La amenaza

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Me levanté de golpe con muchos ruidos estrepitosos en la habitación. Mi cuerpo se retorció de miedo pensando que había vuelto Andrey, en su lugar pude ver a Alex rompiendo a su paso, estantería, cuadros, cajones, todo lo que encontró en su camino. Pensé en qué había hecho mal para que él se comportara de esa manera.

En unos segundos entraron Nick y otros guardaespaldas que no había visto.

- Señor Greenglide, no haga eso. Aún tenemos oportunidad. Decía Nick sosteniéndolo de los hombros tratando de que parara.

- Señor Greenglide Cálmese.

- Aun la tenemos a ella. Dijo otro de los guardaespaldas mirándome.

Alex seguía pateando la estantería con una fuerza descomunal, cada golpe retumbaba la habitación como disparos en plena guerra. Yo me quedé inmóvil viendo la escena de terror que ocurría frente a mí.

Un grito profundo salió del cuerpo de Alex, fue tan aterrador que todos se quedaron quietos.

- ¡LARGO, LARGO TODOS! Gritó Alex.

- Sí señor. Todos los guardaespaldas dijeron al tiempo, hicieron una reverencia y salieron.

Alex quedó en la estantería, empezó a darle puñetazos a la madera hasta romperla, estuvo unos minutos así, hasta que paró, puso sus manos en la cabeza y se quedó recostado ahí varios minutos.

Esta escena fue muy dura para mí, por el hecho de ver la fuerza de este hombre y como pudo explotar de esta manera. Me levanté y me acerqué lentamente a donde él estaba.

- Alex, ¿Estas bien? Dije suavemente.

No hubo respuesta. Me acerqué un poco más y tomé su brazo, él forcejeo un poco y me empujó sin mucha fuerza para atrás. Cuando hizo eso, pude ver mis manos con sangre, Alex estaba herido debido a los golpes que acababa de darle a la estantería.

Fui rápido al baño por una toalla y me acerqué nuevamente, agarré su mano, aunque él no quisiera y le quite uno a unos sus anillos poniéndolos encima de lo que quedaba de la estantería. Él por fin me dedicó una mirada, una mirada de odio, una mirada de rabia e ira que nunca había visto, aunque sentí un escalofrió continúe con mi labor.

- ¡QUIETA! Me gritó prácticamente en la cara.

Me detuve un momento sin ver sus ojos, pero continúe, puse la toalla alrededor del antebrazo para parar la sangre, no era muy grande la herida realmente, él estaba bien. Continuó mirándome y volvió a quitar su mano para que no hiciera presión.

- No puedo dejarte así. Murmuré con mis ojos fijos en la herida.

No es que hubiera sentido algo por él, solo devolvía el favor por curar mis heridas. Continué con la presión en el brazo. Él solo me observaba haciéndolo.

- Detente ahora o no podré controlarme.

- Ya casi acabo, por favor espera. Dije.

- ¡AHORA! Grito tan duro que mi cuerpo se sobresaltó.

Mi mano seguía sobre la herida, así que él me agarró por ambas manos empuñando sus puños muy duro sobre mis muñecas y acercó su rostro muy cerca al mío, yo del dolor me encorvé un poco.

- ¿QUIERES QUE ME DESQUITE CONTIGO? Siguió gritando tan cerca de mi rostro que podía sentir el calor de su aliento.

- Si tienes que hacerlo hazlo. Dije sin pensar.

- Shut the fuck up!

Él me miró y sonrió macabramente. Caminó hacía mí con ojos fríos y amenazantes, me fue empujando bruscamente sobre la cama sin quitar su vista de mi un minuto.

- Alex. Dije tratando de calmarlo.

- Shut up!

Quedé completamente acostada en la cama, estaba totalmente impactada por esta nueva faceta de Alex, es la forma de ver la realidad de quién realmente era este hombre. Un mafioso más con problemas de ira y ahora yo estaba completamente a su mercéd. Me preparé para recibir el primer golpe.

Con mis ojos cerrados sentí el peso de la cama cambiar, Alex se había subido a la cama y estaba trepando encima mío. Puso sus piernas alrededor de mi cadera para evitar que me moviera. Agarró mi quijada y me dijo.

- MÍRAME. Con un tono demandante.

Como seguí con los ojos cerrados, con la mano suelta lanzó un puño justo al lado de mi cabeza, golpeando la cama.

- DIJE QUE ME MIRARAS. Gritó nuevamente.
No tuve más opción que abrir mis ojos y mirarlo seguramente con una expresión de una presa a punto de ser cazada. Alex estaba a la altura de mi cabeza, a pocos centímetros de mi rostro, tan cerca que sus cabellos alcanzaban a tocar mi frente.

Ambas respiraciones se tornaron fuertes, nuestros alientos estaban chocando agitadamente, mirándonos a los ojos tratando de resolver miles de preguntas.

Alex seguía con su mano en mi quijada, bruscamente bajó la mano a mi cuello apretando tanto que estaba dejando marcas en la piel. Mis manos se dirigieron a las suyas tratando de quitarlas inútilmente, mi respiración se estaba cortando mientras veía esos ojos profundos lleno de fuego.

- Por favor. Alcancé a suplicar.

Hubo una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora