pensé con un poco de culpa. Lo ví irse, volví a sentarme y obedecí, no se cuando volveré a poder limpiarme.

Aproveché de retirar mi humedad sintiéndome un poco avergonzada por como mi cuerpo había reaccionado.

Hubo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora